Maria Dolores de Cospedal tiene en la mirada la duplicidad del ave nocturna, atrapada en la noche y al tiempo ávida de alcanzar alguna presa; tal podría ser la explicación de sus comparecencias, todas similares en desconcierto y aplomo. Las discotecas han hecho mucho daño a la clase política, algunos y algunas aún piensan que el aparato político se debe dirigir con la misma tersura y tensión con la que uno iba a ligar a las discos en aquellos años impúdicos.
Con la melena en ordenada caída y la sonrisa maliciosa de niña inocente, Cospedal dirige las ruedas de prensa como un director de orquesta que obviara la partitura para interpretar su propia obra, mientras los músicos se miran entre sí y no saben si asisten a una genialidad o a una gigantesca tomadura de pelo, no saben si tratar de seguir el adagio improvisado o dejar el instrumento en el suelo y salir corriendo, lo mismo pasaba con las performances de Joseph Beuys pero al menos uno sabía lo que más o menos iba a encontrarse.
Ayer, la secretaria general del Partido que gobierna este país, dijo —entre otras cosas— que ya había dicho todo lo que tenía que decir en relación al caso Bárcenas. La verdad es que se agradece que, frente a la monotonía de los días iguales que nos estaba dejando agosto y la corrupción, alguien trate al menos de soslayar la realidad para darnos un respiro a la vuelta de las vacaciones; los regresos son muy duros, la memoria no deja respiro.
Cospedal acata la estrategia del partido, que consiste en desplazar el debate, construir una realidad distinta o deformar los hechos para evitar responsabilidades. Así, ayer anunciaba la presidenta de Castilla La Mancha que los datos que hoy aparecerían en prensa en relación al número de parados serían muy optimistas; frente al tormento del caso Bárcenas, la secretaria general se agarraba a la previsible mejora en el desempleo; y así ha sido, las cifras de paro nos dibujan el mejor agosto desde el año 2000, mientras que el número de parados se ha convertido en una cifra tan intolerable que la acabamos por admitir como normal. Tener 31 parados menos parece ser un logro titánico. No es de extrañar que el Partido popular trate de defender la idea de que treinta y uno es más que cuatro millones y medio. La cifra exacta es esta: 4.698.783.
Es falso que el periodismo trabaje con la verdad, debería trabajar con la asepsia de los hechos, los hechos no admiten versión alguna, los hechos no admiten interpretación y es el hombre el que pone con su mirada la maldad o la bondad en los acontecimientos. Así, Cospedal ha dejado bien claro que ella no ha mentido en el caso Bárcenas y que ella no tiene nada más que decir, como si la verdad fuera algo ajena a ella y saliera así, santamente, por su boca. No lo es, la verdad es una interpretación más de los hechos, pero nunca una categoría absoluta. Mientras Cospedal y (por extensión) toda la cúpula del Partido Popular, siga negando los hechos y vistiendo la verdad con el oropel de sus intereses, la realidad de este país será una realidad distorsionada, algo que sucede como en otra dimensión.