Crisis existencial

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Es como un extraño cosquilleo paralizante. Lo llaman crisis de ansiedad. De repente, la inmensidad del universo y nuestra insignificancia, cobran fuerza. La certeza de nuestra brevedad. El sinsentido de la vida. Por qué estamos aquí. Para qué. Una extraña vorágine de puro miedo se apodera del cerebro, que es incapaz de pensar en otra cosa que no sea el vacío de la muerte.

Tal vez seamos animales preparados para enfrentarnos a la supervivencia básica, la del día a día. Y, si eso está cubierto, si tenemos tiempo para pensar más allá, es probable que surja entonces “LA” pregunta. Buscando una respuesta destaca la idea de querer dejar nuestra huella. Trascender.
Trascender.
Trascender… ¿Trascender? ¿En serio?
No está tan claro que eso sea tan necesario para todo el mundo.
Vivir.
Eso sí lo tenemos claro. Queremos vivir. A ser posible, sin dolor (ni físico ni emocional).

Todo este revoltijo tiene, al parecer, un nombre: crisis existencial.
Pues vaya mierda, oigan.
Lo que faltaba.

Rebuscando una imagen para ilustrar este post me he topado con este retrato obra de Alvin Langdon Coburn (1882 -1966). Se titula “El pensador” (1906) y el señor que posa desnudo es, nada más y nada menos, que Georges Bernard Shaw (la única persona que ha ganado un Nobel y un Óscar). Quién me iba a decir a mí que iba a acabar acordándome de aquella escena que tradujeron como “La lluvia en Sevilla es una pura maravilla“. Puro existencialismo…