Crisis en los precios infinitos

Publicado el 29 agosto 2014 por Mike_lee
Durante el mes de agosto de 2014, el amigo Moisés Oneyros ha celebrado un ciclo de charlas patrocinadas por fnac dedicadas al mundo de los cómics. Una de ellas fue una mesa redonda titulada ¿Cuál es el público del cómic?, en la que el editor de Marvel en España, Julián Clemente, y el dibujante y animador Víctor Gómez pusieron sobre la mesa varios aspectos relativos al punto en que se encuentra el noveno arte a nivel nacional. Uno de los temas más interesantes tratados, y que sin duda seguirá generando debate en el futuro cercano, fue el modo en que los niños se acercan a los cómics en la actualidad. En la charla se mencionó que las nuevas generaciones conocerán los cómics gracias al formato digital, a través de las tablets en particular, y se señaló que el motivo por el cual permanecerán alejados del papel tradicional será principalmente económico: la crisis económica ha borrado cerca de 10.000 kioscos de España, mientras que las editoriales apuestan por formatos de lujo, accesibles para pocos. Este último punto está estrechamente relacionado con la política editorial que siguen casas como Panini, quienes han protagonizado polémicas declaraciones las últimas semanas al defender su aumento de precios escudándose en las mencionadas lujosas ediciones.

Cuando empecé a coleccionar cómics como afición, fue gracias a los coleccionables semanales. Antes de su llegada, que coincidió con el comienzo de la ola de superpoducciones basadas en superhéroes, atesoraba las grapas y tomos desordenados que iba rescatando de los kioscos, pero el poder leer una etapa clásica en orden cronológico con cierta periodicidad cambió el modo en que veía los cómics, y aquello sucedió gracias a un formato asequible y popular. Leer la etapa de Chris Claremont, John Byrne y John Romita Jr. al frente de La Patrulla X fue una experiencia fascinante que atesoro. A este cómic mutante le siguieron las colecciones dedicadas a Los 4 Fantásticos de John Byrne, Spider-man de Roger Stern, Hulk de Byrne y Peter David, Daredevil de Frank Miller (otro de los cómics que te cambia para siempre) y los orígenes de la serie propia de El Castigador, todas ellas publicadas en tomos semanales de 80 páginas que no superaban los 3 €. Alrededor de esta época, Planeta DeAgostini y Fórum también pusieron en marcha la Biblioteca Marvel, pequeños tomos que recogían los orígenes de la Marvel dorada, en blanco y negro, eso sí. Gracias a ellos redescubrimos maravillas como Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, un cómic fundacional de todo un universo de ficción, Los Vengadores, Dr. Extraño, X-Men, Thor, y posteriormente a Spider-man y Daredevil. Además, este asequible y manejable formato se expandió a otros clásicos del cómic, como las historias de terror de EC y al Drácula de Marv Wolfman y Gene Colan, una delicia para los amantes de la novela original de Bram Stoker.

Alrededor de 2005, cuando Panini adquirió los derechos de Marvel, Planeta siguió apostando por los coleccionables, ahora dedicados a los personajes de DC con los que acababa de hacerse. De este modo, consiguió que muchos lectores recuperásemos etapas fundamentales, ya sin el dominio de Norma y sus tomos exclusivos (ediciones que todavía mantienen hoy en día, véase el universo de Hellboy). Los precios experimentaron cierto aumento, pues los cómics semanales de Batman llegaban a 3.50€; y los de Superman de John Byrne, a 4.50€ (y además presumían de una escandalosa resolución gráfica), pero se seguía apostando por dicho formato. Por otra parte, en sus comienzos, Panini optó por mantener esta política editorial, siguió recuperando clásicos con la Biblioteca Marvel, y con colecciones como Spider-man de John Romita (que cada vez echo más de menos); lanzó un coleccionable dedicado a los X-Men que continuaba justo donde terminó el de Planeta, y otro dedicado al Ultimate Spider-man de Bendis, recogiendo en esta ocasión material mucho más reciente. 

