Mucho paralelismos se pueden hacer con respecto a la película original, que este año ha cumplido ya 40 años. Es verdad que repite esquema, y así se han hartado muchos críticos y reseñistas de citarlo. Pero la película tiene vida propia, entidad propia, y se muestra como un perfecto paso o relevo a las nuevas generaciones.
No son pocos los guiños al original, donde el mejor sin duda es la banda sonora de Bill Conti, que al final de la pelicula vuelve a sonar en una escena muy emotiva. Por cierto, los combates están rodados con una técnica perfecta. El director hasta se permite meter un pequeño plano secuencia en uno de ellos, y transmiten todos lo sentimientos que se suponen están encima de las lonas del ring.
Stallone no solo es consciente de su edad, sino que además sabe representar muy bien su papel de luchador en otras lides que no es el boxeo, y Jordan esta a su nivel. Emotivo es también el homenaje al cuñado Paulie, y sobre todo al hijo en la vida real de Stallone y trágicamente desaparecido justo antes de iniciar el rodaje de esta película.