“Corta un hilo”, de Juan Carajo – Arte por Iván-Fernández Dávila

Publicado el 03 agosto 2013 por Javier Flores Letelier
VERSION 1

CORTA UN HILO

Presiona el botón, agárralo, agárralo…

Olvida esos vientos cromados, siente ese olvido que te acompaña al amanecer, no permitas su recuerdo en esos ocasos llenos de cuero y tambor, olvida ese tumbao hilado, olvida cada gota de baile, olvida la…olvídala…

La primera vez que fue su acto, nunca olvidó lo importante que era para él esa morena, esa mujer que llenaba de paciencia sus impacientes deseos y colmaba sus vacías noches de toqueteo. Nunca olvidaría su insasiable movimiento pasional. Nunca trataría de recordarla llorando, penando. Cada paso, cada movimiento actoral, cada manejo, brindaba, a la melancolía, poder sobre sus manipulaciones; aquel maleable personaje era el que representaba su desgracia. Dale también olvido-se obligaba a pensar, aunque la desdicha practicaba toda clase de acciones sobre él. Pobre marioneta, su sórdida actuación acababa con el bullicio de unos pocos espectadores que tenían la ilusión de poder representarse en un cuadro que nunca llegó, pobres espectadores que regalaron un beneficio a aquel de quien siempre dudarían.

La primera vez nunca se olvida, y era cierto, fue su punto de giro, fue su quiebre, fue su renacer. El amor es una mierda-llegó a conjurar. Sus impulsos irradiaban toda clase de deseos: de muerte, de engaño, de venganza, de perdón… La primera vez nunca se olvida, y fue con ella con quien aprendió a odiar, por primera vez; fue con ella con quien aprendió a temer, por primera vez; fue con ella con quien aprendió a vivir, por última vez.

Una presentación más, una noche llena de bullicio, acompañada de cansancio y desilusión. No puedo más- confesaba a su muñeco. Ella lo era todo para mí, ella me brindaba seguridad, ella … ella… ella…-.

Nunca había creído en la magia, hechicería o tantos cuentos que los faltos de imaginación creaban; pero sí creía en la fantasía de una mirada, en el secreto de unos labios sellados, en la verdad de una caricia nocturna.

Vamos… Aprieta el botón. Apriétalo, apriétalo…

Nadie escoge a su familia, o a su raza cuando nace-pregona la canción. Nadie escoge su futuro o su destino cuando peca-pregonaba él sin pensar. Todo baile, toda canción te indica de que no está hecha la vida; pero, nadie escoge ser bueno, malo, alto o bajo, y de eso él estaba casi seguro, pues escrutaba sus recuerdos donde concluía que cada persona cambia tu vida, como la cambian tus acciones. El cielo abría sus puertas, su mirada se postraba ante él, un rojo infernal cambiaban su azul sideral, la tentación lo convirtió en su culpa, su desdicha era un infortunio, y su muñeco una representación. El fuego quemó todos sus recuerdos, las cenizas confundieron su pensar, cada día recordaba que no está prohibido olvidar. Cuando buscamos la verdad, entramos en nosotros mismos, desencadenando miles de dudas y resolviendo miles de misterios que nuestro ser y nuestra alma mantienen en contacto devenir. Un recuerdo es lo que menos deseo en mi memoria, el recuerdo de ese amor que nunca pudo ser, el recuerdo de esa traición que no puedo creer, el recuerdo de tu rostro, olvidando mi ser… - finalmente conjeturó. Aunque memorizó que el amor murió cuando los hombres mataron los dioses.

