Crema liviana de cerezas

Por Bouquetgarni

Uff, qué semanita. Tuvo de todo y para todos los gustos... Una angina en pleno (y caluroso) verano. Creo que me molesta más enfermarme así (con fiebre y todo; por eso de que... "la hacemos bien o no hacemos nada" Jajajaja) en verano - con calor y humedad sofocantes - que en pleno invierno. Pero, está claro, que en esas cuestiones mis deseos o necesidades poco importan. Toneladas de trabajo para terminar, empezar y continuar... Y, como si ya con estas cositas no alcanzara, a salud de mi mamá no está todo lo  bien que quisiera y mi marido tuvo un pequeño accidente, quedando todo dolorido (y machucado porque se fisuró una costilla).
Bueno, pese a todo, nada es tan serio como para no poder componerlo con algún mimo, algo de descanso, pensamientos (y actitud) postivos y un postre para día de enamorados (o cualquier ocasión que les guste) bien sencillo, pero pleno de sabor y cremosidad.

La verdad es que es un mimo muy fácil de preparar, liviano (como lo indica el título de la receta) porque no lleva pesadas cremas, pero que en boca sabe a cielo, querubines y cupidos capaces de hacernos olvidar las rabias, penas, enfermedades y complicaciones varias.
Aquí están los ingredientes que necesitarán para preparar (o prepararse ¿por qué no?) un postre muy romántico para compartir de a cucharadas (o solos y en pantuflas. ¡Qué va!).

Esta crema liviana de cerezas es muy tentadora por su textura, tenue color alilado y las sorpresas que incluye.
¿Empezamos?
Lo primero será lavar y seleccionar nuestras cerezas. Con 350 gramos de cerezas regordetas, negras y jugosas estará muy bien. Tendrás que partirlas al medio y descarozarlas. Luego, las espolvoreás con 1 cucharada de azúcar común y las dejás descansando en un bol por 30-45 minutos.

Pasado ese tiempo, reservá algunas mitades, cortalas en pequeños trozos y conservalas para añadirlas más adelante. Al resto, procesalas (o licualas) con el jugo almibarado que formaron durante su descanso.

Ahora, en un bol colocá 250 gramos de queso mascarpone y 4 cucharadas bien copetonas de azúcar impalpable. Integrá todo, utilizando para ello un batidor de alambre, y agregá las cerezas trituradas (sólo las trituradas; las troceadas tendrán su entrada triunfal en algunos momentos más).
Con el mismo batidor, integrá bien los ingredientes.

En bol aparte, colocá 500 gramos de queso crema semimagro (light) y 6 cucharadas copetonas de azúcar impalpable. Con batidora eléctrica trabajalos por varios minutos en velocidad máxima, como si trataras de montar crema de leche.

Cuando veas que la preparación tomó mayor consistencia, añadila a la mezcla de mascarpone y cerezas. Por último, incorporá las cerezas trozadas.

Continuá mezclando con espátula hasta integrar perfectamente (puede que quede algún "lunarcito" de mascarpone, pero no tiene importancia porque no cambiará el sabor del postre).

Con la crema obtenida, rellená moldecitos, frasquitos, cazuelas, copas, vasos... y llevalos al freezer para que terminen de tomar una textura cremosa sostenida.
Serví en el momento bien fríos y disfrutá del sabor de una crema liviana de cerezas frescas.

Este postre no lleva crema de leche (ni merengue en cualquira de sus versiones). Sin embargo, con algunas horas de frío intenso alcanza una textura y consistencia que no tiene nada que envidiarle a las cremas más ortodoxas (y con algo más de tiempo, se transforma en un helado casero muuuy respetable). Es una propuesta fácil y rápida de preparar (A propósito: cuiden sus dedos al limpiar, cortar y descarozar las cerezas porque manchan mucho de un intenso color borravino. Sí, eso incluye la ropa...) que les permitirá tener un postre de delicado sabor, con tropezones de fruta, digno de un final de fiesta de Día de Enamorados.

Además, me parece una excelente manera de ir despidiendo la temporada de cerezas hasta el próximo año...

En fin, hoy les propongo una crema liviana porque no tiene tanta grasa ni calorías (Ahí el que más pesa es el Sr. Mascarpone con sus 96 kcal. por porción, lo que equivale a 3 cucharadas soperas de producto), con matices ácidos y dulces, trocitos de fruta y el encanto de comer de a cucharadas, compartir y seducir con un postre frutal bien romántico.

¡Qué pasen un hermoso día!... y Bon appétit.