Revista Ciencia

Crianza de niños por parejas del mismo sexo: Un análisis de las principales investigaciones

Por Davidsaparicio @Psyciencia

En los últimos años se han dado grandes avances en las legislaciones de muchos países con respecto a las personas homosexuales. Actualmente, el matrimonio igualitario es legal en 24 países del mundo. En el caso de la adopción homoparental, se da la misma tendencia. Desde el año 2000 a la fecha, en 26 Estados parejas del mismo sexo pueden adoptar de forma conjunta, mientras que otros están en vías de legalizarlo. Conforme sucede esto, la población tiende a polarizarse en dos grandes grupos, quienes están a favor de que las parejas del mismo sexo posean los mismos derechos que los heterosexuales en cuanto al matrimonio y la crianza de hijos, y quienes no lo están. Respecto del último punto, las negativas de quienes se oponen se basan en los posibles daños que podría ocasionar tener dos madres o dos padres.

Podríamos dividir estas conjeturas de acuerdo a:

  • la presunta incapacidad para educar hijos por parte de personas homosexuales.
  • la influencia que madres y padres ejercerán en los pequeños tanto en la identidad como en la orientación sexual.
  • dificultades en las relaciones sociales y el desarrollo personal.
  • el potencial peligro de sufrir abuso sexual por parte de sus padres.

Como se puede observar a partir de los supuestos anteriores, serían graves las consecuencias que sufrirían los menores si estos fenómenos efectivamente se dieran. Pero, ¿qué nos dice la evidencia al respecto? Más allá de los posturas ideológicas y religiosas que muchas veces están en la base de algunas posiciones, tanto a favor como en contra, el presente artículo propone analizar los efectos que la crianza por parte de parejas del mismo sexo tiene en los niños, tomando en cuenta las conclusiones a las que llegó la Asociación Americana de Psicología (APA), luego de más de 30 años de investigación sobre el tema.

La homosexualidad en la actualidad

Hace ya cuatro décadas que la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó a la homosexualidad de su lista de trastornos mentales, por considerar que la misma no implica un deterioro del juicio, del criterio de realidad, ni afecta las relaciones sociales y profesionales de los sujetos (Asociación Americana de Psiquiatría, 1974). En consonancia con estos criterios, la Asociación Americana de Psicología tomó la misma posición, instando a todos los profesionales del área de salud mental a eliminar el estigma de la enfermedad mental asociada a la homosexualidad (American Psychological Association, 1975).

Teniendo en cuenta que ser una persona gay o lesbiana no implica per se un trastorno mental, voy a abocarme ahora a las consecuencias que produce la educación de menores por parte de este colectivo de personas.

Dificultades en la educación de los niños

Comparando a parejas heterosexuales con parejas de homosexuales y lesbianas, no se hallaron diferencias a nivel de salud mental en general, ni en sus enfoques de crianza hacia los niños (Bos et al. 2004; Lyons, 1983; Miller, Jacobsen y Bigner, 1981; Patterson, 2001). Tanto gays como lesbianas pueden llevar adelante sus parejas, así como dividir las distintas tareas en la crianza sin que ello implique problemas para ellos o para sus hijos (Bos et al. 2004; Johnson & O´Connor, 2002). No hay diferencias significativas en la división de roles en la educación de los niños, ni entre esta educación y la separación con los aspectos románticos de la pareja.

Algunos estudios, por otro lado, sugieren que las habilidades de crianza por parte de estas parejas pueden ser superiores a las de heterosexuales (Flaks, Fischer, Masterpasqua y Joseph, 1995). Una investigación que incluyó a 256 familias compuestas por personas lesbianas y homosexuales, encontró que en comparación con padres heterosexuales, éstas prácticamente no utilizaban el castigo físico entre sus técnicas de educación, sino que en su lugar se aplicaban mayormente estrategias de reforzamiento positivo.

