Algo huele a podrido en el litoral español.
Canal + España ha sido, durante mucho tiempo, como Richard Gere en Pretty Woman. ¿Putero? No, no me refiero a eso, precisamente. Recuerdo una escena de la película donde el personaje de Julia Roberts le comenta al interpretado por Richard Gere que él no construye nada, que se dedica a comprar y vender pero que, a pesar del éxito cosechado, jamás se ha dedicado a crear nada. Canal + España, durante muchos años se ha estado tocando la chorra a dos manos, comprando la mayoría de los éxitos extranjeros para poder emitirlos antes que nadie, incluyendo las mejores películas, series y acontecimientos deportivos, pero con una escasa producción propia. De hecho sus mayores logros en ese campo han venido de programas deportivos como "
El día después" o "
Informe Robinson", pero siempre les quedaba la asignatura pendiente de la ficción. Recientemente, la cadena parece haberse puesto las pilas al respecto y, además de la falsa serie documental
"¿Qué fue de Jorge Sanz?", también nos ha llegado la que hoy nos ocupa:
Crematorio.
La miniserie está ambientada en una ficticia localidad del litoral español llamada
Misent. Allí encontramos a un poderoso empresario y constructor local,
Rubén Bertomeu, metido en multitud de negocios turbios, que tiene sobornado a medio ayuntamiento, y cuyo último gran proyecto es el de apoderarse de unos terrenos rústicos del lugar para construir en ellos la llamada
"Costa azul", una de esas "ciudades de vacaciones" que tan de moda estaban hace apenas unos años, antes de que llegara la crisis actual y arrasara con todo. Así pues, Rubén deberá lidiar con su joven pareja, con una hija que no quiere saber nada de los trapicheos en los que está metido su padre, una nieta conflictiva metida a ni-ni, una madre opresora que domina como nadie el chantaje emocional, unos empleados excesivamente expeditivos, políticos locales untados hasta las cejas, lugareños que no quieren vender sus tierras, mafiosos rusos metidos a directivos de clubs de fútbol y una justicia con ganas de cargarse todo el entramado de corruptelas que nuestro protagonista ha ido tejiendo a su alrededor.
Crematorio es una serie que nos habla de algo de lo que pocas veces nos hablan las series hechas aquí: de la realidad de aquí. De una realidad fea e incómoda que a menudo se nos muestra en los informativos pero que parecía no tener cabida en la ficción nacional, demasiado ocupada en mostrarnos como almorzaban juntas las familias numeras, como aprendían nuevos pasos de baile jóvenes de impecable estructura osea, como los vecinos de un mismo bloque solucionaban los divertidos equívocos que ellos mismos habían provocado o como se desenvuelven a partir de un mismo patrón de guión diferentes profesiones (de periodistas a médicos, pasando por policías y bomberos). Es evidente que
Crematorio juega en otra liga y que puestos a comparar la serie con otras lo más sensato sería cruzar el charco, porque comparar la serie con otras hechas aquí sería totalmente injusto por ambas partes.
Como protagonista absoluto de la serie encontramos a
Pepe Sancho, un actor que, lamentablemente, durante mucho tiempo ha sido más conocido, para el gran público, por sus apariciones en la prensa del corazón que por su trabajo como intérprete, quien construye un Rubén Bertomeu temible y rotundo, con una fuerza arrolladora y que termina conviertiéndose en la auténtica punta de lanza de la serie. A su lado encontramos a una brillante
Alicia Borrachero, que interpreta a su hija, y que junto a su padre en la ficción nos regalan apasionados diálogos y momentos de tensión entre ambos;
Juana Acosta, como la joven e inocente pareja del empresario; y
Pau Durà, como su abogado personal y mano derecha. La serie es una adaptación de la novela de
Rafael Chirbes, publicada en el año 2007, por la que obtuvo el premio Nacional de la crítica, entre otros.
Crematorio aprovecha el marco de la corrupción política e inmobiliaria en España para mostrarnos las interioridades de una peculiar familia que termina siendo víctima de la ambición desmedida por parte de uno de sus miembros. La serie recurre en cada uno de sus episodios a numerosos flash-backs para contar alguno de los momentos claves de la vida de su protagonista, mostrando al espectador qué lo ha llevado a convertirse en la persona que es en la actualidad. Para ello bebe de las series americanas, fijándose en las producciones de la HBO, algo que ya se empieza a percibir desde los mismos títulos de crédito (con canción interpretada por
Loquillo), tan alejados de lo que estamos acostumbrados a ver por estos lares.
Crematorio engancha desde el primer momento gracias a la arrolladora personalidad de su protagonista y a una estructura a medio camino entre el drama y el thriller, que logra mantenerte en tensión ante los acontecimientos que se van sucediendo, a la vez que se apoya en la radiografía de una familia que poco a poco se va desmoronando debido a un exceso de cuentas pendientes y de cadáveres en los armarios. Además, no deja de resultar gracioso que tratando los temas que trata la serie, nada más empezar los títulos de crédito aparezcan unos agradecimientos a la Comunidad Valenciana. Ya se sabe que cualquier parecido con la realidad...
Resumiendo: Una de las mejores series nacionales de los últimos veinte años (por lo bajo). Altamente recomendable.