NO me voy a poner nunca más en mi vida un “gorrito de cotillón”.
Odio-profundamente-los gorritos de cotillón. Y no es por ponerme un gorro, es por esa goma infame que me secciona el cuello. Y porque siempre son muy pequeños y me chafan el pelo (que como es una noche “especial” suele estar más trabajado que de costumbre). Estos “packs” made in china(que yo he comprado para mañana, por cierto), además llevan un antifaz con goma de pollo que se suele romper enseguida y unos orificios para los ojos que nunca coinciden con la posición necesaria para la visión. Ya no te quiero hablar si te tocan las gafas y bigote de Groucho. ¿Alguien se puede poner esas gafas de plástico hiriente?. La guirnalda para el cuello es lo menos feo pero es…triste. Chafadita, delgadita…pansida ( que viene a ser marchita). Pero mira, te la colocas y lanzas unos “Yujuy” y parece que estés en” el no va más” … Me diréis que la calidad, hace mucho pero también me he puesto gorritos de los “packs de lujo” y siguen siendo igual de incómodos. Esos sí, el collar-guirnalda, con mucha más prestancia.
Otra cosa que no me gusta de la Nochevieja, es el “momento-post –uvas”. Ya me cuesta esperar a las doce para el rito. Es como una cosa a destiempo…A veces, cenas pronto para que no te pille en medio del fregao y te pasas un ratito esperando. Otras, te encuentra engullendo el segundo mientras alguien prepara a toda prisa los boles de uvas y te los pone delante del plato, con alteración y nerviosismo, porque va a ser ya!
Pero lo que más odio es cuando ya han acabado las campanadas y yo estoy intentando tragar las casi doce uvas (me cuesta ingerirlas) y la gente ya está brindando y besándose y abrazándose… Y tú, allí, con todas tus uvas en proceso de deglución, sobreviviendo al momento.
Por cierto, en la foto una forma original de servir las doce uvitas. Me lo voy a copiar.
Al margen de estos dos detallitos, me gusta vivir la Noche de Fin de Año, como una noche mágica. Esté dónde esté siempre me concentro en unos deseos básicos. Creo en eso de que la “buena suerte” se puede atraer y como esto es un proceso totalmente interior, puedo hacerlo sin levantar sospechas… Con cada uva, pienso un deseo pero lo visualizo. Genero una imagen de ese deseo. Si va demasiado rápido y no me da tiempo a visualizar, repito la imagen anterior.
Sí, hago eso pero… sin gorro de cotillón, que conste. ; – )
Curiosidad :
Fiesta de Nochevieja y cotillón son dos palabras muy difíciles de separar en nuestra época actual pero no siempre esto ha sido así y hoy os contaremos de donde proviene esta palabra y porque se aplica actualmente a la bolsa con sombreros, antifaces, matasuegras y confeti que no pueden faltar en la fiesta de celebración de la entrada del nuevo año.
La palabra cotillón es una palabra de origen francés que originalmente significaba enaguas o falda. Posteriormente también se la incorporó como denominación de un tipo de baile parecido al vals con el que se cerraba alguna fiesta. Con el tiempo la palabra “cotillón” pasó a designar también las fiestas donde al final se bailaba ese “valsecito”.
Parece ser que en esas fiestas, y cuando llegaba el momento de bailar el cotillón, o sea el baile, se acostumbraba repartir algunos pequeños obsequios, confetis, serpentinas, pitos y demás artilugios, para dar mayor alegría y animación la fiesta.
Este baile era una especie de final de fiesta. Y fue así que cotillón luego pasó a usarse como denominación de los obsequios, más que la danza en sí misma. Hoy este cotillón se usa para fiestas de casamientos, fin de año, cumpleaños y todo tipo de celebraciones.
El cotillón se llama tambien Bolsas de Cotillon porque normalmente los artilugios se entregan en una bolsa metalizada, transparente o incluso de carton – pvc dorado o plateado pudiendo incluso estar estas bolsas de cotillon personalizadas.
De ballesterismo.com