Supongo que es una cuestión cultural el buscar consuelo y solución en un Dios que se supone que nos castiga, nos vigila, y nos recompensa cuando hacemos las cosas bien y hacemos caso a sus mandamientos. Es también cultural este delegar nuestra propia responsabilidad y nuestra propia incapacidad de asumir las incertidumbres de la vida en este mismo concepto, con frases estilo: Dios proveerá, Dios escribe recto en renglones torcidos, y Dios aprieta pero no ahoga. Y de este principio de buscar la protección de un tercero casi todopoderoso no se libra nadie, creyente o ateo. En algunos casos será Dios y en otro será papa estado que ha de cubrir nuestras necesidades.
Cuando nos movemos en un entorno empresarial, este concepto de ente misterioso que esta en posición de hundirnos en la miseria o llevarlos a la gloria es especialmente peligroso, porque sencillamente, no existen, y si existen, tienen un sentido del humor bastante peculiar. No podemos usamos la misma psicología en un negocio que en la vida personal, y clamar por una solución a un tercero, porque entonces no tienes mucho futuro en el mundo de los trajes y las corbatas.
Es fundamental creer en ti, en tu proyecto y en tus capacidades. Pero tanto o más importante es ser consciente de cuales son nuestros límites y hasta donde podemos llegar, solamente para intentar llegar más lejos pero sin dejarnos la vida en el proceso.
Hemos de prepararnos, de mejorar cada día nuestra idea, confrontarla con el mundo, y lo más duro de todo, aceptar las críticas, saber filtrar las que nos aportan información y las que sólo buscan minarnos la moral. Hay que exponerse, abrirse a las influencias, pero siempre recordando que el motor serás tú y tu equipo el que acabará por convencer.
Tendrás que hacer muchas reuniones, conoce a cientos de personas, estudiar cientos de planes, realizar miles de modificaciones a tu planteamiento, insistir, volver a insistir y volver a rectificar.
Quizás tengas suerte y este Dios si que exista y lo encuentres, pero antes de que esto te ocurra tendrás que haber trabajado lo suficiente. Así que lo más probable es que triunfes porque tu has trabajado, no porque ningún ente ectoplásmico ha venido en tu ayuda.
Ya conoces las normas, sabes cual es el juego, así que podemos empezar la partida cuando quieras, pero intenta no hacerte trampas al solitario. Sabes que dependes de ti y las excusas de que mi jefe no me entiende o el mercado no está preparado para tu genio, son excusas. Si tu jefe no te entiende, el problema lo tienes tú, adáptate, y si el mercado no sabe valorar tu genio, ¿que clase de genio eres que no puedes seducir a tu público?
Película: It’s a Wonderful Life
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