Esta filosofía de las grandes empresas es tan importante que, en la actualidad, ya ha saltado a las empresas pequeñas y a los trabajadores autónomos. Se trata del coworking, una tendencia que facilita a los trabajadores la posibilidad de compartir un espacio común para, de esta forma, fomentar proyectos y potenciar oportunidades de negocio.
De esta filosofía se ha dicho que "sus principales ventajas son la pertenencia a una comunidad, el aumento de la red profesional, de la cartera de servicios, el acceso al talento, la reducción del aislamiento y el aumento de la productividad y las habilidades".
En la empresa vemos como la jerarquía se diluye en favor del trabajo en equipo. Se tiende a tener más salas de reuniones formales o improvisadas y menos despachos. Estos factores provocan que la fisonomía cambie radicalmente; ahora la tecnología está presente en todas partes: salas de videoconferencias, asistentes virtuales, teléfonos multifuncionales...
Cada día se da más importancia a las zonas al ocio y a la desconexión laboral. Nadie duda que un empleado satisfecho y motivado vaya a tener un rendimiento mayor. Por eso que se consideran importantes factores como la iluminación, la ergonomía, la sostenibilidad, la acústica o la protección de la privacidad.
Una empresa del siglo XXI tiene que hacer uso de la tecnología para crear una atmosfera de trabajo favorable que potencie la comunicación entre sus empleados.