Corrupción ¿solución del necesitado?

Publicado el 07 enero 2015 por Rouslyn Navia Jordán @RouslynNavia

"Hace falta una carga para matar bribones,
para acabar la obra de las revoluciones,
(...) para que la República se mantenga de sí,
para cumplir el sueño de mármol de Martí (...)
Rubén Martínez Villena

"Al director de mi empresa lo destituyeron y está bajo investigación, ¿te enteraste? Una auditoría detectó que estaba desviando recursos". " ¿Sí? Imagino que con eso pudo construir la casona aquella que tenía". El diálogo se desarrolla en una parada, mientras esperan la guagua para ir al trabajo.

Sobre semejante espacio de la cotidianidad se cierne entonces el velo pesado del disgusto y, en medio del cargado ambiente, las caras de los presentes reflejan rechazo y decepción.

Toda vez que un funcionario estatal cae en las redes de la corrupción, aquellos a los que debía representar, dígase compañeros, clientes o ciudadanos comunes, sienten que se traicionó la confianza que depositó el país sobre este. De igual modo, sobrevuela la duda de cómo pudo pasar inadvertido el robo, si cuanto más evidentemente se eleva el nivel de vida de los solapados desfalcadores, mayor es la impunidad de que se creen estos revestidos.

Y aunque para muchos la corrupción aún resulte tema tabú, especialmente en nuestra prensa, donde poco rebotan o se reflejan los sonados casos detectados, que sí circulan de hogar en hogar mediante memorias flash, ignorar (que es también un modo de negar) la profundidad del problema solo nos perjudica. Por ello, me gustaría abordar algunas aristas de tan controvertida problemática actual.

¿Corrupción = Contrarrevolución?

Durante su discurso en el Aula Magna de la Universidad de La Habana el 17 de noviembre del 2005 Fidel advirtió que nosotros mismos podíamos acabar con la Revolución.

Así lo señalaba también Raúl Castro durante su intervención en el VIII Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular el 23 de diciembre de 2011 al expresar " estoy convencido de que la corrupción es hoy uno de los principales enemigos de la Revolución, mucho más dañino que la actividad subversiva e injerencista del gobierno de Estados Unidos y sus aliados dentro y fuera del país".

En sintonía con tal planteamiento, en abril del 2010, el Doctor en Ciencias Económicas Esteban Morales, reconocido intelectual, politólogo e investigador, analizaba los peligros de la corrupción en un polémico artículo titulado " Corrupción ¿la verdadera contrarrevolución? " en el que afirmaba que los corruptos se encuentran dentro del aparato estatal y manejan los recursos del país y, por ende, el daño ocasionado cobra mayor magnitud. Con un doble discurso (reconocido como demagogia), estos individuos de fingidos valores morales escalan posiciones, siempre a la caza del poder, mientras se enriquecen lucrando con los bienes del Estado.

Así, muchas veces sin saberlo, se convierten en objetivos de interés para las agencias de inteligencia enemigas, que pueden proceder a un intento de soborno, chantaje o reclutamiento. Y aquello que comenzó como afán desmedido por mejores modos de vida, lujos y comodidades, termina por convertirse en un peligro real para el Estado socialista.

Lo calificaba en aquel momento Morales como "un área oculta del trabajo de subversión contra Cuba que, sobre todo a mediano y largo plazo, produce muy buenos dividendos políticos", pues tal impacto no es solo medible a partir de la arista económica (que de por sí resulta muy importante), sino que, además, pone en riesgo la credibilidad del modelo político y social, tanto en el ámbito interno como en el exterior de la Isla.

En ese sentido, el periodista Carlos Manuel Álvarez, en su texto Fernando Martínez Heredia y el ideario cubano en el siglo XXI, señala que "la corrupción imperante en el país ha desencadenado una ola de desconfianza que ha suscitado que hoy a todos nos queden dudas sobre si realmente el fruto del trabajo es distribuido de manera justa y equitativa para todos, si todo termina en el "arca central del Estado", ese ente tan abstracto".

