La crisis de refugiados sirios, afganos e iraquíes, que se prolonga desde el verano hasta ahora y lo que queda por delante, es una de las mayores tragedias humanitarias de las últimas décadas. Una tragedia que podía haberse evitado si se hubiera atendido a las peticiones de los que deseábamos una intervención militar abierta en Siria, y una mayor presencia en Irak y Afganistán.
Como no se ha querido solucionar el problema en su momento y donde corresponde, ahora el problema se desplaza también a Europa y Estados Unidos. Es lo que tienen las decisiones equivocadas, que siempre traen consecuencias indeseables.
En esta crisis de refugiados, el papel de Estados Unidos es fundamental y ya somos el mayor donante de ayuda humanitaria en relación al conflicto sirio, con más de 4.000 millones de dólares entregados. También en número de refugiados acogidos, nos situamos entre los primeros, con alrededor de 20.000 refugiados que serán acogidos. Probablemente terminarán siendo más. Hasta septiembre la cifra de acogidos era de 1.500 refugiados.
La asistencia a los mismos es una cuestión humanitaria, aunque ni de lejos soluciona el problema de fondo, que seguirá provocando que miles de personas huyan.
Hoy, más que nunca, la intervención militar está justificada. Quien no lo quiera ver, que siga asistiendo a la oleada de refugiados, y que vaya haciendo sitio en casa para ellos.
De entrada, desde el gobierno estadounidense ya se preparan algunas medidas para hacer frente a la crisis de refugiados, que se centran en hacer cambios en el programa nacional de reasentamiento de refugiados, que acepta a 70.000 personas al año. Será necesario articular medidas que permitan filtrar la llegada de los refugiados para evitar elementos terroristas infiltrados. También se aumentarán las cantidades económicas a donar y la colaboración con otros países para que puedan sumarse al esfuerzo de acogida y ayuda a los refugiados.
Todo esto es humanitariamente necesario, pero por supuesto no soluciona el problema que origina la huida de los refugiados, cuyo aspecto económico no es menor precisamente. Mientras no se quiera afrontar eso directamente, deberemos lidiar con la llegada de cientos de miles de refugiados con todas las consecuencias que ello conlleva.