El 11 de marzo de 1922, el cubano Diario de la Marina recoge el testimonio del teniente Bevilaqua (nada que ver con el picoleto de las novelas de Lorenzo Silva –o eso creemos-), de la marina norteamericana, que aseguraba haber visto en 1906 en el Estrecho de Magallanes, frente a la costa de la Patagonia, a un monstruo “La cabeza se parecía a la de un caballo y el cuello tenía lo menos treinta pies [3] de largo”. El 15 de marzo, el diario comunica que los cazadores se están preparando para acabar con el animalito, al que todos tienen ya por un plesiosaurio superviviente del Mesozoico, porque “Nuestros contemporáneos no pueden admitir que sobreviva una especie tan remota”. Al día siguiente, Diario de la Marina publica el testimonio de Clemente Onelli [4], director del zoológico de Buenos Aires, escéptico con los titulares que estaban publicándose: “Plesiosaurio es un pseudónimo que los periódicos le han dado y que ha quedado, pero yo creo que se trata de un gran animal de la familia desdentada del cual se encontraron algunos ejemplares en la Patagonia en el año 1897”.
Sin embargo, el propio Onelli publica dos días más tarde en Caras y Caretas el artículo “Lo del animal misterioso”, donde da cuenta de una carta fechada el 19 de enero, escrita por un tal Martin Sheffield, cazador norteamericano al que había conocido en los estertores del siglo anterior: “Conociendo el empeño que usted siempre ha demostrado en fomentar el adelanto del establecimiento que tan dignamente dirige, me permito distraer su atención sobre el siguiente fenómeno que por cierto ha de despertar su vivo interés, ya que se trata del posible ingreso a su jardín de un animal hasta ahora ignorado del mundo...” Se trataría de “un animal enorme con cabeza parecida a un cisne, de formas descomunales, y el movimiento del agua me hace suponer un cuerpo de cocodrilo”. El paleontólogo añade, desafiante, que aunque “ninguno de esos bichos ha sido visto ni por el padre Adán, que, por otra parte, no tenía Kodack a su disposición (...) Si Caras y Caretas quiere tener fotografías sensacionales, mande un artista del daguerrotipo a acompañar la comisión que saldrá en estos días”.
No sabemos si Onelli pretendía distraer a posibles competidores con lo de los “desdentados” o cambió de idea bruscamente, y también se apunta a que, simplemente, aprovechó el chisme para atraer a la prensa internacional y promocionar la riqueza natural de la Patagonia [5]. Buscara lo que buscara, parece que la expedición partió finalmente el día 22, según informa Diario de la Marina el 25 de marzo.
La prensa internacional se volcó con la expedición [6]. Por lo que respecta a la española, el 31 de marzo podemos leer en El Debate o La Voz que estaba a punto de ponerse en marcha la expedición en busca del animalito. Una semana después de la llegada de la expedición a Bariloche, al pie de los lagos, el gobierno protegió la zona declarándola Parque Nacional (sólo por eso ya habría merecido la pena la odisea del Nahuelito). El 14 de abril, El Imparcial informaba de que la búsqueda continuaba y La Voz afirmaba al día siguiente que Onelli había confirmado la existencia del animal. Además, el 26 de abril, El Cantábrico cuenta lo que ha leído en la prensa internacional sobre esta expedición.
El 7 de abril, Caras y Caretas publica que Onelli se muestra algo intranquilo, ya que le ha llegado la comunicación del gobernador de Chubut prohibiendo la caza del animal, conforme a sus conversaciones con el Ministro del Interior, a instancias de la Sociedad Argentina para la prevención de la crueldad contra los animales.
El 15 de abril, el diario publica la caricatura "La verbena del plesiosaurio” con el siguiente pie de viñeta rimado: “Intentan darme caza, ¡qué horrible situación! Éste dice que sí y éste dice que no” (a la derecha: Onelli; a la izquierda: Ignacio Lucas Albarracín, presidente de la protectora de animales). El 26 de abril, el diario informa que la expedición, dirigida por Emilio Frey, no ha encontrado rastro del animal porque… se equivocaron de lago. El 30 de abril, se informa del regreso de la expedición dada la proximidad del invierno [7].
