CouchSurfing, la mejor manera de conocer la verdadera Estambul

Por Arielcassan

Desde los inicios de los viajes por placer, cuando la dura revolución industrial del s.XIX dió lugar a la aparición de sindicatos y licencias por descanso, el concepto de “vacaciones” quedó a partir de entonces muy ligado al de “turismo organizado”.

En 1841, el inglés Thomas Cook crea la primer agencia de turismo.
Al percibir la posibilidad de buenos negocios en la organización de viajes, muchos otros captaron la idea y lograron que el “boom turístico” se haga realidad, aumentando exponencialmente su popularidad a partir de ese momento.

Con pocas excepciones como el movimiento “hippie” de los años 60s y sus peregrinaciones a la India, los polizones norteamericanos que hacían lo propio en las banquinas al este y oeste del país, o los cada vez más mochileros que recorren el mundo en la actualidad, el resto de los viajeros parece haber preferido fuertemente que una agencia le organice sus viajes.
El confort, el desconocimiento, la despreocupación, y la seguridad y facilidad de ir a lugares desconocidos acompañados por guías que hablen nuestro idioma, fueron motivos suficientes para haber permitido que se convierta el descanso anual en otro nuevo mercado que plantea sus productos únicamente con fines económicos.

Sin duda alguna, una de las grandes contribuciones que hizo el turismo organizado es la idea del “hotel”.

Originalmente, los hoteles eran lujosos palacios para albergar a los nobles durante sus visitas al extranjero, pero con el tiempo fueron convirtiéndose en los sitios que hoy conocemos, para todo público, y como opción número uno a la hora de decidir donde dormimos cuando vamos fuera de casa.

Muchos opinan que el hotel, como concepto, genera una contradicción muy interesante de analizar.

Supongamos un viaje a un destino que no conocemos (descartemos las típicas vacaciones en el resort de playa caribeña, en las que sólo vamos a descansar).
Al llegar, queremos aprovechar nuestros días lo más posible y descubrir al máximo este nuevo lugar. Deseamos maravillarnos ante sus monumentos, conocer sus principales atracciones, empaparnos de lo distinto del país exótico, probar sus comidas típicas, tomar un café en un bar como lo haría un local para “sentirnos parte” del mismo por un rato, etc.

Sin embargo, al llegar a nuestro hotel sucede todo lo contrario. El slogan primordial es “hacernos sentir como en casa”.
No importa que estés en Japón, donde por ejemplo se tiene un concepto totalmente distinto de lo que es un baño, separado en múltiples habitaciones con normas culturales distintas en cada una. Nuestro hotel nos proveerá de lo mismo que tenemos en nuestros propios hogares para que estemos a gusto.
Lo mismo sucede con las típicas habitaciones de otros países. Ahí tampoco. Las de nuestro hotel serán siempre iguales y al mejor estilo occidental.

La idea de los hoteleros radica en brindarle la mayor comodidad al foráneo y me parece perfecto, pero esta opción definitivamente no es la que siempre preferiremos. A veces, si estoy en un lugar nuevo, donde quiero comer, vivir y sentirme por unos días como un local, el hotel me quitará una parte importante de toda esa experiencia.

Afortunadamente, en las últimas décadas y con ayuda de la revolución tecnológica, han aparecido unas cuántas alternativas que permiten acortar la brecha entre el turismo pensado para aquellos con aspecto “Indiana Jones” y el acceso del viajero a las costumbres locales.

Con esa introducción les presento, con bombos y platillos y para quienes aún no la conozcan… ¡”CouchSurfing”!

El proyecto CouchSurfing, la mayor plataforma de hospitalidad en Internet

CouchSurfing es una red social en Internet. Su nombre significa literalmente “moverse de sofá en sofá”.
En ella, los usuarios se ponen en contacto entre sí para ofrecerse como “anfitriones” en sus casas de otros usuarios viajeros (“huéspedes”) que están por viajar a su ciudad.

El mecanismo es sencillo. Generalmente, el viajero que en unos días estará llegando a una cierta ciudad realiza una búsqueda de usuarios locales de acuerdo a sus preferencias (mujeres/hombres, edad, gustos, etc) y les envía una solicitud.
Los posibles anfitriones pueden aceptar o declinar estas propuestas, y algunos se ofrecerán a alojarte en sus propias casas o lugares donde viven. Quiénes no pueden dar hospedaje, muchas veces ofrecen en cambio un paseo por la ciudad o al menos tomar un café contigo.
En cualquier caso, nadie está NUNCA obligado a hacer nada que no quiera y siempre se puede declinar una solicitud.