Otra vez, frente al baúl, se encontraba deshaciendo sus recuerdos, aquellos que lo atormentaban y que lo seguirán haciendo hasta el fin de los tiempos, no era su pasado, era su cometido, era lo que él había querido ser, era en lo que él se había convertido; no más, no más, no más. El rostro de la desgracia acariciaba sus labios, ese sabor amargo lo estremecía, lo hacia llegar a helar cada sentimiento, y lo demostraba con atrocidades. No querrás despertarme, soy todo un demonio, repetía una y otra vez (desde el baúl), la maldad esta toda en mí, es inefable la tortura que podrás llegar a sentir… Y así encontraba la paz, despertando ese malogrado ser que habitaba en lo profundo de su razón, esa demencia que nunca quiso brotar, florecer, mostrar. De repente, los sonidos estremecedores de una madera con poca atención helaron sus fronteras; al ver el intersticio que se pronunciaba cada vez más, corrió al encuentro de su miedo detrás de su biblioteca. Llegó dicha apertura hasta cierta distancia, donde sólo un brillo tímido despertaba la curiosidad del titiritero; la complicidad de esa mirada lo conducía a acercarse, lo llamaba silenciosamente, una mirada que habla, una verdad que se oculta. Un golpe distrajo su atención en vía contraría hacia el baúl; descubrió en pocos segundos que era su cabeza, que al pasar, movió el cortinero de su escenario espectacular. Mallas- pensó sin vacilar. Caminando, las alcanzó, las tomó y sin pensarlo, las tiró sobre el ya destapado baúl. Ja! Te atrapé- masculló. El silencio lo interrumpió; se presentó ante un vacío baúl y no pudo deducir qué fue lo que realmente buscaba.

Retroceder, siempre mirando atrás, siempre mirando hacia donde. Ja! Te atrapé- Gritó la pequeña voz de su gran marioneta- ahora eres mío- y sus piernas trémulas se pusieron. Ahora, en confusión, sus sueños se apareaban con la realidad, sus pesadillas lo cuidaban sin cesar. ¿Qué será lo que sucede? Seguro se preguntaba, pero en ese momento, no era clara su creación. La imaginación lo traicionaba una vez más, su quietud no respondía a su turbiedad. Cuando abrió los ojos, encontró sobre su pecho a su personaje principal, el protagonista de sus escenas, el protagonista de su vida. ¿Qué es lo que quieres?-le pregunto dudoso de su serenidad.

-Ayudarte- respondió la marioneta.

-Déjame despertar. Déjame en paz- le gritó una y otra vez.
-tú me has creado, tú me has alimentado, tú me has hecho tuyo. No puedes dudar de quién soy, no puedes negar de donde yo vengo, no puedes huir, sin ser yo quién te acompañe. Sólo deja que te calme, sólo deja que te ayude.

¡Despierta! ¡Magia! Noooooooooooooooooooooooo.
Bruma, bruma, bruma, bruma…Maldita existencia, malditaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Despertar es un camino que se debe tomar para vivir, día tras día, una pesadilla, quizá repetitiva, quizá no, pero los hombres se vuelven más feroces y deshumanos; caníbal podrías llegar a ser, y tu única esperanza es sobrevivir, pero, ¿Sobrevivir para qué? Al fin, libre eres, libre estarás. Pudo abrir los ojos, pudo encontrar su tranquilidad. Todo estaba en orden. Al parecer, las botellas vacías no eran un buen lugar sobre el cual caer. No hay fuego. No hubo tormenta que pudiera apagarlo. Pesadillas- pensó tranquilizadoramente.

¿Escuchas eso?- se preguntó. –Es la pequeña voz, es la marioneta-Afirmó. Buscó, en rededor, el baúl. Pero, ¿Cuál baúl? Era un sueño, era una pesadilla. Síiiiiiiiii-Gritó conforme. Cuando, de repente, sintió la cercanía de unos pequeños pasos, sintió la cercanía de su pequeña voz. Un espejo, rápido. Frente al espejo, revisando sus ojos, sacando la lengua, aguantando su tufo, culminó su examen sin pronunciar palabra alguna.

Sólo, hállame en la oscura tiniebla de mi mente, lo más sublime de mi ser está siendo pulverizado por tu recuerdo. Sólo encuentro la paz cuando sé que te has muerto y sólo eso me tranquiliza, aun cuando sé que ya no te voy a tener, pero sé que ya no te entregarás a nadie más; cada centímetro de tu piel será devorado por los gusanos insensatos de este mundo; la terrible muerte acecha tu alma, ya no eres libre como tantas veces me lo dijiste, ya no eres inmortal como tanta veces lo creíste; sólo eres una nube, una nube espontánea, una nube que desaparecerá cuando la ráfaga llegue, una nube que desvanecerá cuando el sol caliente, sólo una nube que se irá con el viento y volverá en otra forma…

