...no esperábamos que fuese así. Pero de pronto descubrimos que Córdoba no es visible, que todo eso que vemos no es ella propiamente, sino su caja, su cáscara. Córdoba no es visible por la sencilla razón de que no está por fuera. No hay, pues, más remedio para adentrarnos en Córdoba, que empezar por…
Ramón Gaya
No sé en qué época el pintor visitó la ciudad, en parte comparto su escrito, pero en la actualidad (con más o menos acierto en la conservación y restauración) Córdoba se muestra magnifica. Y no vayáis a pensar que caigo en el chauvinismo, esto ya sabéis, se cura viajando, y por suerte soy inmune a este palabro.
Como ya dije me enseñaron a ver lo invisible de las cosas, pero fui un mal alumno y raras veces lo he conseguido. Pero me precio de haberme adentrado en ti para descubrirte (aún lo hago, siempre lo hare) y tu, a veces, me descubres algún secreto, eso que tienes de intangible y que sin poder ni querer remediarlo, me atrapa siempre
Tú, Córdoba, a diferencia de tus hermanas, eres la callada, la que nunca destaca en una reunión, la de la mirada a ninguna parte, la sutil sonrisa y nunca carcajada… por eso resultas ser la más interesante, y si fueses mujer, el alma sensible trataría irremediablemente de adentrarse en tu invisibilidad, en ser el motivo de tu sonrisa
Siempre me han llamado la atención dos obras de este museo: Seneca envejecido y Un Naufrago, ambas de Mateo Inurria
Pero es tu noche, en tus rincones, en tus calles, en las que con un susurro me enseñas, me hablas