Cooperación internacional y movimientos sociales, 11 retos

Por Hijosdeevayadan

Si la semana pasada, os dejaba media docena de retos para el cooperante, elaborando dicha entrada me topé con referencias al estudio del Instituto de Estudios  sobre Desarrollo y Cooperación Internacional HEGOA y la Euskal Herriko Unibertsitatea/Universidad del País Vasco Cooperación internacional y movimientos sociales emancipadores: bases para un encuentro necesario. Y es que en los últimos años, las ONGs parecen haber perdido una parte importante del predicamento social del que habían gozado en décadas anteriores. Algunos casos notorios de escándalos tampoco han contribuido a una visibilización social positiva.

El estudio parte de una revisión crítica de la agenda de cooperación imperante, identificando las razones para el desencuentro entre esta y los movimientos sociales emancipadores. A partir de este análisis, se identifican las claves que pueden orientar una cooperación que sea herramienta para el fortalecimiento de estas formas específicas de acción colectiva. Defiende la tesis de que la cooperación internacional debe asumir, como una de sus prioridades, la alianza con los movimientos sociales emancipadores, y se establecen las bases para avanzar en este sentido.

Por si algun@ se anima con las cerca de 350 páginas, dejo aquí el estudio completo:

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Os dejo a continuación los 11 retos que plantea.

1. Reducir las asimetrías globales. La cooperación internacional debe tener una “dimensión política” con capacidad de asumir cambios “estructurales”, más allá de objetivos concretos, visibles e inmediatos. En este sentido, “las comunidades que viven en una situación de pobreza no son un objetivo, sino un punto de partida” desde el que encarar las desigualdades globales.

2. Crear un marco de referencia en torno a las lógicas emancipadoras. Los autores consideran que la emancipación es el concepto que mejor define los anhelos de los ciudadanos.

Sobre esta base, proponen una agenda alternativa que denuncie los “actores y actuaciones que impiden avanzar en términos de justicia y bienestar”, que se oponga a las políticas de las “empresas transnacionales” y que abogue por “la sostenibilidad de la vida, el reconocimiento y la articulación de la diversidad, la democracia participativa, la defensa de lo colectivo y la comunidad y la politización de lo cotidiano”.

3. Dar más peso a los protagonistas. La cooperación debe establecer una “alianza con los sujetos clave” en los procesos emancipadores, para que sean ellos quienes defiendan los cambios estructurales que acaben con las asimetrías globales.

4. Fortalecer los movimientos sociales. Incidir sobre “el fortalecimiento y la articulación de los movimientos sociales” es para la cooperación internacional la mejor forma de “avanzar en términos de democracia, de movilización social, de debate político y de legitimidad popular”.

5. Cooperación multidimensional. Llegados a este punto, los autores destacan la necesidad de “una profunda transformación de las dinámicas y de las prioridades”. “No es posible establecer prioridades sectoriales”, puesto que un cambio estructural abarca todos los ámbitos de actuación.

6. Superación de la lógica Norte/Sur. Esta nueva agenda alternativa rechaza el establecimiento de enfoques y herramientas diferentes según la base geográfica de una determinada iniciativa. Por esta razón da prioridad al “análisis político” y al “fortalecimiento de sujetos como enfoque general”.

7. Avanzar hacia una lógica global. “Es importante que la cooperación defina el ámbito global como prioridad, dado que en esta dimensión se sitúan algunos de los agentes y de las lógicas más significativas de la modernidad capitalista”, recoge el estudio. Así, aboga por “otorgar relevancia a las redes internacionales y regionales de los movimientos sociales”.

8. Superar la idea de donante y receptor. El diálogo para determinar las condiciones, prioridades y dinámicas de la agenda debe ser “horizontal, abierto y sin condiciones previas”. Para ello, la cooperación internacional ha de ser entendida como una “verdadera política pública global” en la que el Norte no acapare la “capacidad real de incidir en los términos finales”.

9. Diversidad de actores. Debe ampliarse la diversidad de actores de la cooperación a “las universidades, las ONGD, otras organizaciones sociales, las entidades de la economía solidaria, etc.”. No obstante, esta nueva agenda “sitúa la responsabilidad y la capacidad de articulación en los movimientos sociales emancipadores”.

10. Nuevo marco técnico-instrumental. Los autores optan por renunciar al proyecto entendido como la “lógica de la eficacia en función de la obtención de resultados en un breve espacio de tiempo”. Son necesarios “nuevos instrumentos que se adapten a la identidad de los movimientos sociales”, pensados a “medio y largo plazo”, “flexibles” y que “fomenten el análisis político periódico”.

11. Cambio en los requisitos administrativos. Deben “primar los criterios políticos a los técnicos y administrativos”. Como explica Ramiro, los movimientos sociales y las ONGD tienen “lógicas distintas”, por lo que “no se les pueden exigir las mismas condiciones”.

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