La tranquilidad, una vez más, se apoderó de su cuerpo. Cantaba sin percatarse, hablaba sin percatarse, se escuchaba sin…Alto-Se dijo-Mi voz no sonaba así-. Y canto tratando de imitar a un tenor, un barítono, imitando voces, practicando ventriloquismo. Ja! Te apoderé-Se gritó ante el espejo. Sus ojos habían cambiado de mirar, su boca había cambiado su forma de expresar, su rostro había cambiado de felicidad. Ya no era él, era alguno más, era alguien más. No podía creer en la magia, no podía creer en el amor, no podía creer en la vejez. Sus contrariedades pulían su alma, su posesión perfeccionaba su ser. Giraba con rapidez ante el espejo, mascullaba sin parar, pateaba el aire, golpeaba su existir. Pensó en ella, en ese tormento, en esa mujer. Amada mía, nunca te olvidarás de mí- pregonaba. Sintió una fresca brisa, escuchó una borrascosa melodía. Salió al encuentro con la naturaleza, caminó hasta encontrar la frescura que brinda una sombra ante una soleada mañana. Este es el lugar-Confirmó. En una faena se puede filosofar: mientras la motricidad es autómata, la creatividad es soñadora. Los planes se convierten en uno, las metas se ven ya realizadas.

Permíteme un instante! … Quiero que me mires sólo a los ojos: Describe mi mirar, siente mi ilusión, comparte mi pensar. Acércate, danzando, sin perder mis vistas señalando tu próxima caída. Seduce este cuerpo frío y de metal. Lame ese amargo agujero. Siente ese humeante olor. Descubre esa desgarradora penetración. Vive el dolor de la rotura de tu cuerpo; un penetrante dolor de recitales individuales. La paciencia se descubre en sollozos. Los gemidos se transforman en gritos de dolor. La violación es el derecho que rige todo tu ser. La liberación del alma es lo que trata de encontrarte. Ven, te ayudo, te ayudo a penetrar; te ayudo con ese olor humeante; ayudo a ese cuerpo frío y de metal que causa tu dolor, causa tu desenfreno de pasiones sinuosas, de indecibles sensaciones. Sólo empujo la palanca hacia atrás y disparo el fabricante de tus placeres. Placeres de muerte. Placeres de liberación… El placer de un asesino-conjeturó. Terminada su faena, recordó que su marioneta ya no estaba en su hogar. Tranquilidad, inspiración, suavización era todo lo que le brindaba ese lugar. Necesito un alma para poder ver más allá de mis ojos; necesito un beso para poder sentir más allá de mis labios; necesito un abrazo para poder acariciar algo más que tu cuerpo…Necesito estar contigo, y mantenerte siempre a mi lado…Y necesito mi mente, para poder alcanzar tus sueños- Y su mirada se perdía en una resplandeciente luna. Ese era el verdadero epitafio del amor, ese es el verdadero epitafio para el amor. Interrumpiendo su mirar, el harapo pronunció: Ya puedes continuar con tu acto-Y con miedo, este sobresalto. Postrando su mirada en los tímidos ojos de la marioneta encaramada, le profirió: Está siempre presente, está siempre a tu lado, está siempre iluminando tu pensar… No soportas la idea de tener un vigía en tu vida, violando tu libertad, siendo sesgada por astros que visualizan realidades inesperadas, cegando tus sueños y provocando delirios que atormentan tu quietud. Eres tú a quien yo gobierno, eres tú a quien yo manipulo. Y sin vacilar, la marioneta contradijo: En realidad, no soy yo quien representa tu lamento, no soy yo quien pronuncia tu actuación. Eres tú quién se refleja en mi manipulación. Una vez más, su mente se trastornó. Aclarando su visión, la oscuridad y el árbol, su mente nubló. No podía creer en la locura, pues afirmaba que ya todos lo somos al vivir, creía que la locura era la cordura para poder subsistir. Culpó al cansancio, culpo sus menesteres, culpó su sueño.

Las relaciones de su vida pulsaban ese ritmo marcado de su sinfonía; cada amanecer respiraba por ella; se bañaba por ella; trabajaba por ella, era un completo Igual sólo por ella. No existían amigos, soportaba compañeros, aceptaba familiares. Sólo podía contar las esquinas de su cúbica vida; sólo podía tomar el tiempo invariante en su única rutina; hasta que llegó el día donde el agua reventó cada vidrio de su monotonía automatizada, el baúl se abrió.

