El corazón del periodismo se ha entristecido por los corrillos de las redacciones. Éstas parecen oficinas de funcionarios, hospitales donde los empleados se limitan a dar palabras y forma a la realidad para salvar sus vidas. “Los periodistas engordan y los periódicos adelgazan”, escribe Juan Villoro. La generación más preparada es la más aséptica, la que menos sale a la calle. Pocos son los que escuchan y muchos los que hablan. Últimamente en el periodismo deportivo se dedican a analizar para sacar las conclusiones del medio, en lugar de reflexionar para que las saquen los lectores. Ahí se supone que residía la magia de este oficio, el del tú y no el de yo. Marca y AS hablan de un Villarato y Sport y El Mundo Deportivo, de otro. La moda va para largo. El vender la mercancía sin previo paso por el filtro del sentido común es el camino. Y si al trayecto se le añade la perspectiva de las filias y fobias, mejor será el tránsito por las tripas de este abominable negocio.Cuenta Cappa en su libro “La intimidad del fútbol” que, en el Mundial de México, Maradona envió una pelota hacia donde estaban los periodistas, en un entrenamiento, y uno de ellos se la devolvió con la mano. “¡Cómo van a hablar de fútbol estos tipos si la agarran con la manos! ¡Por Dios!”, aseveró. Quizá no le falte razón a esa espontaneidad del Pelusa. Hemos acatado con resignación la máxima de que en fútbol se hable de todo menos de fútbol. O no nos gusta mucho este bello deporte o somos unos cobardes. Pocos mencionaron el pase preciosista de Özil, pero sí su expulsión. También hubo espacio para los gestos de Cristiano, las demás tarjetas rojas o si Pepe o Mourinho dijeron filho de puta o hijo de puta. ¿Cómo no iba a haberlo? El fútbol, un juego, es así el producto mejor vendible en nuestro país. Un circo. Una especie de Gran Hermano donde prima el esperpento. Da lo mismo que participen concursantes con la historia del fútbol en su cabeza, como Xavi, o en sus pies, como Messi; los premios de las portadas se repartirán según la histeria que generen en el receptor.
Corresponsales AdP: Periodistas indignos y Periodistas Indignados de Alfonso Loiza
Publicado el 10 abril 2012 por EandresEl corazón del periodismo se ha entristecido por los corrillos de las redacciones. Éstas parecen oficinas de funcionarios, hospitales donde los empleados se limitan a dar palabras y forma a la realidad para salvar sus vidas. “Los periodistas engordan y los periódicos adelgazan”, escribe Juan Villoro. La generación más preparada es la más aséptica, la que menos sale a la calle. Pocos son los que escuchan y muchos los que hablan. Últimamente en el periodismo deportivo se dedican a analizar para sacar las conclusiones del medio, en lugar de reflexionar para que las saquen los lectores. Ahí se supone que residía la magia de este oficio, el del tú y no el de yo. Marca y AS hablan de un Villarato y Sport y El Mundo Deportivo, de otro. La moda va para largo. El vender la mercancía sin previo paso por el filtro del sentido común es el camino. Y si al trayecto se le añade la perspectiva de las filias y fobias, mejor será el tránsito por las tripas de este abominable negocio.Cuenta Cappa en su libro “La intimidad del fútbol” que, en el Mundial de México, Maradona envió una pelota hacia donde estaban los periodistas, en un entrenamiento, y uno de ellos se la devolvió con la mano. “¡Cómo van a hablar de fútbol estos tipos si la agarran con la manos! ¡Por Dios!”, aseveró. Quizá no le falte razón a esa espontaneidad del Pelusa. Hemos acatado con resignación la máxima de que en fútbol se hable de todo menos de fútbol. O no nos gusta mucho este bello deporte o somos unos cobardes. Pocos mencionaron el pase preciosista de Özil, pero sí su expulsión. También hubo espacio para los gestos de Cristiano, las demás tarjetas rojas o si Pepe o Mourinho dijeron filho de puta o hijo de puta. ¿Cómo no iba a haberlo? El fútbol, un juego, es así el producto mejor vendible en nuestro país. Un circo. Una especie de Gran Hermano donde prima el esperpento. Da lo mismo que participen concursantes con la historia del fútbol en su cabeza, como Xavi, o en sus pies, como Messi; los premios de las portadas se repartirán según la histeria que generen en el receptor.