El narrador comienza contándonos el secreto que"no quería saber, pero ha sabido". También nos habla de otro secreto, su padre tuvo una tercera mujer. El primer secreto , del que se enteró hace un año, trata sobre el modo en que su tía, mujer anterior a su madre, muere.
El caso es que las tres mujeres de su padre están muertas. ¿Azar?
Ranz es su padre. No es partidario de contar, de verbalizar. Le gusta "guardar los secretos para no condicionar el curso de las cosas." Al narrador, como ya he dicho, no le gusta saber.
Pero nos vamos encontrando con otros personajes a los que les gusta saber o contar. Que piensan que, si saber duele, hay que aguantarse.
Donde creo que está el meollo del asunto , después de leer tantas digresiones, vueltas y precisiones, es en cómo las personas podemos influir en el curso de los acontecimientos. Podemos hacerlo tan solo con el pensamiento. Si imaginamos, eso no cambia nada, pero el pensamiento también puede convertirse en posibilidad, y en ejecución si "lo piensas para entonces". Ya hemos actuado, y el acto, el hecho ( "I have done the deed") es irreversible. Pero no sólo puede ponerlo en marcha un pensamiento "para entonces", sino también una sola palabra. Después podemos contar el hecho o mantenerlo en secreto. Tanto dicha como no dicha, la palabra influye en las historias, en el acontecer de las cosas. Una sola palabra, un simple susurro es suficiente. También no decir, el secreto, puede intervenir en el futuro. Si nadie conoce un hecho que has cometido, tu historia será distinta completamente a cómo hubiera sido si se hubiera conocido.
¿Cuál sería verdad? ¿El acto guardado en secreto, o el contado?
Si te atreves, al lío. Merece la pena.