Un día, abriendo los ojos, despertó. Comprendió lo viejo que estaba a su corta edad. Entendió cada una de las escamas que le habían crecido por nadar a contra corriente. Sin darse cuenta, el cubo en el que él había creado una autómata vida, se convirtió en un caos totalmente placentero, un caos donde solo podía respirar una aromática vida. ¿Muerte?, ya sabía que existía. ¿Amor?, odio incomprensible que evita la barahúnda en la soledad. Espera, pregúntate una vez más ¿qué es tu soledad?, ¿es mirada como las demás? ¿Te encuentras conforme con su serenidad? Busca en tu interior una respuesta, pero no te conformes con lo que ves, una explicación sale por la mirada, otra por tu boca y otra es la realidad de tu acción; provoca confusión, demuestra tu inquietud y destruye la regla. Sal a caminar, fuera de lo cotidiano, descubre tu mundo sideral destellando en tu espacio interior… La misteriosa luna te seduce, conduce a un incierto camino para explorar las divagaciones de una imaginación inusual, destruye situaciones comunes, destipifica la realidad, regala una sonrisa, enamórate de una mirada, como la de esa persona; acércate a ella, descubre su mapa, adéntrate en su aventura y conquista su horizonte. Cada alma seduce su destino, aunque confundas visiones y desmientas pasiones, los destinos te involucran en la causalidad de la vida, pues nada es mejor creado que los efectos de tus causas, aquellos que sin el juicio del arrepentimiento te aclaran tu verdadero sentido, tus caminos mágicamente se abren ante ti con sed de ser recorridos, revelándote tus pasiones más profundas y verdaderas, descritas en la profunda infinidad de las cosas simples, simples como esa mirada, la mirada de esa persona…

No puedo creer que lo haya hecho, no puedo creer que lo haya cometido. Soy un asesino- Y salió en busca de esa tranquila sombra cerca del árbol. Recordó la epifanía, se olvidó de la marioneta, discutió con su nueva vida. Excavaba sin parar. Maldecía sin cesar. Ya no había nada, ya no existía nada. Todo se había ido, todo había desaparecido. Regresando a casa, con sus últimos recuerdos, con su ira al descubierto, procedió a quemar la marioneta. Como las cenizas de su recuerdo, confundiéndolo en sus memorias, decidió esparcirlas. Recordaba a partes que escrutaban recuerdos de vientos conduciendo olvidos. Recordaba fechas que arribaban remembranzas. Recordaba la morena que incitaba sus pasiones. Recodaba la hora de una eterna llegada. Y recordó: Ahora que mi mente se aparta de mi cuerpo, quisiera ver mi alma danzando sobre todos mis lamentos…

Cada mente explorará la psicodelia del ser; estrujará cada centímetro de color adyacente al dolor; encontrará, en la alucinación, la respuesta a su más grande perversión; y se preguntará, ¿estoy demasiado loco para no sentir temor? ¿Estoy demasiado loco para no sentir amor?

FIN

VERSIÓN 2

CORTA UN HILO

I

Presiona el botón, agárralo, agárralo…

Olvida esos vientos cromados, siente ese olvido que te acompaña al amanecer, no permitas su recuerdo en esos ocasos llenos de cuero y tambor, olvida ese tumbao hilado, olvida cada gota de baile, olvida la…olvídala…

La primera vez que fue su acto,nunca olvidó lo importante que era para él esa morena, esa mujer que llenaba de paciencia, sus impacientes deseos y colmaba sus vacías noches de toqueteo. Nunca olvidaría su insaciable movimiento pasional. Nunca trataría de recordarla llorando, penando. Cada paso, cada movimiento actoral, cada manejo, brindaba, a la melancolía, poder sobre sus manipulaciones; aquel maleable personaje era el que representaba su desgracia. Dale también olvido-se obligaba a pensar, aunque la desdicha practicaba toda clase de acciones sobre él. Pobre marioneta, su sórdida actuación acababa con el bullicio de unos pocos espectadores que tenían la ilusión de poder representarse en un cuadro que nunca llegó, pobres espectadores que regalaron un beneficio a aquel de quien siempre dudarían.

La primera vez nunca se olvida, y era cierto, fue su punto de giro, fue su quiebre, fue su renacer. El amor es una mierda-llegó a conjurar. Sus impulsos irradiaban toda clase de deseos: de muerte, de engaño, de venganza, de perdón… La primera vez nunca se olvida, y fue con ella con quien aprendio a odiar, por primera vez; fue con ella con quien aprendió a temer, por primera vez;fue con ella con quien aprendió a vivir, por última vez.

