Cosas que (me) pasan: equivocaciones

Por Negraflor @NegraFlor_Blog

Qué divertidos (o no) son los equívocos

Sí, cari. Los equívocos es lo que tienen. Que te ponen en un apuro del que no sabes muy bien cómo salir. Tú vas confiada, metes la pata hasta el gazante… ¿y luego? Me voy a limitar a equívocos graciosos, a esas cositillas que, al fin y al cabo, le ponen un poquillo de sal a la vida y tal, que las desgracias ya vienen solas.

Es como eso de ir por la calle, ves a alguien que saluda, tú no tienes muy claro quién es, pero saludas efusivamente… para luego darte cuenta de que saludan a la persona que va detrás tuyo. A ese tipo de cosas me refiero. Que sí, que eso también me ha pasado. La ventaja de ser negra (una de ellas, junto con el bronceado permanente, por ponerme frivolona y tal) es que no se nota cuando me ruborizo.  Y eso tiene su punto.

Bueno, pues esta semana me pasó algo de este estilo en Twitter; resulta que alguien me incluyó en una respuesta en la que le decía a otra persona que es súper chachi (que lo es; doy fe), y que había recomendado a varias personas que la siguieran, y esas personas estaban encantadas.

Pues una, que es muy pagada de sí misma, se pone a leer aquello, se le nubla el sentido, se cree que esas alabanzas son para la muá… y la lía parda dando las gracias y tal. ¡Juas! ¡Bueno, bueno, bueno! El jarro de agua fría llega cuando la persona que ha enviado la respuesta me dice que esos comentarios no son para mí, que son para la otra persona que va incluida en la respuesta. A mí se me queda la poker face, obviously; pero ahora estoy intentando imaginarme la cara de la persona que envió las respuestas cuando me leyó… ¡y seguro que se quedó flipando! Pero la persona a la que en verdad iban dedicados los comentarios… ¡es que ya directamente se partía la caja de la risa, oigan!

Total, que ahí me pongo fatal, de la metedura de pata. Que me quiero morir, vamos. ¡Qué-ver-güen-za por Dior! Lleno mi TimeLine de #tierratragame como hashtag, y sigo muriéndome de la vergüenza. Y la voz de mi conciencia diciéndome a gritos “¡esto te pasa por lissssssta!“.

La persona que envió las respuestas que yo malinterpreté se pone a intentar quitarle hierro al asunto; y mis tuit-amigas hacen lo propio. Y yo, que iba pa’ folclórica pero me quedé en el intento, activo el modo Drama Queen XXL y lleno el TL de tuits en plan que si soy lo peor, que si qué vergüenza y así hasta que se me pasa la tontería.

En fin, lesson learned, queridos: no puedo darme por aludida con tanta facilidad cuando oigo (leo) halagos. La parte positiva es que mi blog ha ganado un seguidor, como el que no quiere la cosa… ¡Menudo disparate!