Realmente, esta entrada no estaba preparada. Yo venía aquí a hablaros de otra cosa, que la aplazaré para otro día, porque ésto me parece importante.
Estaba yo tranquila, jugando con mi gata, hace cinco minutos, cuando escuché a mi madre llamar "puta" a una mujer. Alcé la cabeza, queriendo saber con qué motivo había proferido aquel insulto, para encontrarme con una mujer cuyo único pecado había sido acostarse con un hombre que tenía pareja.
Al parecer, prestando más atención a mi progenitora, pude escuchar como también afirmaba que la culpa de que un hombre le ponga los cuernos a una mujer es de la mujer que se deja conquistar por el hombre con pareja, en lugar del hombre que decide serle infiel a su mujer.
Todavía seguimos en una sociedad en la que se culpa a la mujer de ser la causante de que un hombre le ponga los cuernos a su pareja.
Y mirad que mi madre no es una persona muy chafada a la antigua en estos temas.
Sin ninguna duda, la mujer no tiene la culpa, es el hombre quien ha decidido traicionar la relación que tiene, y la cual, se ha acordado, que debe ser monógama. (Para evitar que me saltéis con las poliamorosas). Aunque tampoco es el tema en este asunto.
Sino que es el hecho de que, tras muchos siglos, la mujer sigue siendo la culpable de todos los males del hombre. Es la culpable de que un hombre con pareja se ponga a tontear con ella y es culpable de dejarse llevar con ese tonteo.
El hombre por supuesto nunca tiene la culpa de nada, es sólo una marioneta en manos de las mujeres.
Que malas somos las mujeres.