¡Suena bien! ¿Verdad?
Sin duda que sí, pero hay dos preguntas que todos suelen hacer cuando escuchan por primera vez hablar de CouchSurfing.

La primera es preguntar “¿Qué gana el que hospeda? ¿Hay que pagarle algo? ¿O hay que hospedarlo a él también si llega a venir a mi ciudad?“.
Es una pregunta por demás entendible en el mundo en que vivimos, donde estamos acostumbrados a esperar siempre un beneficio económico de todo, o al menos la devolución posterior del favor.

CouchSurfing, como las demás redes similares, se basan en la idea de un “intercambio de hospitalidad”.
El anfitrión, sólo lo hace por querer ayudar a un viajero desconocido, y poder escuchar anécdotas y aprender de culturas distintas a la propia.
El huésped, que debería actual responsablemente y sin causarle problemas al anfitrión, no tiene que pagar nada ni devolver necesariamente el favor luego. Lo único recomendable es ofrecerse a pagar si hemos generado algún gasto durante la estadía (ej. comida o llamadas telefónicas).

Un punto muy importante a tener en cuenta es no considerar al anfitrión como si fuera un hotel gratis, donde desaparecemos a la mañana y reaparecemos a la noche. El anfitrión siempre nos dejará tiempo para que paseemos libremente -y hasta suele ofrecerse a acompañarte como “guía local”- porque sabe que estamos allí para conocer el lugar, pero deberíamos ser amables y pasar un tiempo con él/ella, conversando y haciendo de la experiencia algo gratificante para ambos. Al fin y al cabo, esa era la idea, ¿verdad?.
No es un “hotel gratis”, sino una experiencia distinta a lo habitual, muy enriquecedora y con la posibilidad de descubrir un lugar con alguien local.

El proyecto CouchSurfing, la mayor plataforma de hospitalidad en Internet

La segunda pregunta típica es: “¿Pero… no es inseguro? ¿Cómo puedo saber yo en la casa de quién estoy entrando? ¿Y si me hace algo? O si yo soy el que hospeda, ¿quién estoy dejando entrar a mi casa?”

Claramente, la seguridad es otro punto importante. Estas redes trabajan con el concepto de “referencias”.
Cada usuario es puntuado por su comportamiento tras cada experiencia, tanto si fue “anfitrión” o “huésped”.
Al buscar anfitriones, o al recibir la solicitud de un huésped, siempre se deberían mirar las referencias del usuario. Un usuario con muchas referencias positivas, es poco probable que vaya a causarte problemas, y aunque esto no pueda asegurarse al 100%, jamás he escuchado de nadie que tenga problemas de seguridad en CouchSurfing.

En los últimos años, la cantidad de usuarios de CouchSurfing (o de redes similares como “BeWelcome” u “Hospitality Club”) se ha incrementado enormemente, está en la boca de todos los viajeros, y aunque por la necesidad de planificar con antelación el uso de estas redes no pueda ser viable para cada una de las noches de nuestros viajes, es sin duda una opción a tener muy en cuenta como alternativa a los hosteles, para poder ahorrar algo de dinero, y por sobre todo, por las únicas e inolvidables experiencias que tendremos con ella.

CouchSurfing en Edimburgo. El concepto, nunca mejor explicado!

Retornando al tema de los últimos posts y ya habiéndoles presentado “CouchSurfing”, les quería comentar la estupenda experiencia que tuve en Estambul. Quizás, una de las mejores de todo el viaje.

Unos días antes de llegar a Estambul me puse en contacto con un nuevo usuario de CouchSurfing, ante varias solicitudes declinadas por usuarios con más referencias. No es lo más recomendable, pero aún así, hay que darle oportunidad también a los que recién llegan.

Quedé en presentarme en su casa de Bostanci, un barrio en el lado asiático de la ciudad, la misma tarde en la que llegaba. Tras pasear unas horas por el centro de Estambul, cruzar con el “SeaBus” el Estrecho del Bósforo y llegar a su zona, me enfrenté al primer inconveniente: ¡El nombre de su calle parecía repetirse en múltiples ubicaciones en el mapa, y la numeración era imposible de rastrear!
Punto en contra para CouchSurfing: a veces los usuarios viven en zonas alejadas y resulta dificultoso llegar o moverse al centro constantemente. A diferencia, los hosteles suelen estar bien ubicados.

Como sea, un par de llamadas de S.O.S. después, estaba entrando a la casa de Yilmaz, mi anfitrión de CouchSurfing, y descalzándome ante la sensata costumbre oriental de quitarse los zapatos al entrar a un hogar (sí, creo que todos deberíamos hacerlo en nuestras casas también!).

