En 2020, la multinacional AXA e IPSOS, la consultora francesa especializada en investigaciónde mercado,, encuestaron a 8000 mujeres de diferentes estratos sociales en 8 países: Alemania, Italia, Francia, Nigeria, Tailandia, España, México y Reino Unido. El objetivo era reunir datos sobre el impacto que la crisis socio económica mundial originada por la pandemia ha tenido, no solo en la seguridad laboral sino, sobre todo, en su salud mental.
La encuesta arrojó como resultado que el COVID-19 dejó a este colectivo en peor situación económica que al inicio de la pandemia, con menos seguridad financiera, las hizo más dependientes de otros miembros de su familia y las expuso a altos niveles de estrés.-
“On the frontline: The global economic impact of Covid-19 in women” que así se titula la encuesta, refiere que el 51% de las encuestadas han percibido algún grado de cambio en su salud mental en comparación con períodos previos y más del 40% dijo sentirse aislada y sin posibilidades de recibir ayuda. En general se detectó que sentían mayor inestabilidad emocional y menor apoyo familiar o social, esto fue más importante en países como España o México con un número muy elevado de contagios.
En el caso de México, las mujeres dedicaban un promedio de 23 horas semanales al cuidado de los familiares sanos o enfermos contra las 13 horas que ocupaban los hombres.
La mitad de las encuestadas dijo verse más desprotegida a la hora de buscar ayuda financiera o nuevos empleos. En el segmento 18-29 años, el 53% se encontraba en búsqueda activa de algún ingreso.
Existe una alta probabilidad de que se note un retroceso en los logros de las últimas décadas en términos de equidad de género, si no se actúa rápido para proveer alternativas orientadas específicamente a la problemática de la mujer. Y esto parece ser válido tanto para una mujer nigeriana como para una francesa o mexicana. La diferencia de matices y contextos no parece estar afectando el conocido vínculo entre género e inequidad-
Es evidente que la emergencia sanitaria mundial ha impactado en la salud mental de la población en general, con resultados aún inciertos, pero las mujeres han sufrido una mayor carga de actividades en el hogar con más tiempo invertido en el cuidado de hijos o mayores, debiendo equilibrar además las finanzas familiares mientras se adaptaban a nuevas exigencias profesionales, por ejemplo a través del teletrabajo. Y esto en el mejor de los casos.
El informe final de la encuesta refiere un incremento del estrés y la fatiga en casi la mitad de las encuestadas. En países emergentes como México, Tailandia y Nigeria si bien se sienten más inseguras por temas económicos, comparadas con las mujeres de Europa, son más optimistas respecto al futuro. Este dato no deja de ser contradictorio dado que 47 millones de mujeres en todo el mundo caerán en la pobreza debido a que trabajaban en sectores fuertemente golpeados por la crisis como la gastronomía, la restauración o el trabajo doméstico.
Es imprescindible poner en primera línea una agenda mundial con identidad de género para generar espacios de prevención psicosocial centrados en el reconocimiento de la persistencia de la vulnerabilidad femenina más allá de los contextos geopolíticos y de los discursos culturales.
La resiliencia como generadora de salud mental debe guiar los esfuerzos por desarrollar soluciones definitivas para el trabajo femenino no remunerado, la violencia de género y el rol de la religión y la cultura en la perpetuación de las condiciones de inequidad. Pero también para la consolidación del empoderamiento femenino allí donde quizás no haya pobreza y marginalidad aunque sí diversas formas encubiertas de abandono emocional.
La “nueva normalidad” que nos impuso la realidad puede y debería ser una oportunidad de cambio de paradigma para darle relevancia a la salud mental de las mujeres tanto en el espacio privado como en las políticas públicas.
Uno de los mayores beneficios que nos podría dejar este experimento social debiera ser una mayor inversión en programas de protección psicosocial con perspectiva de género. Otro, no menor, ha de ser una mejor comprensión de las profundas raíces psicológicas que tienen los roles de género y una mayor disposición a cambiarlos más allá de lugares comunes y medidas que cambian algo para que todo siga igual
.Fuentes:
https://www.weforum.org/agenda/2021/02/gender-equality-covid-19-pandemic-women-rights/
https://www.axa.com/en/press/publications/The-global-economic-impact-of-Covid-19-on-women