Al día siguiente de mudarse de casa, Coraline explora las catorce puertas de su nuevo hogar. Trece se pueden abrir con normalidad, pero la decimocuarta está cerrada y tapiada. Cuando por fín consigue abrirla, Coraline se encuentra con un pasadizo secreto que la conduce a otra casa tan parecida a la suya que resulta escalofriante.
Sin embargo, hay ciertas diferencias que llaman su atención: la comida es más rica, los juguetes son tan desconocidos como maravillosos y, sobre todo, hay otra madre y otro padre que quieren que Coraline se quede con ellos, se convierta en su hija y no se marche nunca. Pronto Coraline se da cuenta de que tras los espejos, hay otros niños que han caído en la trampa. Son como almas perdidas, y ahora ella es su única esperanza de salvación. Pero para rescatarlos tendrá también que recuperar a sus verdaderos padres, y cumplir así el desafío que le permitirá volver a su vida anterior.
Gracias Penguin Random House por el ejemplar.
Voy a ser sincera: jamás leí Coraline. No me juzguen (?) porque intenté leer a Gaiman con El libro del cementerio hace unos años y no me gustó para nada cómo escribe; quizás fuera la traducción, no lo sé.
Pero sí vi (y re mil vi) la película de Coraline, que aún hoy en día me da miedo. Así que eso sumado a que está ilustrado por P. Craig Russell, combinación que amé en la novela gráfica de El libro del cementerio, hizo que me tirara de cabeza a pedirlo apenas salió. Y obviamente lo amé.
Lo que me sucede cada vez que veo alguna colaboración de ellos es que me pone los pelos de punta, y aún más teniendo en cuenta del libro del que estamos hablando. Es esa historia horrible y aterradora que les contaría a mis hijos (#MotherWIN) en Halloween iluminada sólo por una linterna, mientras llueve: sí, los aterraría y probablemente unos años después me pasarían factura, pero es una de esas experiencias que necesitás experimentar con mucha adrenalina cuando sos chico.
La cosa es que la adaptación gráfica es preciosa. Imaginate lo que cuesta atrapar a alguien que ya vio la película (y ni te cuento si también leyó un libro)... ¡no nos sorprenderíamos con nada! Pero, al contrario, como está adaptada de la historia original, hay muchas cosas que no conocemos o que esperamos ver de otra forma. Me sorprendió que me pudiera enganchar tanto, teniendo en cuenta de que ya tenía una idea que venía de la película, y eso, en nuestra generación, es un logro gigante. Kudos a ellos por eso.
Long story short, la dupla de Gaiman y Russell es divina, y logra atraparte y asustarte con una palabra o un solo trazo. De alguna forma (muy lenta, en mi opinión) las novelas gráficas se están abriendo paso en nuestro país, a diferencia de los cómics que crecen de forma increíble. Son lecturas rápidas, dinámicas, que yo pensé que iba a odiar en un principio pero que me enseñó a leer de otra manera: Coraline no sale de esta línea.
Animate a las novelas gráficas y, más que nada, a esta dupla increíble Gaiman-Russell. Agarrá una manta, hacete un cafecito y aprovechá estos findes helados para disfrutar de una buena lectura que, creeme, y lo digo por experiencia propia, te va a dar pesadillas.