Revelar fotos
¡Qué recuerdos! ¿Quién de vosotros no recuerda ir de vacaciones o fin de semana con su cámara, gastar el carrete haciendo las fotos como uno buenamente podía o sabía, volver a casa, sacar el carrete y llevarlo a la tienda de revelado?
En el fondo era todo un rito, como cuando íbamos al videoclub a alquilar una película. Era el sacar el carrete, llevarlo a revelar y esperar un día o más (aunque acabaron saliendo revelados rápidos en el día) a que nos dieran las fotos. Hasta ese momento era todo un misterio saber cómo habían salido (más de una se perdía por borrosa), lo que convertía la experiencia en algo que ahora recordamos con nostalgia.
Llamar a tus amigos por el telefonillo sin saber si iban a estar
Allá por los 80 y gran parte de los 90, era de lo más habitual salir a la calle a jugar, incluso en las grandes ciudades. Pero también era muy normal el salir sólo, o quizás con unos amigos, y llamar al telefonillo de otro amigo para ver si bajaba a jugar, por supuesto, sin tener ni idea de si estaría en casa.
Esto sería hoy algo impensable. Los chavales de hoy disponen de Internet y teléfonos móviles, con los correspondientes WhatsApp, Facebook, Instagram, correos electrónicos, etc. Hoy más bien lo difícil sería desconocer en dónde están tus amigos.
Jugar en red en un ciber café
El ciber café, aquel establecimiento que se reprodujo como setas por pueblos y ciudades a finales de los 90 y principios de 2000, es hoy una rara avis, aunque alguno se puede ver todavía.
Normalmente solían ser cutres y las conexiones dejaban mucho que desear, pero era un punto clave para entrar a Internet cuando todavía en las casas no estaba demasiado extendido y, especialmente, para jugar en red con nuestros amigos.
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