De Miguel Blesa nadie habla en el PP, como si no hubiera sido José María Aznar – otro que calla cuando debería hablar y habla cuando nadie se lo pide – el que lo encumbró a los altares de Caja Madrid después de haber compartido pupitre. En medio de la tormenta de las tarjetas aparece imputado todo un ex secretario general del PP y ex ministro de Interior y Justicia como Ángel Acebes por los papeles de Bárcenas. De nuevo se repite la milonga de la necesidad de escuchar al presunto delincuente para no vulnerar sus derechos como militante y evitar que vaya a los tribunales. ¿Y qué si va a los tribunales y gana? ¿No le asiste al partido el derecho a prescindir de militantes corruptos?
Eso es lo que piensa cualquier ciudadano normal, corriente y moliente de este país pero no las cúpulas de los partidos políticos que hacen lo indecible y hasta lo ridículo – ahí tienen a Rajoy evitando pronunciar el nombre de Rato tal y como ha hecho con Bárcenas – para echar tierra sobre el mal olor y continuar adelante como si no hubiera pasado nada. Pero ha pasado, está pasando y puede pasar mucho más. Si las grandes formaciones políticas españolas siguen aplazando sine die una verdadera limpieza a fondo de sus propias cloacas y buscando atajos y excusas para no ser ejemplares con quienes infringen las más mínimas normas de ética política, el hedor podrá con todos. Y hablando de poder, Podemos ni siquiera tendrá que molestarse en pensar en un programa electoral: se lo están elaborando todos los días los partidos que siguen mirando al tendido mientras el tufo nos invade por los cuatro costados.