Una presentación más, una noche llena de bullicio, acompañada de cansancio y desilusión. No puedo más- confesaba a su muñeco. Ella lo era todo para mi, ella me brindaba seguridad, ella … ella… ella…-.

Nunca había creído en la magía, hechicería o tantos cuentos que los faltos de imaginación creaban; pero sí creía en la fantasía de una mirada, en el secreto de unos labios sellados, en la verdad de una caricia nocturna.

II

Vamos… Aprieta el botón. Apriétalo, apriétalo…

Nadie escoge a su familia, o a su raza cuando nace-pregona la canción. Nadie escoge su futuro o su destino cuando peca-pregonaba él sin pensar. Todo baile, toda canción te indica de que no está hecha la vida; pero, nadie escoge ser bueno, malo, alto o bajo, y de eso él estaba casi seguro, pues escrutaba sus recuerdos donde concluía que cada persona cambia tu vida, como la cambian tus acciones. El cielo abría sus puertas, su mirada se postraba ante él, un rojo infernal cambiaba su azul sideral, la tentación lo convirtió en su culpa, su desdicha era un infortunio, y su muñeco una representación. El fuego quemó todos sus recuerdos, las cenizas confundieron su pensar, cada día recordaba que no está prohibido olvidar. Cuando buscamos la verdad,entramos en nosotros mismos, desencadenando miles de dudas y resolviendo miles de misterios que nuestro ser y nuestra alma mantienen en contacto devenir. Un recuerdo es lo que menos deseo en mi memoria, el recuerdo de ese amor que nunca pudo ser, el recuerdo de esa traición que no puedo creer, el recuerdo de tu rostro, olvidando mi ser… – finalmente conjeturó. Aunque memorizó que el amor murió cuando los hombres mataron los dioses.

III

Otra vez, frente al baúl, se encontraba deshaciendo sus recuerdos, aquellos que lo atormentaban y que lo seguirán haciendo hasta el fin de los tiempos, no era su pasado, era su cometido, era lo que él había querido ser, era en lo que él se había convertido; no más, no más, no más. El rostro de la desgracia acariciaba sus labios, ese sabor amargo lo estremecía, lo hacia llegar a helar cada sentimiento, y lo demostraba con atrocidades. No querrás despertarme, soy todo un demonio, repetía una y otra vez (desde el baúl), la maldad esta toda en mí, es inefable la tortura que podrás llegar a sentir… Y así encontraba la paz, despertando ese malogrado ser que habitaba en lo profundo de su razón, esa demencia que nunca quiso brotar, florecer, mostrar. De repente, los sonidos estremecedores de una madera con poca atención helaron sus fronteras; al ver el intersticio que se pronunciaba cada vez más, corrió al encuentro de su miedo detrás de su biblioteca. Llegó dicha apertura hasta cierta distancia, donde sólo un brillo tímido despertaba la curiosidad del titiritero; la complicidad de esa mirada lo conducía a acercarse, lo llamaba silenciosamente, una mirada que habla, una verdad que se oculta. Un golpe distrajo su atención en vía contraría hacia el baúl; descubrió en pocos segundos que era su cabeza, que al pasar, movió el cortinero de su escenario espectacular. Mallas- pensó sin vacilar. Caminando, las alcanzó, las tomó y sin pensarlo, las tiró sobre el ya destapado baúl. Ja! Te atrapé- masculló. El silencio lo interrumpió; se presentó ante un vacío baúl y no pudo deducir que fue lo que realmente buscaba.

Retroceder, siempre mirando atrás, siempre mirando hacia donde. Ja! Te atrapé- Grito la pequeña voz de su gran marioneta- ahora eres mío- y sus piernas trémulas se pusieron. Ahora, en confusión, sus sueños se apareaban con la realidad, sus pesadillas lo cuidaban sin cesar. ¿Qué será lo que sucede? Seguro se preguntaba, pero en ese momento, no era clara su creación. La imaginación lo traicionaba una vez más, su quietud no respondía a su turbiedad. Cuando abrió los ojos, encontró sobre su pecho a su personaje principal, el protagonista de sus escenas, el protagonista de su vida. ¿Qué es lo que quieres?-le pregunto dudoso de su serenidad.

