Es normal que por veces se me ahoguen las palabras y no sea capaz de articular palabra, mucho menos de alzar la voz. Es normal que en ocasiones el sentido de frustración me invada y me desborde, alcanzándome las lágrimas a los ojos. Es normal que solo me sienta con fuerzas de callarme, porque siento que hablar de lo que considero injusto por veces no sirve de nada. Solo sirve para mostrar mi malestar y mostrarme, si cabe, más vulnerable. Y lo mismo que me sucede a mi les sucede a muchos otros, lo sé.
¿Qué hacer? ¿Cómo conseguir que cambie esta situación? ¿A quién acudir para que a todo esto se le ponga solución? ¿Cómo seguir creyendo en la «Palabra» cuando no te van a escuchar ni leer lo que pones por escrito? Además aunque lo hagan, terminarán interpretando lo que les de la gana.Aún más parece que ellos lo van emplear siempre en mi contra.
En ocasiones pienso que su fin es enmudecerme, hacer que deje de vertir mi opinión. Intentan atacarme para que mi voz no se escuche.
Pienso que se debe creer en aquello que en un principio creímos, cuando nos propusimos llegar a un destino. Pienso que es nuestra obligación seguir confiando en quienes confiamos porque representaban nuestros ideales. Sea como sea pienso que tan solo nos queda una salida, la de ser fieles a nosotros mismos y a nuestros principios. Me gustaría poder decir también que debemos ser constantes para lograr alcanzar nuestros sueños, aunque muchos podrían decirme que lo de soñar solo esté al alcance de unos cuantos y que los demás tengamos que conformarnos con lograr alcanzar otras cosas más básicas. Pero insisto en no decaer en el empeño de luchar por aquello que se anhela. Yo in objetivos, sino una lucha en positivo que nos acerca poco a poco a aquello que deseamos.
La respuesta es hacer bien las cosas y solo hay una manera de hacer las cosas bien, no dejarse llevar por aquellas voces cuyo fin es tan solo desmoralizarte provocando.
Fran J. Lestón