Identidad y orientación sexual

Diversos estudios, tomando a niños en edades que comprenden de 5 a los 14 años, han mostrado que el desarrollo de la identidad de género entre hijos de madres lesbianas, sigue el patrón esperado considerado normal (Green, 1978; Green, Mandel, Hotvedt, Gray y Smith, 1986; Kirkpatrick, Smith y Roy, 1981). Golombok, Spencer y Rutter (1983) utilizaron técnicas de evaluación de género obteniendo un resultado similar: todos los niños evaluados se encontraban conformes con su sexo, y no mostraban deseos de ser miembro del opuesto. Cabe añadir que no hay datos sobre hijos de padres homosexuales en esta área.

Con respecto a los roles de género, numerosas investigaciones han mostrado que éstos, para hijos de madres lesbianas, caen dentro de los comportamientos convencionales, es decir, que no existen diferencias entre estos niños y los de parejas heterosexuales (Brewaeys et al., 1997; Golombok et al., 1983; Gottman, 1990; Green, 1978; Verde et al., 1986; Hoeffer , 1981; Kirkpatrick et al., 1981; Kweskin & Cook, 1982; Patterson , 1994a). Kirkpatrick y colegas (1981) no hallaron diferencias entre chicos de madres lesbianas y madres heterosexuales, en elección de juguetes, actividades, intereses u opciones profesionales.

En 1997, Brewaeys y su equipo compararon 30 pequeños con edades que iban entre los 4 y 8 años, concebidos mediante inseminación artificial por parejas de mujeres lesbianas, frente a otros 30 niños de las mismas edades concebidos de igual forma, pero por parejas heterosexuales. Los resultados mostraron que no hubo diferencias entre ambos grupos en preferencias de género, juguetes, juegos y actividades. Todas las investigaciones indican que el comportamiento de hijos de madres lesbianas, se parece mucho en cuanto a roles de género a los de parejas heterosexuales. En este tópico en particular, tampoco se han hallado datos sobre hijos de parejas homosexuales.

En cuanto a la orientación sexual, una crítica común contra las parejas del mismo sexo que desean tener hijos, es la probabilidad de que sus niños terminen desarrollándose como lesbianas y gays. Omitiendo el hecho de que habría que explicar el por que elegir el mismo sexo es un problema en sí mismo, la evidencia tampoco parece dar la razón a esta predicción. Una cantidad importante de estudios (Bailey, Bobrow, Wolfe, y Mickach, 1995; Bozett, 1980, 1987, 1989; Gottman, 1990; Golombok y Tasker, 1996; Green, 1978; Huggins, 1989; Miller, 1979; Paul, 1986; Rees, 1979; Tasker y Golombok, 1997) muestran que tanto hijos de lesbianas como de gays, declaran ser heterosexuales. Tomados en conjunto, los datos no muestran una tasa elevada de homosexualidad en las preferencias de los niños.

Bailey y colegas (1995) encontraron que más de un 90% de hijos adultos de padres homosexuales resultaron ser heterosexuales. Golombok y Tasker (1996, 1997) hallaron de la comparación de niños de madres lesbianas y de parejas heterosexuales, que no había mayores probabilidades en ningún grupo de terminar eligiendo parejas del mismo sexo en la adultez.

No existe evidencia que permita afirmar que padres gays y madres lesbianas influyan en mayor medida en la orientación sexual de sus hijos, de lo que puedan llegar a hacerlo parejas heterosexuales.

Dificultades en las relaciones sociales y desarrollo personal

Dentro de este subgrupo se han evaluado características que van desde la personalidad, el autoconcepto, problemas psiquiátricos, la capacidad de establecer juicios morales, hasta incluso la adaptación escolar. De todo lo analizado se concluye que no existen datos que permitan afirmar que hijos de parejas del mismo sexo, sean lesbianas u homosexuales, posean déficits en dichas áreas, comparados con los descendientes de parejas heterosexuales (Patterson, 1997, 2000; Parques, 1998; Perrin, 1998, 2002; Stacey y Biblarz, 2001; Tasker, 1999).