-Ayudarte- respondió la marioneta.
-Déjame despertar. Déjame en paz- le gritó una y otra vez.
-tú me has creado, tú me has alimentado, tú me has hecho tuyo. No puedes dudar de quién soy, no puedes negar de donde yo vengo, no puedes huir, sin ser yo quién te acompañe. Sólo deja que te calme, sólo deja que te ayude.

IV

¡Despierta! ¡Magia! Noooooooooooooooooooooooo.
Bruma, bruma, bruma, bruma…

Despertar es un camino que se debe tomar para vivir, día tras día, una pesadilla, quizá repetitiva, quizá no, pero los hombres se vuelven más feroces y deshumanos; caníbal podrías llegar a ser, y tu única esperanza es sobrevivir, pero, ¿Sobrevivir para qué? Al fin, libre eres, libre estarás. Pudo abrir los ojos, pudo encontrar su tranquilidad. Todo estaba en orden. Al parecer, las botellas vacías no eran un buen lugar sobre el cual caer. No hay fuego. No hubo tormenta que pudiera apagarlo. Pesadillas- pensó tranquilizadoramente.

¿Escuchas eso?- se preguntó. –Es la pequeña voz, es la marioneta-Afirmó. Buscó, en rededor, el baúl. Pero, ¿Cuál baúl? Era un sueño, era una pesadilla. Síiiiiiiiii-Gritó conforme. Cuando, de repente, sintió la cercanía de unos pequeños pasos, sintió la cercanía de su pequeña voz. Un espejo, rápido. Frente al espejo, revisando sus ojos, sacando la lengua, aguantando su tufo, culminó su examen sin pronunciar palabra alguna.

Sólo, hállame en la oscura tiniebla de mi mente, lo más sublime de mi ser esta siendo pulverizado por tu recuerdo. Sólo encuentro la paz cuando sé que te has muerto y sólo eso me tranquiliza, aun cuando sé que ya no te voy a tener, pero sé que ya no te entregarás a nadie más; cada centímetro de tu piel será devorado por los gusanos insensatos de este mundo; la terrible muerte asecha tu alma, ya no eres libre como tantas veces me lo dijiste, ya no eres inmortal como tanta veces lo creíste; sólo eres una nube, una nube espontánea, una nube que desaparecerá cuando la ráfaga llegue, una nube que desvanecerá cuando el sol caliente, sólo una nube que se irá con el viento y volverá en otra forma…

La tranquilidad, una vez más, se apoderó de su cuerpo. Cantaba sin percatarse, hablaba sin percatarse, se escuchaba sin… Alto-Se dijo-Mi voz no sonaba así-. Y canto tratando de imitar a un tenor, un barítono, imitando voces, practicando ventriloquismo. Ja! Te apoderé-Se gritó ante el espejo. Sus ojos habían cambiado de mirar, su boca había cambiado su forma de expresar, su rostro había cambiado de felicidad. Ya no era él, era alguno más, era alguien más. No podía creer en la magia, no podía creer en el amor, no podía creer en la vejez. Sus contrariedades pulían su alma, su posesión perfeccionaba su ser. Giraba con rapidez ante el espejo, mascullaba sin parar, pateaba el aire, golpeaba su existir. Pensó en ella, en ese tormento, en esa mujer. Amada mía, nunca te olvidarás de mí- pregonaba. Sintió una fresca brisa, escuchó una borrascosa melodía. Salió al encuentro con la naturaleza, caminó hasta encontrar la frescura que brinda una sombra ante una soleada mañana. Este es el lugar-Confirmó. En una faena se puede filosofar: mientras la motricidad es autómata, la creatividad es soñadora. Los planes se convierten en uno, las metas se ven ya realizadas.

