De niña vestías con zapatos soñadores, ilusiones de cuello alto y propósitos sin mangas. Aún te sigue gustando entrechocar los tacones de tus chapines encarnados y tu primer amor siempre será el espantapájaros pero hoy, mientras viajas en tu arco iris de ida y vuelta, oyes el tic tac de la lluvia marcar las horas.