Si anteriormente ya les hablé de una novela precursora del ciberespacio, esta vez contiuamos en la tónica ciberpunk, aunque salvando las distancias. Detrás del esotérico nombre de Criptonomicón no se esconde ningún manual que desvele los secretos de los mal llamados “piratas informáticos”, sino que se trata de una novela de Neal Stephenson (Maryland, 1959) y que a día de hoy se ha convertido en un libro de culto entre los aficionados al ciberpunk y la ciencia-ficción de nueva hornada.
El título de la obra parafrasea al Necronomicón de H.P. Lovecraft, y al igual que en éste, también se menciona un supuesto Criptonomicón auténtico en la novela: un volumen que recopila el conocimiento de la criptografía desde sus orígenes. Aunque en este caso, el “auténtico” Criptonomicón no juega un papel central en el argumento. Criptonomicón nos cuenta la historia del matemático estadounidense Lawrence Waterhouse, quien en la Segunda Guerra Mundial colabora con los servicios de inteligencia británicos para descifrar los mensajes codificados que transmitían los países del Eje. Paralelamente, también narra la aventura empresarial de su nieto Randall para crear una especie de Arcadia de los datos que ya la quisiera Julian Assange. Ambas historias se van alternando y están conectadas a través de personajes y lazos familiares, como la singular familia Shaftoe.
Calificar Criptonomicón como una novela ciberpunk es, cuanto menos, insuficiente. A lo largo de sus (muchísimas) páginas, Stephenson nos habla de los temas que le resultan atractivos, desde la criptografía y la historia a las altas finanzas y los modelos bursátiles. Y lo hace sin prisas. No se trata de una historia en la que el personaje tenga como objetivo llegar del punto A al B, sino que el lector puede (debe) disfrutar del viaje, en el que se insertan microrrelatos tan variados como esperpénticos, que van de la frustración del protagonista en su juventud cuando intentó crear con sus amigos un sistema de reglas híperrealista para juegos de rol, a la forma científicamente óptima para comer cereales. Diversas figuras históricas aparecen en la novela con mayor o menor protagonismo. Sorprende ver tal cantidad de conocimientos en un solo autor, desde filosofía a finanzas y geografía, y también ver un tratamiento realista de las diferencias culturales.
Debido a la extensión de esta macronovela, la traducción al castellano ha tenido que editarse en 3 volúmenes: El código Enigma; El código Pontifex; y El código Aretusa (que corresponden a algunos de los sistemas de codificación que se usan a lo largo de la historia). En España se pueden encontrar en la colección Nova, así como en Zeta de Bolsillo. También se editaron en su día en el sello editorial Byblos, el más económico. Por descontado, hay que leer los tres volúmenes de tirón.