Las creencias son expresiones de conformidad con algo. Y ese algo no tiene por qué ser definido o real. Las personas,respecto de sí mismas, tienen creencias,juicios preestablecidos que en muchos casos son infundados.
Esas creencias se suelen establecer en la infancia o en la adolescencia, por repetición de frases o ideas bien por uno mismo,bien por otras personas con autoridad.
Esas creencias se instauran en el interior de la persona, y cuando son negativas se convierten en invalidantes.
Son más complejas que las etiquetas porque suponen un conjunto mayor de presunciones y de este modo influyen en más aspectos de la persona.
Las creencias de consolidan a través de varios sistemas. Los más comunes son Generalización, Omisión y Distorsión.
Generalizamos cuando de una situación, de un hecho,consideramos al conjunto igual. Pueden comenzar con palabras como: “siempre,nunca,todo,la gente dice,se dice...”
La omisión se produce cuando del conjunto seleccionamos una parte de la información y que creemos que es la más importante: “es lo mejor,eso es lo bueno,lo malo”
Por último la distorsión ser produce al interpretar el mundo desde el mapa personal,dando por sentado que es así para todo el mundo. Lo que yo pienso lo piensan todos, lo que vale o no vale para mi es válido para todas las personas. Nos fijamos más en aquello que creemos importante o relevante para nuestras vidas.
Las creencias son formas rápidas de interpretar el mundo,y muchas veces permiten reducirlo pata ser capaces de funcionar mejor.
En la selva (también en la urbana) suponen una ayuda y en ocasiones la diferencia entre sobrevivir o no.
Otras veces se convierten en algo que damos por cierto,limitando la capacidad de aprendizaje, de probar cosas nuevas y en muchas ocasiones suponen perder oportunidades.
Para cambiar una creencia lo primero es detectarla,al darse cuenta de la existencia de prejuicios (Muchas veces hace falta ayuda externa), podemos iniciar el camino preguntando, cuestionando la creencia. Por ejemplo ante la frase: “las personas de mi edad no pueden…”queda cuestionada si preguntamos ¿quién dice que no pueden?, ¿cómo sabes que no pueden? ¿Tú no puedes? …
Algunas creencias han arraigado en nuestra cultura de forma que las damos por ciertas, condicionando nuestro comportamiento.
Por ejemplo los perfeccionismos, así el perfeccionismo de desempeño, creencia que lleva a considerar cualquier error como un fracaso absoluto, y el fracaso mismo como algo temible.
También el perfeccionismo emocional, esa idea se estar obligados a ser felices en todo momento y lugar, obligados a controlar nuestras emociones, a evitar por todos los medios sentirme frustrado.
En la relación con los demás, el perfeccionismo de percepción: “no son aceptables las personas con defectos o debilidades, no me va a aceptar se descubren mis defectos o debilidades.”
También se asienta en una creencia errónea la fobia a los conflictos, es la creencia de que debo caer bien a todo el mundo, y me debo llevar bien con todos.
Las creencias son aprendidas, transmitidas muchas veces por la cultura. Y como tantos otros aprendizajes, pueden ser desaprendidas, primero detectando cuando una creencia supone para mí una dificultad en mi crecimiento.
Segundo cuestionando su validez, la verdad de la creencia.
Tercero formulando una nueva creencia que podamos asumir mediante la repetición.
Y ahora piensa ¿cuál ha sido la última vez que has dejado de hacer algo que te gustaba porque las personas como tú no hacen eso?
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