Luego viene ella, claro. La ninfa atraída por los abismos es una adolescente sensibilita, que habla siempre por lo bajini, que ya es adulta antes de echar el primer polvo y que encima la doblan con una voz de las de siempre. Aaay, sí, es esa voz, la reconoceréis, apta para campañas de igualdad femenina y discriminaciones positivas. Tan sensata, tan asexuada y formalita como un vestido de primera comunión. Por tanto, no toda la culpa es de la interpretación de la actriz.
Es la hija de un poli que parece haber seguido un cursillo de comunicación asertiva, esa pijada de comunicar tus opiniones pero tranquilito y sin insultar. Así le ha salido la chica, afectadita de pose.
E inevitable y forzosamente, tanta contención interpretativa y sensibilidad forzada no pueden sino producir un dúo protagonista que de maldito tiene lo que el pastel de manzana . Además, con cuatro duros se consigue demostrar que es posible coquetear con el abismo vampírico y encima plantear las dudas en un foro o consultorio de Elena Francis. Ya me diréis, con ese no-muerto de pelo engominado que huye vade retro cuando la púber le abre las piernas. ¿Que mensaje nos quieren colar? ¿El de prevenir las ETs o el de la castidad que vuelve?. "Querida, Elena, mi novio es vampiro pero le teme al mete y saca, porque será?"...
Y lo de los cuatro duros que decía por ahí arriba es por la verguenza ajena que pasas cuando al niño vamp le da por subir por los árboles, juas, juas, es como una versión de matrix pero realizada con mi cámara digital baratita. Lo peor es que la historia se deja aposta inconclusa para que continue, es una serie y mi falta de instinto para elegir pelis empieza a acojonarme...
Un saludo sin colmillos ni na de na.