Los niños de parejas gays establecen los patrones esperados de juego y de relaciones sociales. La mayoría de los pequeños en edad escolar, por ejemplo, reportaron mejores amigos del mismo sexo, y la misma elección para los grupos de pertenencia. Este patrón se da tanto en hijos de parejas heterosexuales como de gays (Golombok et al., 1983; Green, 1978). La calidad en las relaciones con los compañeros fue descrita en general en términos positivos (Golombok et al., 1983). Hay evidencia de que niños de padres del mismo sexo pueden ser objeto de burlas o bullying en la escuela (Tasker & Golombock, 1997). No obstante, comparado con el acoso escolar que reciben los chicos en general, este riesgo no es mayor. A su vez, si los pequeños son entrenados en asertividad y reciben apoyo por parte de otras familias en su misma situación, la discriminación puede superarse sin que provoque trastornos psicológicos o sociales. Cabe aclarar sin embargo, que en caso de bullying no es el ser hijo de una pareja homosexual lo que provoque daño en sí mismo, sino un medio social que, por distintas razones, propicie situaciones de acoso.

Las relaciones de los hijos con sus madres lesbianas y padres homosexuales en general posee un carácter positivo, independientemente del sexo de sus padres (Brewaeys et al., 1997; Golombok et al, 1983;. Harris y Turner, 1985a). Con respecto a la relación con los abuelos, diversas investigaciones han estudiado si la relación con éstos se mantiene, y si se produce en una forma similar a como se da en las familias de parejas heterosexuales. Niños de parejas gays poseen relaciones satisfactorias con sus abuelos, de la misma forma que éstos a su vez la tienen con sus hijas e hijos (Patterson et al., 1998; Fulcher et al., 2002). No existe evidencia que permita afirmar que las relaciones intergeneracionales se ven afectadas en estos tipos de familias.

Posibilidad de sufrir abusos de parte de sus madres/padres

Por último, la posible exposición a abusos sexuales por parte de sus padres, es una preocupación que no ha quedado sin ser estudiada.

Al respecto, existe una abrumadora evidencia que indica que la gran mayoría de los abusos sexuales son producidos por hombres. El abuso sexual por parte de una mujer ocurre muy raramente. Una investigación longitudinal reciente encontró que ninguna madre lesbiana que participaba del estudio había perpetrado abuso con alguno de sus hijas/os (Gartrell et al., 2005).

Pero además, la gran mayoría de los abusos se da por parte de hombres adultos hacia mujeres más jóvenes (Jenny, Roesler y Poyer, 1994; Jones & McFarlane, 1980). Es decir, por parte de sujetos heterosexuales. La evidencia existente muestra que los hombres homosexuales no son más propensos que los heterosexuales a cometer abuso sexual infantil (Groth y Birnbaum, 1978; Jenny et al., 1994; Sarafino, 1979).

Se concluye por lo tanto que no existen datos que permitan mantener la creencia que hijos de padres gays y madres lesbianas corran un mayor riesgo de sufrir abuso sexual, de lo que corren hijos de personas heterosexuales.

Conclusiones finales

El recorrido hecho hasta aquí pretendió dar cuenta de las principales investigaciones en el tema de la crianza por parte de parejas del mismo sexo. A partir de dichos estudios, se pueden extraer las siguientes conclusiones respecto de la capacidad de las mismas para la crianza de niños:

  • Las personas gays y lesbianas poseen, en comparación con personas heterosexuales, las mismas habilidades para la educación de los niños.
  • La orientación sexual de los padres no incide ni en los roles ni en la identidad sexual de sus hijos.
  • Tanto en desarrollo social como el personal no se ven afectados por las preferencias sexuales de los padres.
  • No existe evidencia que permita afirmar que hijos de personas homosexuales son más propensos a sufrir abuso sexual que hijos de heterosexuales.

Referencias: Descarga el PDF completo de la Asociación Americana de Psicología (APA) con la lista completa investigaciones que soportan este artículo.


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