A comienzos de mayo varios diarios (La Correspondencia de España, El Heraldo de Madrid, El Liberal) informan también del fracaso de la expedición, aunque hubo quien siguió elucubrando con el asunto, como Joaquín Aznar, que le dedicó dos columnas en La Libertad el 14 de junio.
Sin embargo, parece que el 18 de junio las cosas volvían a ponerse en movimiento y Manuel García Hernández criticaba al “gordo” Onelli desde el Diario de la Marina, creyendo impropio de un científico como él dar pábulo a “fantasmagorías impropias de la ciencia”. El 22 de octubre, el diario se chotea de la expedición publicando el relato de un aviador que habría viajado hasta el lago Viedma para fotografiar al monstruo, que encuentra pero acaba confesando: “me olvidé de correr la cortina de la placa”.
Finalmente, cuando se dio por concluida la empresa, desde Bariloche llegó la bomba: “El plesiosaurio ha sido capturado”. Sin embargo, todo resultó una nueva broma, en este caso obra de un empresario local, Primo Capraro, que en el carnaval montó una carroza con un plesiosaurio. La fama del virtual monstruo originó incluso una marca de cigarrillos.
Y es que la sombra del sensacionalismo –como la del ciprés- es alargada y la propia Caras y Caretas, el número del 8 de diciembre de 1928 donde informa de la aparición de “Un caballo-toro” en El Salvador, indica que se pensó que podía ser un ictiosaurio (del que había dado cuenta El Debate unos meses antes).
Si hoy viajas a la Patagonia, el avistamiento de fauna mesozoica está garantizado: En San Carlos de Bariloche (junto al famoso lago Nahuel Huapi) se ha montado “Parque Nahuelito”, con más de 30 estatuas de dinosaurios.
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[1] Se le ha ubicado alternativamente en los lagos Nahuel Huapi (del que toma el nombre), Viedma o Epuyén. [2] “El Plesiosaurio” (1922), con música de Rafael D’Agostino y letra de Amílcar Morbidelli, los homónimos de Arturo Terri, José de Paco Gea o Fernando Randle, o el uruguayo “Tango Antediluviano” a.k.a. “Ya lo traen al Plesiosauro” (1927) de Julio Fava Pollero. Y parece que el Nahuelito no sólo inspiró tangos, como demostrarían el foxtrot “Plesiosaurio the Last Fauna” (Gerónimo Curti) o “Plesiosaurian Glide of Patagonia”, del que se dijo que pronto reemplazaría al shimmy.[3] Nueve metros.[4] Clemente Onelli (1864-1924), paleontólogo italiano llegado a Argentina con 24 años, fue director del Parque Zoológico de Buenos Aires desde 1904 hasta su fallecimiento.[5] Quintadimension.com transcribe una carta privada bastante esclarecedora: “puede ser que me haya sido forzoso (...) recurrir al extremo que supone la historia del plesiosaurio, sin cuya quimera no tendríamos expediciones ni nada. En cambio ahora irán miembros de la prensa del país y del extranjero, acompañando a la expedicionarios, y se difundirán las noticias de la Patagonia y sus maravillas, para tratar de que se forme hacia ella una fuerte corriente de turismo, de guapos hombres y capitales”.[6] Incluso apareció en Scientific American. En el área francófona, por ejemplo, Le Petit Journal informó sobre la expedición el 11 y el 31 de marzo. El 21 de marzo lo hicieron Le Journal o La Liberté. El 9 de abril, Le Petit Journal Ilustré le dedicó su portada, a todo color, con el titular “Une vision fabuleuse”. El 7 de mayo le secundó Le Pèlerin, que se preguntaba: “Y a-t-il un plésiosaure en Patagonie?”[7] Ya sabéis que, ahí abajo, las estaciones se invierten con respecto al hemisferio Norte.