Este verano, un amigo me preguntó que si me apetecía colaborar en un programa de la radio, en una sección del mismo sobre cosas de psicología. De entrada no me pareció mal y dado que en estas fechas dispongo de algo más de tiempo, pensé que era una posibilidad de hacer algo interesante y tal vez de aportar alguna cosa que pudiera ayudar a la gente.
Una vez que hablé con el responsable del programa, su voz me transmitió buenas “vibraciones” y sus ideas me resultaron atractivas. ¿Me hipnotizó? Tal vez… Pensé que por qué no… Que el participar en un medio como ese era una experiencia más y que de alguna manera, tal vez se pudiera aportar así algo. Y que conste que en general me escapo de eso de participar en los medios…
Una vez allí, la persona responsable del programa confirmó mi impresión positiva inicial y la primera vez que grabamos, me daba la sensación de estar de charla con unos amigos. Fue muy agradable y divertido. Grabamos unos fragmentos para programas de tres días que no iba a poder estar. De hecho, comenté poco después a alguien que “eso de la radio es divertido”. Hasta me daba que pensar si yo no tenía que haberme planteado alguna vez en la vida dedicarme a algo de eso. Los de la radio me habían “hipnotizado” y tenía ganas de más. Hasta me replanteaba mi vocación… ¡Qué fuerte!
Después vino otra experiencia; la del directo. Tocaba intervención con Anthony Blake, un señor cuyo nombre me sonaba a que debía ser famoso, pero del que no sabía prácticamente nada. Me sonaba a algo de magos… Así que, como ignorante del mundo de los famosos, me metí a bucear un poco por Internet para conocer un poquito más de mi interlocutor y no me sonó mal. Es un señor que se dedica a hacer espectáculos de “mentalismo” (una especie de ilusionismo) y que por suerte, es muy crítico con el uso lúdico de la hipnosis. Como yo misma, opina que se cometen muchos abusos sobre los que participan en ciertos espectáculos de hipnosis, pues se les ridiculiza. Yo añadiría, que además, no se les informa de los riesgos que pueden correr al exponerse a semejante situación. Antes de hacer una hipnosis a alguien hay que hacer una buena historia médica y psiquiátrica para tener claro lo que se va a hacer y con qué fin. Si esto no se hace así, se pueden remover cosas en la gente, y encima, hacerles sacar su intimidad delante de los demás, sin ningún tipo de cuidado. Algo carente de un mínimo de criterio ético.
Volviendo al programa en directo, os cuento, que este señor intervino por teléfono y no paraba de hablar. Se le veía bastante entusiasmado y animado. Lo difícil era meter baza. Yo tengo una cierta práctica en eso de meter baza por mi profesión, pues meto la cuña cuando el otro coge aire, o se despista un instante. Pero este hombre tengo mis dudas de si respiraba o no. No obstante seguía vivo, así que algo debió de respirar. Pese a esta pequeña inconveniencia, fue una charla amena y divertida. Me entraban ganas de seguir hablando horas y horas de las diversas cuestiones que iban saliendo.
Después de la intervención de Mr. Blake, hablamos de otras cuestiones. De diferencias entre psicólogos y psiquiatras, de cómo es la gente que va a mi consulta (y yo dije que estaban mejor que la media, porque reconocen que tienen un problema y se ocupan en resolverlo), de cómo es mi consulta, etc.
Lo mejor de todo es que paso una hora y parecían que habían pasado 5 minutos. Una vez más, los de la radio me habían hipnotizado. ¡Y yo sin enterarme! Estos sí que son expertos en hipnosis. A su lado no soy más que una mera aprendiz.
Como me he quedado hipnotizada por la radio, os cuento que seguiré hasta septiembre. ¡He picado! Si me queréis acompañar algún día mientras ando por allí, si estáis en Madrid me podéis escuchar directamente en la Cadena Ser y si estáis fuera, podéis escucharme por Internet en http://www.cadenaser.com/ (una vez ahí, veréis que arriba a la izquierda se ve un botón amarillo sobre el fondo azul, que pone “oir”). Podéis escucharme los martes del verano entre las 19 y las 20 h.
Saludos a todos y buen verano