Costa rica: sentirse como un pájaro en monteverde

Por Merche_62

Nos alojábamos en el Hospedaje Mariposa en un bungalow de madera junto a la naturaleza. A 2km se encontraba la Reserva Biológica de Bosque Nuboso de Monteverde que es una de las zonas más bellas de Costa Rica por su biodiversidad y por los esfuerzos que se realizan de forma privada para protegerla.


Monteverde se ubica en la cordillera de Tilarán, a 1500 metros s.n.m. Este tipo de bosque nuboso son de los pocos que quedan en América Central. Fuimos andando hasta el parque por una pequeña cuesta aunque un autobús te dejaba también en la la entrada pero nos dijeron que sólo era para los que venían en coche y pagaban el parking.


Esta era la época idónea para visitarla pues estábamos en la temporada seca cuando hay menos lluvia y está menos nuboso. Había varios senderos para recorrer el parque y se podía avistar bastantes aves, sobre todo colibríes. 


Fuimos hacia el Sendero del Bosque Nuboso, un trayecto precioso de bosque tupido con infinidad de árboles, helechos, plantas, flores, hasta llegar a un mirador donde apreciamos una bonita perspectiva y más adelante llegamos al Mirador de la Ventana, donde pudimos observar con más amplitud las vistas.  



Volvimos por el Sendero del Camino que se encontraba bastante enfangado pero bello también y nos desviamos hacia el Sendero Guaché o de la Catarata,  por una empinada cuesta y donde llegabas a una plataforma para admirar la pequeña catarata entre la tupida vegetación.



Al día siguiente nos vino a buscar la agencia "100 % Aventura" para llevarnos hacia una de las empresas de tirolina más completas del país.  Cuando llegamos pasamos por la taquilla para pagar y nos hicieron lavar las manos, debido a la pandemia del Covid19 que se encontraba aún con restricciones.


Nos atendieron unos chicos muy amables colocándonos los arneses y comprobando que todo estuviera correcto. Nos unieron a un mini grupo de costarricenses, madre e hijo y una pareja que vivía en Alemania y que habían venido de vacaciones.


Nos dieron instrucciones para el manejo de las correas y la cuerda de la tirolina para nuestra seguridad y nos tranquilizaron indicando que todas las tirolinas, en total eran diez, eran super seguras.

Había distintas modalidades: seis de las clásicas de diferentes longitudes más el puente colgante, rappel, tarzán swing y dos tirolinas llamadas supermán, volando como un pájaro, la última medía 1630 metros de longitud.


Era mi primera tirolina y presté mucha atención para hacerlo bien. Con el brazo que tiene más fuerza, en mi caso el derecho, ibas guiando el rail con el brazo estirado hacia atrás y con el otro ibas aguantando las cuerdas. Nunca había que colocar las manos delante de la polea, sino podías quemarte con la cuerda o bien cortarte.


Si no llevabas el brazo bien estirado oscilaba tu cuerpo de un lado a otro o podías dar vueltas, Si frenabas antes de tiempo te quedabas parado y tenían que venirte a buscar. En ninguno de los casos me ocurrió y poco a poco fui aprendiendo y perdiendo ese miedo de la primera vez. La tirolina de Tarzán Swing había que lanzarse al vacío y esa fue la única que  obviamos.


Las tirolinas Supermán eran las más altas y una vez llegabas a la plataforma te colocaban boca abajo, te colgaban con unos ganchos sujetándote las piernas y una vez te lanzaban, ibas sobrevolando el maravilloso paisaje de la jungla con los brazos libres.




Abajo se podían ver las copas de los árboles y notabas el viento en tu cara. Esta última tirolina era muy rápida, alcanzando unos 70km por hora. Me sentí como un pájaro. ¡Fue una experiencia alucinante!.