"Untando manos"

En un reciente y sonado caso de corrupción bien conocido por el video que circuló vía memoria flash, un directivo de la Empresa de Comunales en un municipio de la capital, con el mayor desparpajo del mundo relataba el modo en que había logrado ganar la complicidad y silencio de quienes le rodeaban durante su desfalco a las arcas estatales.

Así, muy desenfadadamente, explicaba este individuo como "la clave de la corrupción es sencilla y llanamente: Yo me acerco a ti, te hago favores, porque tienes la inmensa necesidad, la tremenda necesidad, que tiene todo el mundo. Yo ahora mismo empiezo por traerte la merienda, mañana te invito a almorzar y cuando te has dado cuenta estas totalmente comprometido conmigo, sin necesidad de decirte nada".

La impunidad y facilidad con que los mismos corruptos afirman haberse apropiado de los recursos estatales evidencian un grado de descontrol preocupante, que no podría existir sin la ayuda de una burocracia administrativa que se deja sobornar con relativa facilidad.

El soborno juega un rol esencial para la permanencia en el tiempo de los mecanismos de corrupción de manera que, una vez descubiertos, las pérdidas han ascendido a cifras cuantiosas e irrecuperables para el país. Por ello, expresaba Raúl en el discurso antes mencionado que "la Contraloría General de la República, la Fiscalía y los órganos especializados del Ministerio del Interior, tienen instrucciones de combatir este flagelo, con toda la severidad que permiten nuestras leyes" con el fin de impedir su reincidencia.

Preguntas inquietantes

Yohan González, quien nació en la compleja década de los 90, expresaba su preocupación sobre el fenómeno de que "para algunos cubanos sigue siendo "normal" que una persona sucumba a la corrupción y hasta hay quienes fomentan que sus hijos y familiares caigan en ello, por lo que poco a poco se erigen como "héroes de la supervivencia" a quienes burlan las leyes y se enriquecen porque "la vida está dura y hay que vivir " ".

El joven economista y bloguero Roberto Peralo, profesor de la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, en su texto La corrupción en Cuba: enfermedad crónica escribía "Un amigo me comenta que la principal causa de los hechos de corrupción son las necesidades económicas que está viviendo el pueblo cubano. No le quito la razón, pero creo que es un análisis muy superficial para un tema tan complejo".

"No me cabe la menor duda de que el salario, al no ser un medio de pago justo, ni estimulante y no satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores, se convierte en una causa de peso para que el trabajador busque otras vías de ingresos. Pero ¿por qué cuando se alcanza un nivel de vida decoroso cambian las motivaciones para seguir corrompiéndose?".

Hoy en nuestro país se aprecia una tendencia a la búsqueda del reconocimiento social a través de la ostentación de riquezas, algo que puede llevar a un individuo al empleo de métodos indebidos a fin de obtenerlas. Señala entonces Peralo que este es un rasgo de las sociedades capitalistas y cuestiona " ¿No es preocupante que actitudes como esta estén calando hondo en la conciencia ciudadana? ¿Si los trabajadores de una entidad se sintieran los verdaderos dueños de los medios de producción, ocurrirían fenómenos como los antes descritos?"

Y no en balde Peralo hace referencia a la pérdida de valores en nuestra sociedad, pues ello influye notablemente en el accionar de este tipo de negativos personajes.

En ese sentido, durante su intervención ante el Parlamento en julio de 2013, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro expresaba "Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de 20 años de período especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás." Y, más adelante, agregaba que "Así, una parte de la sociedad ha pasado a ver normal el robo al Estado".

Por otro lado, el asunto de la incidencia negativa de la falta de sentido de pertenencia de los medios de producción por parte de los trabajadores ha sido preocupación de no pocos analistas y jóvenes. Pero, la deformación de ese sentido de pertenencia también deriva en conflictos que pueden tornarse en nuevos casos de corrupción.

