Traducción: Álvaro AbellaAño: 2009ISBN: 978-84-92695-10-2Nº de páginas: 480
Criadas y señoras de Kathryn Stockett era una novela que tenía pendiente de leer prácticamente desde que salió a la venta pues abordaba un tema que me resulta muy interesante, a lo que se sumaron posteriormente las continuas opiniones positivas que el libro ha recibido.
"Criadas y señoras" nos traslada al año 1962 en Misisipi, concretamente en la localidad de Jackson, una ciudad que, al igual que otras muchas en dicha época, se encuentra dividida entre la parte habitada por las familias blancas y la de población negra. Muchas de las mujeres de color que habitan en Jackson trabajan como sirvientas de las familias blancas que residen en la otra parte de la ciudad, trasladándose cada día para realizar las labores del hogar y cuidar de los niños, soportando en algunos casos desprecios y tratos injustos. Entre ellas se encuentra Aibileen, una mujer que durante toda su vida se ha ocupado de criar a los bebes de las familias blancas, además de cocinar y limpiar sus casas y que, tras perder a su hijo en un accidente, se ha volcado en la educación de la pequeña Mae Mobley, hija de la familia que le da empleo, los Leefolt. Aibileen comparte amistad con Minny, quien también trabaja como sirvienta a pesar de que su carácter deslenguado provoca que frecuentemente se vea obligada a cambiar de familia, proceso que facilita su habilidad cocinando. Por otra parte, a Jackson acaba de regresar Skeeter Phelan tras finalizar sus estudios en la universidad de Mississippi, anhelando convertirse en escritora, un sueño que no entra en los planes de su madre, quien solo desea ver a su hija prometida en matrimonio. Sin embargo Skeeter, lejos de seguir las pautas de su madre, se centrará en un proyecto clandestino para el que requerirá la colaboración de las criadas negras y con el que todas ellas pretenderán romper las barreras impuestas por su ciudad y su tiempo.
Kathryn Stockett
Reconozco que comencé a leer Criadas y señoras con cierto temor pues las expectativas que tenía eran altas y eso suele convertirse en un problema, aunque en este caso pronto me di cuenta de que no iba a ser así y la historia me eclipsó hasta tal punto que en un par de días lo había terminado. Esto es debido tanto a la trama como a la estructura que presenta la novela, que hacen que la lectura sea muy ágil y dinámica, avanzando páginas casi sin darnos cuenta. El libro se presenta dividido en treinta y cuatro capítulos en los que se va alternando la narración entre los tres personajes principales, Aibeleen, Minny y Skeeter, utilizando en todos ellos la primera persona para relatar los hechos y siguiendo un curso lineal en su desarrollo. Así vamos conociendo el avance de la historia desde tres puntos de vista diferentes, aportando cada una sus propias experiencias y resultando todas ellas igualmente interesantes. Kathryn Stockett escribe con un lenguaje sencillo, ameno y cercano, adaptando el tono de la narración en función del personaje que toma la palabra en cada capítulo. De esta manera, a la hora de dar voz a Aibeleen, Minny o al resto de criadas de color, observamos que en los diálogos se utilizan algunos términos que aparecen resaltados en letra cursiva y con los que se pretende reflejar una forma específica de hablar que las caracterizaría, como por ejemplo güenos, caló, habé o mujé, contribuyendo con ello a mejorar la ambientación con que cuenta la obra.Uno de los puntos más notables en Criadas y señoras radica en la construcción de sus personajes pues, aunque su número es elevado, todos ellos están perfilados con detalle, respondiendo a diferentes personalidades que permiten identificarlos con facilidad y los hacen destacar por distintos motivos. Si bien hay algún personaje masculino, pues su ausencia restaría credibilidad a la obra, son las mujeres los pilares de esta obra y quienes se alzan con el protagonismo, dando lugar a una especie de novela coral ya que paralelamente a lo que podemos considerar la trama principal, en la que destacarían las tres mujeres indicadas anteriormente, se van articulando diferentes subtramas que se complementan entre sí. Además Kathryn Stockett consigue que empaticemos muy rápido con sus personajes, implicándonos en su vida y sintiendo de cerca las emociones y sentimientos que experimentan ante cada situación, sintiendo la impotencia de no poder hacer nada antes las injusticias a las que se enfrentan.Como narradoras, Aibeleen, Minny y Skeeter son las figuras a las que llegamos a conocer con mayor profundidad y, si bien presentan diferencias notables en sus caracteres, las tres consiguen ganarse el aprecio y el cariño del lector. Personalmente, me ha gustado mucho el carácter de Aibeleen por la calidez, sensibilidad y bondad que desprende en todo momento. La muerte de su hijo ha provocado que el mundo de Aibeleen se tiña de gris, enfrentándose desde entonces a los dolorosos recuerdos y volcándose en su trabajo como cuidadora de bebes, una labor en la que intenta refugiarse para olvidar que su hijo ya no está a su lado.Por su parte, Skeeter es una joven que acaba de terminar sus estudios y regresa al hogar familiar, en el que tiene que soportar las directrices de una madre obsesionada porque su hija encuentre un prometido. Sin embargo, estos asuntos quedan muy lejos de las verdaderas motivaciones de la joven, quien desea convertirse en escritora y cuyo carácter queda marcado por la determinación y la disconformidad ante la situación que la rodea, demostrando valentía y coraje en la defensa de sus ideales.