Correa en forma de soga

Publicado el 10 febrero 2012 por Carlosrodriguez @CarlosRguezPrez

Sin valorar todo el proceso judicial que rodea a Baltasar Garzón, la sentencia que le condena con 11 años de inhabilitación, lo que produce es un precedente con peligrosas secuelas para el sistema judicial y para la sociedad.De lo investigado y juzgado hasta ahora en el caso Gürtel lo evidente es que el único condenado es la persona que inició el trámite. Una soga corrediza que acabó por estrangularle. Es indudable el peculiar carácter de Garzón y la más ligera aproximación hacia su persona sería banal. La mediatización de su figura tanto en el ámbito nacionale internacional quizás le desubicó de sus verdaderas funciones. Siempre investigó temas controvertidos que siempre salpicaban en los medios de comunicación. Siempre con el fin de prevalecer la justicia universal. Siempre necesaria. Muchos de esos temas que instruyó Garzón siguen en nuestra sociedad democrática sin cicatrizar, pero que seguro que en otras sociedades serían temas que despertarían posiciones comunes para restaurar la situación e impartir esa justicia universal a la que todos debemos obediencia so pena de condena.Las tres causas abiertas en el Tribunal Supremo por prevaricación en el caso de los crímenes de la guerra civil y del franquismo, el rechazo de una querella contra el actual Banco Santander que, a su vez, le financió varios cursos; y, finalmente, las escuchas de las conversaciones de los abogados y los imputados de la red Gürtel, por la que de forma unánime la sala del Alto Tribunal le condena.El inicio de la investigación de la red Gürtel hace ya un par de años ante los indicios de corrupción extendida en varias Comunidades Autónomas sitúa al juez instructor como culpable. Ante estos precedentes, se puede suponer que ante posibles sospechas de corrupción o delitos de diversa índole en los que se encuentren “los peces gordos” de entidades públicas y/o privadas serán casos que se archivarán sin el menor intento por esclarecerlos. Sirva de precedente este caso. El juez instructor, condenado. Los “peces gordos” en libertad y con el dinero robado.