Crezcamos en una ciudadanía productiva.
Publicado el 20 enero 2014 por Jmartoranoster
Alice Socorro Peña Maldonado.
Si nosotros como ciudadanos venezolanos conocemos la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada en 1999 después de largos debates de todos los sectores sociales de ese momento histórico luego que el presidente Hugo Chávez llamara a todos para producirla y posteriormente aplicarla considero que es un buen principio. Si aún no la has leído por lo menos 7 veces difícilmente puedes considerarte ciudadano (no basta tener un documento que certifique que somos de nacionalidad venezolana) pues aún no tienes en tu memoria lo que debes recordar y llevarlo a la conciencia y práctica de todos los días y en todas partes donde te encuentres.
Para recordar (re: volver; cordar: al corazón) porque estoy segura que quienes leen este artículo conocen, aman y defienden la carta magna, ella contiene un preámbulo y siete títulos: el Título I: Principios fundamentales; Título II: Del espacio geográfico y la división política; Título III: De los derechos humanos y garantías y de los deberes; Título IV: Del Poder Público; Titulo V: De la organización del Poder Público Nacional; Título VI: Del sistema socioeconómico; Título VII: De la seguridad de la Nación; Título VIII: De la protección de esta Constitución y Título IX: De la
reforma constitucional.
De todos ellos quiero hacer énfasis del Título III de los derechos humanos y garantías y de los deberes pero en este último aspecto: los deberes. Garantizar los derechos civiles, políticos, sociales, culturales y educativos, económicos, de los pueblos indígenas y ambientales a todos y todas desde los diversos ciclos de vida: niñez, juventud, adultez y tercera edad no es más que la generación de una ciudadanía productiva ya sea en el campo de la tecnología de punta (supone un avance o algo innovador respecto a los productos ya existentes, por ejemplo en el campo petrolero, de la siderúrgica o ambiental, entre otros) y de la tecnología social (supone una mejora o algo innovador respecto a los servicios ya existentes y que responden no sólo a las necesidades sino también a intereses y expectativas de la población derivadas de los valores reales y sentidos del contexto actual).
Podemos preguntarnos sin sentirnos por ahora avergonzados: ¿Los venezolanos y venezolanas estamos produciendo para generar felicidad y bienestar a sus conciudadanos o para aprovecharse y hacerse rico de la noche a la mañana? ¿Para qué hace lo que hace? y ¿para quienes? ¿Los dólares que recibimos gracias a la extracción petrolera lo estamos convirtiendo en conocimiento y tecnología no solo para ahora sino para construir país y en función de las generaciones futuras, nuestros hijos y nietos? O todas esas divisas se nos van en comprar todo en el extranjero, en viajar por el mundo y enviar a nuestros hijos con el dólar que recibimos de la renta petrolera y no de la producción real y efectiva que nos hace libres, independientes o autónomos de centros de poder mundial ¿Cuántas personas creen que se merecen más divisas porque tienen su comercio y lo que hacen es revender lo que producen en otros países y nunca invierten para elaborarlo en nuestro país? ¿Por qué se sigue estimulando mediante la publicidad productos que incluso hacen mal a las personas y el Estado acepta su consumo en la población? ¿Por qué no fomentamos en la escuela, en los liceos y universidades públicas y privadas una cultura y forma de vida para la producción y menos para el consumismo? ¿Por qué nuestras instituciones públicas no son espacios para crear e innovar servicios y que garanticen con calidad y eficiencia su deber ser en conformidad con la CRBV y las leyes? ¿Por qué no estimular un liderazgo productivo desde las mismas dinámicas comunitarias y desde los diversos ámbitos de derechos? Cada articulado de la CRBV merece grupos y colectivos de ciudadanos pensando, reflexionando, creando e innovando para hacerles llegar a todos en productos y servicios lo que merecemos los venezolanos gracias a la bondades de la naturaleza al darnos recursos bioenergéticos (ríos y mares, petróleo, tierras cultivables, minerales, paisajes, viento y sol, de todo tipo y es a nosotros los que nos toca transformarlo para el bien y beneficio de todos. Se trata de despertar y ya no estar quejándonos de lo que no hacen otros. Somos nosotros los que debemos impulsar esto.
Pero se realizará cuando desde el Estado y sus instituciones (del sector público y privado) junto a su liderazgo demuestren una voluntad férrea y basada en la conciencia colectiva, arraigo y sentido de pertenencia e identitaria de los nuestro para nosotros y no para otros.
Exhorto para comenzar al Ministro de Educación Universitaria y Básica, a los ministerios vinculados con la producción de conocimientos y tecnología a aunar corazones y esfuerzos en este sentido y a los medios de comunicación público y privados para producir una sinergia que permita que el país se encamine en este sentido. Todo lo tenemos falta nuestra voluntad e intención planificada. Lo lograremos en la medida que cultivemos dentro de cada uno ese sentimiento al reconocer nuestras propias capacidades y entender lo que tenemos que superar para ese propósito colectivo.
Profesora de la Universidad Bolivariana de Venezuela. Lic. en Comunicación Social Magister en Comunicación Organizacional. Dra. en Ciencias para el Desarrollo Estratégico.
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