Yilmaz, mi anfitrión de CouchSurfing en Estambul

Bueno, sé que en el parrafo anterior nombré varias desventajas de usar esta red, como son el recibir constantes declinaciones a nuestras solicitudes, necesitar la planificación previa la visita o la posible ubicación lejana del anfitrión (pueden encontrar otras en este gracioso post sobre mis días en Escocia).

Pero para inclinar la balanza hacia el otro lado, todo lo que seguiría con Yilmaz como anfitrión sería espectacular.
Al segundo día, salimos con varios de sus amigos. ¡Y qué mejor que conocer una ciudad como Estambul, tan llena de vida y energía, que con un grupo de amigos locales que te hacen sentir agasajado con su cordialidad e intento de que disfrutes de cada momento! ¡Algo que sin duda no se consigue con ninguna agencia de turismo!

Esa noche, salimos a comer por la transitada Calle Istiklal (de la que ya hablé en el post anterior). Esta calle, que trascurre desde la Plaza Taksim (el punto de encuentro de todos los estambulitas ante cada suceso, protesta, victoria en fútbol, etc.) hasta la siempre reconocible Torre Galata, es la principal calle comercial y de salidas nocturnas del Estambul moderno.
Se sitúa del lado europeo, pero en la margen norte del estuario que separa esa zona con el centro del Estambul histórico (el “Sultanahmet”).

Debo decir que los turcos tienen una afamada gastronomía y son de muy buen comer. Sentarse a la mesa es sinónimo de ver llegar un montón de platitos con diferentes comidas y aderezos. Como si fuera poco, es habitual comer dos o tres veces en la misma noche en distintos sitios, algo sorprendente y que no he visto en ningún otro lado.

Para beber, dos opciones me llamaron mucho la atención. Los turcos tienen una bebida muy particular llamada Ayran, que es una mezcla de yoghurt con agua y que acompaña casi cualquier comida. Sin duda, una combinación que resulta un tanto extraña.

Y luego está el “raki“, que fue pedido por ellos cada vez que nos sentamos a comer.
Es un licor anisado célebre en Turquía y que generalmente se bebe con una medida de agua, lo cuál cambia su transparencia natural por un color blanquecino similar a la leche. ¡Pero que quede claro que no es leche, ni mucho menos! ¡El raki tiene un considerable grado alcohólico y si no se rebaja con agua, le daría un buen sacudón hasta al más bebedor más resistente!

Noche de risas, de charlas (en inglés por suerte, ya que el turco es incomprensible para cualquier extranjero!), de tazas de té (siempre se toma té después de las comidas, y el “té turco” o “chai” es muy famoso como versión del té negro) y hasta de karaoke!

Noche de Karaoke con el grupo local de CouchSurfing en Estambul. ¿Qué estaba cantando Yilmaz? ¡Ni idea!


Noche de Karaoke con el grupo local de CouchSurfing en Estambul


Gastronomía turca masiva: Shish Kebab, pan de pita y aderezos. Jugo de zanahoria y el famoso Ayran


Raki, el licor anisado que beben los turcos. A la izquierda, rebajado con agua. A la derecha, puro. ¡Fuertísimo!

Al día siguiente, hicimos un paseo por barrios menos turísticos de la ciudad (otra ventaja de CouchSurfing, en donde los locales te suelen llevar a aquellos sitios fuera de los típicos recorridos).

Deniz, uno de los amigos de Yilmaz, resultó ser un excelente guía de Estambul. Sus enormes conocimientos de historia, sus explicaciones claras y sus geniales consejos para el resto de mi viaje por Turquía fueron realmente excepcionales.
De hecho, le pedí a Deniz una colaboración con el blog que pronto voy a publicar, así que ya tendrán pronto la oportunidad ustedes de leer sus comentarios también.

Todos juntos, estuvimos visitando la iglesia bizantina de San Salvador de Chora, el Patriarcado Ortodoxo de Constantinopla, la mezquita sagrada de Eyüp Sultan y el mirador de la cafetería de Pierre Loti, desde la que tuvimos una vista inmejorable de la ciudad y nos sacamos esta foto para el recuerdo:

Yilmaz y su grupo de amigos en el mirador de Pierre Loti, Estambul

Hay mucho más para contar de mis días en la increíble ciudad de Estambul, sobre las tradiciones y costumbres turcas, y sobre el resto del viaje por Turquía, pero eso ya será contenido para los siguientes posts de Odisea por el Mundo.

¡A dejar sus comentarios! ¡Saludos a todos!