Harold Cárdenas, otro joven bloguero, así lo denunciaba en su texto Relaciones de propiedad en el transporte cubano al exponer un ejemplo clásico: "Un chofer de guagua se siente con el derecho a decidir sobre ella porque sencillamente (y todo el mundo lo sabe) son ellos quienes las mantienen en muchas ocasiones, si se rompe algo lo pagan de su bolsillo con tal de que esta siga andando y así no perder su modo de vida. Esto de que los costos y los mantenimientos sean asumidos por ellos crea un grado de subordinación que los convierte en dueños del transporte, los derechos de los usuarios y los objetivos de cualquier empresa se estrellan contra ese muro que impone la realidad".

La propiedad es un concepto material y tangible, nada etéreo. Con bastante frecuencia es utilizada la expresión "la propiedad social es de todos", lo cual encierra por lo general un grado de indefinición que puede derivar en indiferencia, irracionalidad e irrespeto hacia el uso, utilización y conservación de los medios de producción y recursos naturales, y hasta conducir a indisciplinas que a la vez dañen el orden económico y social.

En febrero del presente año, Gladys Bejerano, contralora general de la República de Cuba, participó como invitada en Catalejo, espacio que auspicia la Unión de Periodistas de Cuba. Allí, durante el debate, Bejerano planteó que si nadie se siente responsable de lo que está pasando, ¿cómo resolver los problemas? Y aseguró que es este aún un tema pendiente en la sociedad actual.

Responsabilidad colectiva

El Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, Raúl Castro, llamó a trabajar con orden y disciplina en la implementación de los numerosos cambios a que se aboca el país en aras de perfeccionar nuestro modelo económico y social. Pero ello no puede hacerse sin tener en cuenta que existen sujetos empeñados en conservar el status quo que les garantiza el poder que ostentan, para lo cual obstaculizan el desarrollo de esos cambios.

Para prevenir tales problemas existen mecanismos, en primer lugar los controles y auditorías periódicas que deben efectuarse en cualquier entidad. Pero, además de esas llamadas "visitas avisadas", resultan de inestimable valor para detectar falsedades aquellas que se realizan de improviso. Son estas últimas las que, por lo general, tienen más posibilidades de encontrar "con las manos en la masa" a corruptos, infractores y delincuentes.

Sin embargo, Gladys Bejerano, contralora general de la República de Cuba, en su detallado informe a la Asamblea Nacional del Poder Popular a finales del año pasado enfatizó la importancia de establecer el ejercicio del autocontrol, el control y la exigencia de los jefes, "porque no puede haber auditorías en todas partes y a toda hora".

Señalaba asimismo Bejerano que entre los denominadores comunes que facilitan la corrupción se encuentran los problemas en la conducta de los directivos, ya sea por falta de conocimientos y preparación, malos hábitos de trabajo, negligencias, irresponsabilidad o deterioro de valores éticos así como el hecho de que la contabilidad no constituya una herramienta para la toma de decisiones.

Lo más importante, agregó, no es la sanción de tales acciones delictivas, sino su prevención, ahí reside la tarea fundamental a que se aboca el país.

Por su parte, Esteban Morales señala que "la posibilidad de detener la corrupción debe basarse en un sistema de participación colectiva. Pues no es suficiente ningún aparato burocrático para combatirla. Dado que la tendencia de la burocracia es a hacer causa común con la corrupción. Por lo que junto a los dispositivos estatales y de gobierno que combaten la corrupción, deben estar los trabajadores organizados, defendiendo los rigores del tratamiento a la corrupción, fiscalizando los procedimientos, sirviendo de contrapartes a los funcionarios estatales y de gobierno, evitando la penetración de los mecanismos y exigiendo la transparencia en los procedimientos".

En ese sentido, durante la penúltima sesión de la Asamblea General, Esteban Lazo puntualizó que "una batalla como esta no se gana si no es con el pueblo, con los trabajadores, y partiendo del ejemplo que deben dar, en primer lugar, los cuadros y dirigentes a todos los niveles".

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