V

Permíteme un instante! … Quiero que me mires sólo a los ojos: Describe mi mirar, siente mi ilusión, comparte mi pensar. Acércate, danzando, sin perder mis vistas señalando tu próxima caída. Seduce este cuerpo frío y de metal. Lame ese amargo agujero. Siente ese humeante olor. Descubre esa desgarradora penetración. Vive el dolor de la rotura de tu cuerpo; un penetrante dolor de recitales individuales. La paciencia se descubre en sollozos. Los gemidos se transforman en gritos de dolor. La violación es el derecho que rige todo tu ser. La liberación del alma es lo que trata de encontrarte. Ven, te ayudo, te ayudo a penetrar; te ayudo con ese olor humeante; ayudo a ese cuerpo frío y de metal que causa tu dolor, causa tu desenfreno de pasiones sinuosas, de indecibles sensaciones. Sólo empujo la palanca hacia atrás y disparo el fabricante de tus placeres. Placeres de muerte. Placeres de liberación… El placer de un asesino. Terminada su faena, recordó que su marioneta ya no estaba en su hogar. Tranquilidad, inspiración, suavización era todo lo que le brindaba ese lugar. Necesito un alma para poder ver más allá de mis ojos; necesito un beso para poder sentir más allá de mis labios; necesito un abrazo para poder acariciar algo más que tu cuerpo… Necesito estar contigo, y mantenerte siempre a mi lado…Y necesito mi mente, para poder alcanzar tus sueños- Y su mirada se perdía en una resplandeciente luna. Ese era el verdadero epitafio del amor, ese es el verdadero epitafio para el amor. Interrumpiendo su mirar, el harapo pronunció: Ya puedes continuar con tu acto-Y con miedo, este sobresalto. Postrando su mirada en los tímidos ojos de la marioneta encaramada, le profirió: Está siempre presente, está siempre a tu lado, está siempre iluminando tu pensar… No soportas la idea de tener un vigía en tu vida, violando tu libertad, siendo sesgada por astros que visualizan realidades inesperadas, cegando tus sueños y provocando delirios que atormentan tu quietud. Eres tú a quien yo gobierno, eres tú a quien yo manipulo. Y sin vacilar, la marioneta contradijo: En realidad, no soy yo quien representa tu lamento, no soy yo quien pronuncia tu actuación. Eres tú quién se refleja en mi manipulación. Una vez más, su mente se trastornó. Aclarando su visión, la oscuridad y el árbol, su mente nubló. No podía creer en la locura, pues afirmaba que ya todos los somos al vivir, creía que la locura era la cordura para poder subsistir. Culpó al cansancio, culpo sus menesteres, culpó su sueño.

VI

Las relaciones de su vida pulsaban ese ritmo marcado de su sinfonía; cada amanecer respiraba por ella; se bañaba por ella; trabajaba por ella, era un completo Igual sólo por ella. No existían amigos, soportaba compañeros, aceptaba familiares. Sólo podía contar las esquinas de su cúbica vida; sólo podía tomar el tiempo invariante en su única rutina; hasta que llegó el día donde el agua reventó cada vidrio de su monotonía automatizada, el baúl se abrió.

Un día, abriendo los ojos, despertó. Comprendió lo viejo que estaba a su corta edad. Entendió cada una de las escamas que le habían crecido por nadar a contra corriente. Sin darse cuenta, el cubo en el que él había creado una autómata vida, se convirtió en un caos totalmente placentero, un caos donde solo podía respirar una aromática vida. ¿Muerte?, ya sabía que existía. ¿Amor?, odio incomprensible que evita la barahúnda en la soledad. Espera, pregúntate una vez más ¿qué es tu soledad?, ¿es mirada como las demás? ¿Te encuentras conforme con su serenidad? Busca en tu interior una respuesta, pero no te conformes con lo que ves, una explicación sale por la mirada, otra por tu boca y otra es la realidad de tu acción; provoca confusión, demuestra tu inquietud y destruye la regla. Sal a caminar, fuera de lo cotidiano, descubre tu mundo sideral destellando en tu espacio interior… La misteriosa luna te seduce, conduce a un incierto camino para explorar las divagaciones de una imaginación inusual, destruye situaciones comunes, destipifica la realidad, regala una sonrisa, enamórate de una mirada, como la de esa persona; acércate a ella, descubre su mapa, adéntrate en su aventura y conquista su horizonte. Cada alma seduce su destino, aunque confundas visiones y desmientas pasiones, los destinos te involucran en la causalidad de la vida, pues nada es mejor creado que los efectos de tus causas, aquellos que sin el juicio del arrepentimiento te aclaran tu verdadero sentido, tus caminos mágicamente se abren ante ti con sed de ser recorridos, revelándote tus pasiones más profundas y verdaderas, descritas en la profunda infinidad de las cosas simples, simples como esa mirada, la mirada de esa persona…
No puedo creer que lo haya hecho, no puedo creer que lo haya cometido. Soy un asesino- Y salió en busca de esa tranquila sombra cerca del árbol. Recordó la epifanía, se olvidó de la marioneta, discutió con su nueva vida. Excavaba sin parar. Maldecía sin cesar. Ya no había nada, ya no existía nada. Todo se había ido, todo había desaparecido. Siguió excavando, siguió maldiciendo. Estremecía sus extremidades, variaba sus manos, transformaba sus pies, fusionaba su cuerpo. De repente, hallóse en medio de oscuras sensaciones desmoronables; adentrándose en entrañas naturales; descubriendo sabores terrestres, memorizó su más deliciosa transformación…