En este punto podemos empezar a hablar del fin de los coleccionables semanales tal y como los conocíamos, pues sencillamente dejaron de editarse. Planeta pasó a publicar tomos de 10 € dedicados primero al Batman post-Cataclismo, y después retapados del primer y del segundo coleccionable que curiosamente dejaban las sagas a medias, jamás autocontenidas en un mismo volumen, para que tuvieras que picar con el siguiente. En septiembre de 2010, Panini sorprendió con la puesta en marcha de Marvel Héroes, tomos quincenales que recogían diversas etapas populares de distintos personajes. Se distribuían en kioscos, costaban 10 € y revivían parte del espíritu del coleccionable al acercar conocidas sagas al gran público, como Asalto a la mansión de Los Vengadores, El Capitán América de John Byrne, o La Segunda Guerra de las armaduras de Iron Man. En mi caso particular, pude hacerme con parte del Daredevil de Ann Nocenti, interesante etapa de denuncia social que es imposible de encontrar en su edición original, y con el Spider-man de J.M. Straczynski y John Romita Jr., que había leído de prestado y considero la última gran etapa del arácnido. 

En la última década, gracias a la enorme influencia de las películas dedicadas a superhéroes y basadas en cómics en general, el tebeo ha pasado de ser una afición marginal a convertirse en un objeto de lujo presente en las grandes superficies, que ahora le reservan secciones cada vez más amplias (si bien la lectura de cómics todavía no se ha extendido ni aceptado socialmente tanto como nos gustaría a algunos). Las editoriales arriba mencionadas, a las que hay que sumar ECC, que ostenta los derechos de DC, han elegido recuperar etapas clásicas, tanto del cómic de superhéroes como de otros géneros, en formatos abusivos: tomos recopilatorios de alto número de páginas y de precios ridículos que pocos podemos permitirnos, sobre todo dadas las circunstancias económicas que seguimos atravesando. Las ediciones populares han caído en el olvido, y el público objetivo de los cómics clásicos se ha convertido en selectos coleccionistas, apartando por supuesto a los niños que mencionábamos al comienzo de este artículo. Una prueba de este fenómeno son los temibles Omni Gold de Panini, abominables volúmenes que recogen las primigenias etapas de X-Men, Thor o Spider-man y no bajan de 40€ por tomo. Algo similar ha pasado con la mencionada Marvel Héroes, línea cuyo concepto se ha tergiversado al transformarla en recopilatorios que tampoco bajan de los dos billetes azules, e incluso ascienden a 60 €, como Alpha Flight de John Byrne, de próxima publicación. 

El tochal de la discordia

El anuncio de esta absurdez ha levantado las críticas de los lectores más veteranos del lugar, y Panini ha respondido escudándose en el incremento proporcional de páginas y de precio. Puede que estén en lo cierto y que sea un precio "razonable" para el número de páginas que incluye el monstruoso volumen, pero, ¿por qué no pueden convivir las ediciones de lujo con las populares? Con semejantes tochos, ¿cómo vamos a conseguir que nuevas generaciones de lectores se acerquen a clásicos como Los relatos de Asgard, La saga de las drogas de Spider-man o Superman de John Byrne y descubran la satisfacción de leer cómics por afición? Y, volviendo al punto de partida, ¿qué niños van a convencer a sus padres o se van a sentir atraídos por las criticadas ediciones mastodónticas?

Al comentado estado de los cómics clásicos habría que sumar el precio de las novedades editoriales, cuyos volúmenes estándar no bajan del rango de los 15-20€. Además, si echamos un vistazo al mundo del cómic independiente, que ahora mismo ofrece el panorama más rompedor e interesante en Estados Unidos con la editorial Image a la cabeza, observamos el caos en que se ha convertido la publicación de estas series en España. Con la excepción del éxito de ventas de Los muertos vivientes, nunca sabemos con certeza si determinadas colecciones llegarán a publicarse, en qué formato o bajo qué editorial. 

Para terminar, me gustaría rescatar uno de los puntos comentados en la charla con la que abríamos este artículo. Probablemente, los niños que se convertirán en futuros lectores de cómics, y los nuevos lectores en general, se acercarán al medio gracias a las plataformas digitales. Aplicaciones como ComiXology ofrecen rebajas dedicadas a determinados autores o personajes, algo similar a lo que hace Marvel Infinity. Iniciativas como Thrillbent, capitaneada por Mark Waid, propone a los lectores pagar una suscripción de 4$ mensuales, el precio de una grapa americana, para acceder al creciente catálogo de sus nuevas series, que además experimentan con las posibilidades narrativas que ofrece el medio digital. ¿Habrá futuro para el cómic clásico en el panorama digital? Desde luego, se está terminando con el suyo en las ediciones impresas.