La campana sigue sin oírse. Creed (Ryan Coogler, 2015. EEUU): inesperado resurgimiento del personaje de Rocky Balboa, en un satisfactorio y, sorprendentemente, alabado spin-offdonde el rey de los 80 adopta un papel secundario, cediendo el protagonismo a Michael B. Jordan, visto en aquella memez llamada Cuatro fantásticos y que aquí interpreta, poniendo corazón, a un vástago, producto de una relación extramarital más o menos en los años de Rocky IV, de Apollo Creed, antiguo gran rival y amigo del alma del famoso boxeador de Filadelfia. En dicho film, recuérdese, el bueno de Apollo perecía a manos de un dopadísimo boxeador soviético. Los halagos recibidos, merecidos o no, demuestran que la nostalgia puede jugar un papel fundamental en el devenir artístico y/o comercial de un proyecto como éste, en este caso para bien, aunque demasiados guiños a la historia de la saga restan más que suman. Destacar que la anterior propuesta del “universo Rocky”, Rocky Balboa, estrenada hace casi una década, ya tuvo una decente aceptación, pese a estar bastante peor filmada que esta, donde puede apreciarse una depurada realización, no solo en las escenas de boxeo. Se ha hablado incluso de candidaturas a los Oscar. No hay para tanto, aunque es un entretenimiento que sabe el doble de bien por no esperar ni la mitad. En España habrá que esperar al próximo febrero para verla en pantalla grande.
La campana sigue sin oírse. Creed (Ryan Coogler, 2015. EEUU): inesperado resurgimiento del personaje de Rocky Balboa, en un satisfactorio y, sorprendentemente, alabado spin-offdonde el rey de los 80 adopta un papel secundario, cediendo el protagonismo a Michael B. Jordan, visto en aquella memez llamada Cuatro fantásticos y que aquí interpreta, poniendo corazón, a un vástago, producto de una relación extramarital más o menos en los años de Rocky IV, de Apollo Creed, antiguo gran rival y amigo del alma del famoso boxeador de Filadelfia. En dicho film, recuérdese, el bueno de Apollo perecía a manos de un dopadísimo boxeador soviético. Los halagos recibidos, merecidos o no, demuestran que la nostalgia puede jugar un papel fundamental en el devenir artístico y/o comercial de un proyecto como éste, en este caso para bien, aunque demasiados guiños a la historia de la saga restan más que suman. Destacar que la anterior propuesta del “universo Rocky”, Rocky Balboa, estrenada hace casi una década, ya tuvo una decente aceptación, pese a estar bastante peor filmada que esta, donde puede apreciarse una depurada realización, no solo en las escenas de boxeo. Se ha hablado incluso de candidaturas a los Oscar. No hay para tanto, aunque es un entretenimiento que sabe el doble de bien por no esperar ni la mitad. En España habrá que esperar al próximo febrero para verla en pantalla grande.