Sin embargo, por lo que actualmente vamos conociendo, el catálogo de escritoras británicas que destacaron en el género detectivesco es bastante más amplio del que inicialmente se tradujo y publicó en España.
Afortunadamente, la editorial dÉpoca en su colección dÉpoca Noir parece haberse arrogado la misión de rescatar a las que bien podríamos llamar “Damas olvidadas” del crimen. Eso hizo cuando, en la segunda entrega de dicha colección, nos presentó a la para nosotros desconocida, pero muy brillante, Annie Haynes y su novela “Asesinato en Charlton Crescent”. Y lo continúa haciendo ahora al rescatar para los lectores españoles a Molly Thynne, otra autora de la Golde Age totalmente ignorada en España. Molly Thinne, cuyo nombre real era Mary Harriet Thynne, nació en 1881. De ella sabemos poco, que su familia era noble, descendiente de los Tudor, y estaba muy bien relacionada con los más elitistas círculos literarios y artísticos. el ingenio superior del Dr. ConstantineMolly Thynne, que falleció en Devon en 1950, permaneció soltera, dedicando su vida a viajar y a desarrollar sus aficiones literarias. Publicó su primera novela en 1914, pero no fue hasta 1928, en plena Edad de oro del género, cuando apareció la primera de sus seis novelas de misterio. De sus seis novelas policiacas, las tres últimas (“The crime at the Noah's Ark” , de 1931, “Murder in the dentist's chair”, de 1932 y “He dies and makes no sign” , de 1933) fueron protagonizadas por el Dr. Constantine, uno de esos detectives aficionados típicos de la Golden Age que dedicaban de una manera altruista su talento excepcional a desentrañar diversos delitos cometidos en ambientes cerrados formados por un limitado grupo de sospechosos; es decir, un tipo de misterio que se conoce como un «whodunit» («¿quién lo hizo?»). Y eso, un perfecto «whodunit» es “Crimen en la posada “Arca de Noe”, la primera entrega de la serie del Doctor Constantine, que es la que ahora nos ofrece dÉpoca Noir. Un variopinto grupo de personajes se ven obligados a refugiarse de un temporal de nieve en una gran posada rural, “El arca de Noé”. Allí permanecerán aislados durante varios días y allí se verán enfrentados a un asesinato y varios robos. Un vivaracho y muy inteligente anciano, el doctor Constantine, de origen griego y figura del ajedrez, se convertirá en detective aficionado, auxiliado por otros dos huéspedes, el joven novelista Angus Stuart y Soames, un decidido representante comercial. Estos tres personajes, junto con Lord Romsey y sus tres hijos, dos ancianitas indefensas, una hermosa y misteriosa viuda, una ostentosa millonaria y su secretaria, un joven oficinista, un acobardado bailarín y un comandante grosero y alcoholizado, constituyen el interesante grupo humano encerrado en la posada, cuyos secretos iremos desentrañando según avance la historia, en la que también está presente algún que otro lance amoroso y más de una situación hilarante. La novela se atiene a las convenciones de la Golden Age. El misterio se resuelve al final de la novela y el/los culpables son puestos en evidencia gracias al ingenio superior del Doctor Constantine, un encantador detective aficionado que no muestra en este caso ninguna de las extravagancias a las que nos tienen habituados otros grandes detectives de la Golde Age, como Hercules Poirot, Lord Peter Wimsey o Albert Campion. La narración cumple el objetivo de exponer los elementos del misterio con claridad y sin trampas, manteniendo el interés del lector hasta el final, tal como exigían las reglas del género que varios autores desarrollaron durante aquella época. Y como valor añadido de la novela, hay que destacar sus hermosas ilustraciones y el esclarecedor prólogo de Juan Mari Barasorda, como ya es habitual en los libros dÉpoca. dÉpoca, 2018Compra en Casa del Libro José María Sánchez PardoCrimen en la posada Arca de Noé. Molly Thynne
Publicado el 18 abril 2018 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
Rescatar a las “Damas olvidadas” del crimen En la cumbre de la novela de detectives clásica encontramos a varias muy conocidas “Damas del crimen” británicas, como lo fueron Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, Margery Allingham, Josephine Tey, Anthony Gilbert, Anne Hocking… Y, aunque neozelandesa, también sería justo mencionar a Ngaio Marsh, considerada, con las tres primeras, una de las “Cuatro grandes” del género.