Es el eterno dilema: cordura o cuero. Es la duda, es la salsa, es la decisión primera en un invierno que adelanta posiciones en la carrera de los meses. Tecnología o tradición. Tecnología aplicada al textil a base de fibras, carbón y elásticos. Tecnología que no se abrasa al roce del asfalto hasta los seiscientos noséqué, y no se rompe con la caída. Para invierno, para verano, para cualquier momento. La tecnología puesta al servicio de la seguridad de los moteros.
O el cuero. El cuero bien curtido y bien cortado y bien cosido. El cuero, con ese punto de ambigüedad. Mejor si es negro, que negra es La Cabezota. El cuero resiste y es más sincero con el cuerpo que la cordura. Y aguanta metros y metros de lo que sea.
Cordura o cuero. Cordura o locura. La decisión se hace presente ante la compra, ante la ruta, ante la compañía. Dice Leif que lo importante es molar, y yo he visto poco molar en la cordura. Sin embargo, he visto mucho molar en la locura. La locura de salir a la calle o al campo con la moto y kilometrear, largarse a cualquier lugar lejano o cercano, sin más motivo que querer. Vestido de locura.