Para cumplir este sueño, nos tendremos que conformar con el filón de relatos, novelas, cómics o películas en las que se ha materializado el encuentro imposible. Incluso vimos (“Pánico en la ciudad”) como El Chicago Tribune del 1 de abril de 1906 publica una monumental broma profusamente ilustrada cuyo titular reza: “Chicago, invadido por hordas de monstruos prehistóricos sembrando la muerte y la destrucción”. Esta nueva serie te propone un viaje a través de los principales escenarios donde se han avistado críptidos dinosaurianos, empezando por...
1. FRANCIA: EL PTERODÁCTILO DE CULMONT
“¿Quién no conoce al volador reptil pterodáctilo, que fue descubierto en estado de petrificación en las canteras de Solenhofen, reino de Baviera, el cual tiene una semejanza mayor para con los dragones de los chinos, que cualquier otro animal que conocemos en el día? Encontramos este fósil representado en todas las obras modernas de geología, y ahora podemos noticiar a nuestros lectores, de que últimamente se ha hallado un ejemplar vivo de este animal de tan extrañas formas. Acerca de este interesante descubrimiento, dice el Moniteur de l’Agriculture lo que sigue: ‘Ocupados unos trabajadores en el arranque de piedras en una cantera del término de Culmont (en el Departamento del Haute-Marne), se encontraron en una concavidad subterránea con un animal vivo y monstruoso, perteneciente a la clase de los reptiles, pero que se había considerado como una especie enteramente desaparecida. Su longitud es muy notable, tiene un hocico muy sacado, agudos dientes y anda sobre cuatro pies bastante altos, provistos de membranas que le sirven de alas para volar. En cada uno de los remos tiene cuatro fuertes dedos o garras con uñas bastante encorvadas y largas. La configuración se parece mucho a la del murciélago, y el tamaño es como el de un ganso bien cebado. Las alas membranosas miden en toda su extensión 3 metros con 22 centímetros. El color de este animal es de un negro sucio, y el pellejo está cubierto de pelo muy corto. Al abrirse las tripas del reptil salía un líquido incoloro, semejante al agua limpia. Luego que el animal vio la luz del día, desfalleció muy pronto, aleteando las membranas débilmente y dando un grito agudo, murió a la vista de los asombrados trabajadores. El cadáver fue conducido a Gray y, reconocido por un naturalista muy versado en paleontología, lo declaró definitivamente un Pterodactylus anas.”
Esta noticia, que fue reeditada el año siguiente en el número 245 de El Correo de Ultramar, había aparecido originariamente en el local La Presse grayloise, el sábado 12 de enero de 1856, y luego la reeditaron el citado Moniteur de l’Agriculture o Journal de Toulouse, el lunes 11 de febrero de 1856. Será también retomado, con reservas sobre su autenticidad, en las "noticias y mezclas" de los Annales de philosophie christian, volumen 72; incluso aparecerá en una nota de las Légendes de l’Ancien Testament de Collin de Plancy. Fue traducido al inglés el lunes 4 de febrero de 1856 en The Morning Chronicle y reimpreso el 9 de febrero en The Illustrated London News.
La propia denominación científica de la especie (“Pterodáctilo pato”) ya orienta sobre la categoría del bulo desde su propio nacimiento, pese a lo cual, como acabamos de ver, la repercusión en la prensa internacional fue considerable.
Si quieres saber más, aquí puedes encontrar (en inglés) un amplio y serio reportaje analizando supuestos avistamientos de pterosaurios y fotografías antiguas... con rastros de Photoshop o petroglifos y estatuillas precolombinas cuya ambigüedad ha tratado de ser defendida como testimonio de la presencia de pterosaurios en otras épocas, en un claro sesgo de confirmación de la predisposición a creer en ello.
Y aquí te hablamos de que, supuestamente, en pleno siglo XXI un grupo creacionista estaba recaudando fondos para capturar un pterodáctilo vivo. Y como ya conoces nuestra debilidad por el cómic, te dejamos con varios cómics en los que se ha identificado el mito del Thunderbird o pájaro del trueno de los indios norteamericanos con pterosaurios:
[1] Whitcomb, J. (2017), Modern Pterosaurs, Human Encounters with Living "Pterodactyls", CreateSpace Independent Publishing Platform.