“Copia certificada”: Cuando el amor mejora el original

Publicado el 28 octubre 2010 por La Mirada De Ulises

[9/10] El cineasta iraní Abbas Kiarostami abandona su país natal para rodar en Italia, y hacerlo con una actriz profesional como es Juliette Binoche y lograr con “Copia certificada” una obra maestra que estuvo en el Festival de Cannes y en la Seminci de Valladolid. Una película poliédrica y profunda, tanto en el aspecto formal del lenguaje cinematográfico como en el trasfondo existencial de sus personajes, que incorpora incluso un análisis teórico de lo que puede ser considerado como arte, y que permanece abierta a tantas interpretaciones como espectadores tenga. Sus imágenes se acercan respetuosamente a la realidad de una mujer, galerista de arte en la Toscana, que esconde el dolor de una separación y también el peso de tener que educar sola a su hijo. Es una realidad a la que el director se acerca desde su mirada de artista y de quien ha pasado por una situación semejante –el propio Kiarostami tuvo que encargarse del cuidado de su hijo tras su separación–. Es, por eso, reflejo de una experiencia propia y dolorosa que aquí traslada a Binoche, recordando las distintas situaciones por las que puede pasar el amor de una pareja, y la verdad que encierra cada imagen que se ofrece del amor.

Básicamente, en “Copia certificada” solo hay una mujer y un hombre, y unas cuantas horas por delante. Suficiente para que asistamos al momento de enamoramiento inicial seguido de una fase de desgaste y de un nuevo intento de seducción, para terminar con una plácida vejez donde ese amor adquiere nuevas formas de manifestación. Lo mejor es que todo eso Kiarostami lo hace sin recurrir a flash back ni a subtramas que podrían ilustrarlo fácilmente. Se encomienda al talento interpretativo de la actriz francesa y de William Shimell, y lo concentra todo en una sola pareja respetando la unidad de tiempo y espacio, simplemente amplificando la relación hacia el pasado o poniendo ante sus ojos una pareja de novios o de ancianos. A partir del equívoco en una cafetería en que la mujer que les atiende les confunde con un matrimonio –maravillosa escena y sabios comentarios los de esta buena mujer–, se pone en movimiento todo un mecanismo de representación de lo que puede ser cualquier enamoramiento, con una Juliette Binoche que sobre-actúa ligeramente en su empeño por captar la atención del hombre para después atenuarse en su vitalidad, e intentar más tarde una nueva conquista del marido pintándose los labios o poniéndose unos pendientes: no es entonces el amor original sino una copia o una referencia de lo que fue, pero no por ello menos verdadero o meritorio, viene a decirnos Kiarostami.

Esas fases del amor son contempladas por el espectador desde la abstracción como algo que puede suceder a cualquier pareja. No es más que la maduración y los vaivenes del amor, que por esas calles de Toscana se vive en presente y congela el tiempo hasta hacerlo único, porque lo importante en el amor no es la persona amada sino la actitud de quien contempla y ama. Ese es el valor que Kiarostami y James Miller –el ensayista de la película– dan también a la obra de arte, que adquiere importancia según quien la contempla más que por su interés objetivo, y donde la copia puede ser mejor que el original y éste no pasa de ser incluso una copia –una representación falsificada, por muy lograda que sea– de la realidad. Paralelismos y semejanzas entre el amor y la obra de arte cargados de sabiduría humana y estética, realizados por un estilista de la imagen que reduce el tema a lo mínimo y que cuida cada plano en su duración y composición. Nada sobra y nada falta en unos diálogos frescos y espontáneos pero enjundiosos y cultos, que sirven para hacer un retrato dual del hombre y la mujer, de su distinta percepción de la realidad, de su implicación o distanciamiento frente al problema sentimental.

Excelente el trabajo interpretativo de Juliette Binoche –premiada en Cannes–, con un asombroso despliegue de recursos para dar vida a tres mujeres en una, para arrastrar al británico Shimell a pasar de escéptico teórico del arte a marido comprometido o dubitativo. Espejos, pinturas y distancias en su paseo por las calles que encierran un profundo significado de lo que ocurre en el corazón de esta pareja y que recuerda a aquella otra película que inmortalizaron Ingrid Bergman y George Sanders de manos de Roberto Rossellini en “Viaggio in Italia”. Una película minimalista sobre la realidad y su representación, sobre el amor verdadero y sobre el pretendido, sobre el paso del tiempo y sobre el espectador que lo ve encarnado en esa pareja que le interpela con sus miradas a cámara. Una joya de cine para ver varias veces porque la realidad que muestra no se agota con la primera, para disfrutar de cada plano, de cada gesto y de cada frase… porque todo es original, o al menos una copia perfecta.

Calificación: 9/10

En las imágenes: Fotogramas de “Copie conforme” – Copyright © 2010 Bibi Film y France 3 Cinéma. Distribuida en España por Wanda Visión. Todos los derechos reservados.

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Publicado el 28 Octubre, 2010 | Categoría: Año 2010, Críticas, Drama, Francia, Italia

Etiquetas:Abbas Kiarostami, amor, arte, Copia certificada, Juliette Binoche, matrimonio, Viaggio in Italia, William Shimell