No sé si os ha ocurrido alguna vez que determinadas clases de rosales, especialmente híbridos de té trepadores de cierta edad muestran un aspecto algo pelado en sus bases. Me vienen a la mente las exaltaciones del porte de los rosales de David Austin, pendulares y cubiertos de follaje y ramas desde la base, pero tampoco veo nada en aquellos portes más verticales y que permiten "rellenos" entre medias.
El año pasado, casualmente, tenía unas cuantas matas de crisantemos sobrantes y, sin pensarlo demasiado, los planté al pie de ese rosal Soraya Trepador. El resultado, a pesar de lo improvisado de la composición, ha sido muy bueno. Me gusta el contraste entre la sutilez de los pétalos deñ crisantemo y la aspereza de las ramas viejas de la base del rosal y de los nuevos tallos espinosos y rojizos.
Las plantas perennes dan un muy buen rendimiento. Los crisantemos aportan un toque de color que no le viene mal a ningún jardín en el momento en el que el número de horas de sol empieza a decaer. La única precaución, que de forma genérica, se puede predicar de la mayoría de perennes, y en concreto de los crisantemos,es que, cuando notemos que decaen o se agotan, lo mejor que podemos hacer es dividirlos y trasplantar o bien esquejarlos y desechar las plantas envejecidas. Un error que he cometido este año con ellos ha sido el no pinzarlos lo suficiente para que, al ramificarse más, tuvieran menor necesidad de sujeción y riesgo de rotura.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.