Como yo tenía una montaña tremenda de libros por leer y mi madre no tantos se la dejé para que la leyera ella antes. Cuando le pregunté me dijo, “¡me ha encantado!”. Ya sabéis que yo me fío mucho del gusto de mis padres a la hora de hablar de libros así que cuando por fin empecé este lo hice muy ilusionada con él. Tenía claro que disfrutaría leyéndolo. Y, efectivamente, así fue. En medio de este verano sofocante (por lo menos aquí en el sur) yo viajé a Jackson, Missispi, donde también pasé calor pero, sobre todo, donde descubrí la vida de un montón de mujeres que cargaban con el peso cultural y la tradición de una época y una zona geográfica. Hasta los personajes más antipáticos de la novela son víctimas de todo esto. La joven Skeeter vuelve a su casa al terminar sus estudios en la universidad y está llena de ilusiones e inquietudes pero entre ellas no está buscar un marido y formar una típica familia americana como todo el mundo, sobre todo su madre, espera. Ella aspira a ganarse la vida escribiendo y está dispuesta a luchar por eso y conseguirlo, ¿quién sabe? Tal vez algún día pueda incluso hacerlo en Nueva York. Mientras busca trabajo y retoma su antigua vida, con sus amistades de siempre y su familia una idea empieza a darle vueltas en la cabeza. Desde pequeña ha visto como las mujeres negras sirven en casas de blancos y crían a sus hijos pero ahora empieza a tener otra perspectiva del asunto y se le ocurre algo totalmente descabellado en la sociedad en que vive, puede que incluso peligroso.
Para poder hacer realidad su proyecto necesitará la ayuda de estas mujeres negras que todo lo ven y que siempre callan. Aibeleen y Minny, dos de ellas, se atreverán a involucrarse en la idea. La verdad es que el libro me sorprendió, no sé porqué no tenía muy claro de que iba a tratar y me encantó poder conocer varias versiones de una misma historia que puede parecer ya muy vista pero que, en este caso, se nos presenta de manera diferente, emotiva y crítica. Quizá habrá quien la encuentre previsible o sosa, no es mi caso, disfruté mucho conociendo a unos personajes entrañables y valientes y a una sociedad hipócrita que necesita aparentar de puertas hacia afuera pero que también sufre al darle la vuelta a la llave de casa. En esta novela nos hablan de tantas vidas que no podemos dejar de leer, intrigadas y fascinadas por las diferentes visiones que observamos de un mismo tema. Yo sentí a veces rabia e impotencia, otras ternura, tristeza, simpatía, optimismo… todo cabe en estas 559 páginas, escritas, además con agilidad y frescura. El libro se lee de un tirón y en ningún momento se hace pesado, al contrario, debo reconocer que yo me quedé con ganas de saber más. En fin, como mi madre, yo también digo “me encantó” porque no es un libro pretencioso, con sencillez y una historia bonita consigue hacernos pasar buenos momentos al mismo tiempo que nos planteamos muchas cosas.
Supongo que muchos de vosotros ya lo habréis leído, a los que no, si tenéis ganas de leer algo agradable, aquí podéis encontrarlo.