Corresponsales AdP: Lo realmente importante de Javier Brizuela

Publicado el 01 diciembre 2011 por Eandres

El deporte, como la vida misma, es un inmenso escenario enel que se citan elementos contradictorios. Los sentimientos más nobles con laspasiones más bajas; el compañerismo y la solidaridad con la trampa y ladeslealtad. En el fútbol, la ingente exposición mediática de sus protagonistasy el fervor popular que provocan acentúan la contradicción.
Se puede ver de todo en el campo, y, por pura estadística,no todo puede ser bueno. La competitividad extrema propicia algunos casos límite,como la sucesión de partidos Barça-Madrid con la que nos obsequiaron losdesignios del calendario el curso pasado. Una ronda de enfrentamientos que envarios momentos pareció una oda al juego subterráneo. La España futbolística sedividió. En la Supercopa,con el famoso dedo de Mourinho en el ojo de Vilanova en medio de una tánganabochornosa, se rozó lo grotesco.
Futbolistas y entrenadores, como cualquier persona de estemundo, tienen sus errores, pero también saben hacer bien las cosas. El célebre códigono escrito en el que se declara que lo que pasa en un encuentro se queda dentrodel terreno de juego es una manera de relativizar los acontecimientos cuandoestá en riesgo el trabajo de toda la temporada y tienes las pulsacionesaceleradas. Con tanta presión, la probabilidad de equivocarse se incrementa, loque realza la importancia de pedir perdón cuando el comportamiento dista de serejemplar.
La semana pasada Mourinho no se disculpó por el dedazo, pero le deseó una rápidarecuperación a Vilanova, operado de la glándula parótida. Lo hizo contestando ala pregunta de una periodista y parecía sincero. El preparador portugués tieneactitudes reprobables, pero están enfocadas hacia un contexto competitivo.Fuera de él tiene sentimientos, aunque algunos no lo crean, y en esas habló elmartes sobre el segundo entrenador del Barcelona.
Los deportistas, ante todo, son personas, y saben valorar lorealmente importante. Como dijo Guardiola, es secundario ganar en Milán cuandotu segundo entrenador está pasando por un mal momento. Al Barça ya le afectó unacircunstancia similar o peor el año pasado con el tumor de hígado de Abidal.Entonces, Madrid y Olympique de Lyon tuvieron el bonito detalle de redactar unmensaje de ánimo que se vio en los videomarcadores del Bernabéu antes delinicio de su partido de vuelta de octavos de la Champions. Además,los 22 jugadores regresaron al césped tras el pitido final para mostrar unas camisetas,preparadas para la ocasión, con el lema “Ánimo Abidal”.
Si el afectado hubiese sido alguien del Real Madrid, lareacción del eterno rival habría sido la misma, aunque se muestren en el campocomo enemigos irreconciliables.
Otro caso, seguramente el más grave, es el del hijo deCarlos Martins, centrocampista portugués del Granada. Su retoño, llamadoGustavo y de solo tres años, padece un problema en la médula ósea que impide aésta la producción del nivel necesario de plaquetas y glóbulos rojos. La únicasolución para el chaval es un trasplante. En la búsqueda de un donante, variosfutbolistas se han movilizado y los seguidores del Granada han hecho colas paracomprobar si su sangre es compatible con la del pequeño Gustavo. Su padre,destrozado, declaró en “El Larguero” que sigue jugando porque a su hijo legusta verle en acción.
Estas circunstancias nos ayudan a organizar la escala deprioridades. El fútbol, como cualquier deporte, es un medio para trabajar odisfrutar, no una cuestión de vida o muerte (que me perdone Bill Shankly).
Los aficionados violentos olvidaron esto hace demasiadotiempo. Los verdaderos protagonistas, por fortuna, lo siguen recordando.