VII

Recuerdo cuando era un gusano de fruta, de las frutas más ricas, jugosas y carnosas que se hallaban en aquel paraíso tropical; bailaba desde un delicioso y oliente mango hasta llegar a un árido chontaduro, donde encontraba gran dificultad para penetrar y encontrar esa fibra que me enloquecía, excitaba mi paladar y nutría cada fisura marcada en mi cuerpo, un largo y sedoso cuerpo. Una aventura aérea eran mis viajes; una maloliente y percudida pata era mi transporte predilecto, aunque lo peor era cuando cargaba heces entre sus garras, qué vergüenza se me antojaría ser un ave, siempre en el aire, acechando a la presa y sufriendo resequedad en los ojos por cada soplido inesperado del viento, mareándose por cada ataque espirado y veloz, terminando en muchos intentos fallidos sólo por comer un animal espinado y graso… Los aterrizajes siempre terminaban trompicando mi andar y despertando las risas de las orugas, los gusanos de tierra y la Santa María, esa hermosa, peluda, negri-rubia gusana que me volvía loco cada vez que sonreía y aplaudía vehementemente mis hazañas, pues era el único que me arriesgaba a cabalgar un ave y a sacudirme después de un vuelo; y así, la conquisté, o por lo menos, llamaba su atención y, hasta donde yo sabía, ella no estaba enredada con algún otro gusano ni bicho raro que habita por ahí, aunque siempre la acompañaba un mariquita, su mejor amigo, su confidente, su diario…

Un día, no muy lejos de este, me convencí y la conquiste, de la mejor forma, sólo como un gusano lo podría hacer: Le regalé la semilla más hermosa que haya podido encontrar y existir sobre la faz de este bosque; aunque nunca la pude mover, le dije que era tan grande como grande era mi amor por ella, que era el fruto de la tierra como todo lo que busco pensando en ella, que está arraigada a la tierra sólo como ella puede arraigarme, y cómo nuestro amor podría ser; que venía de un fruto exquisito, como exquisitos pueden ser nuestros encuentros; que es perenne como el amor que siento hacia ella; que es tan dura como mi corazón lo es ante las tentaciones; y, que se la entrego toda, como también le entrego todo mi ser. En seguida, vi erizar esos pelos puntiagudos y, hallándola encima de este cuerpo largo y sedoso, la besé; besé esa beldad de gusana, besé esa fisura que succiona los alimentos, y le prometí, que sólo existe un gusano en el mundo que le dedicaría toda su semana, día y noche; que la llevaría a ver el nacimiento de hojas voladoras, de cuevas creadoras de abejas y que le enseñaría a cabalgar sobre el pájaro del amor, aquel que bate las alas tan rápido que dibuja cada silueta de una dichosa y hermosa rosa, la cuál, será nuestro hogar…

Podría afirmar que desde ese encuentro, la amé hasta el día de hoy, ya que estamos en el séptimo día y la hora del yacimiento ha arrancado…

VIII

Regresando a casa, con sus últimos recuerdos, con su ira al descubierto, procedió a quemar la marioneta. Como las cenizas de su recuerdo, confundiéndolo en sus memorias, decidió esparcirlas. Recordaba a partes que escrutaban recuerdos de vientos conduciendo olvidos. Recordaba fechas que arribaban remembranzas. Recordaba la morena que incitaba sus pasiones. Recodaba la hora de una eterna llegada. Y recordó: Ahora que mi mente se aparta de mi cuerpo, quisiera ver mi alma danzando sobre todos mis lamentos…

Cada mente explorará la psicodelia del ser; estrujará cada centímetro de color adyacente al dolor; encontrará, en la alucinación, la respuesta a su más grande perversión; y se preguntará, ¿estoy demasiado loco para no sentir temor? ¿Estoy demasiado loco para no sentir amor?

FIN