Las imágenes insólitas de este gigantesco grupo de inmigrantes recorriendo, primero, las calles de Budapest y el puente Erzsébet, y después tomando la autopista M1 (que comunica Budapest con Austria) dieron en pocos minutos la vuelta al mundo. Acompañándoles iban multitud de periodistas llegados de muchos países del mundo y de Hungría, policías ejerciendo funciones de escolta y seguridad, y furgonetas de voluntarios con agua y comida. Muchos de ellos iban mostrando fotos de Angela Merkel que alguien repartió y coreando el nombre de Alemania. El grupo remontó las colinas de Buda y salió de la capital ocupando el arcén y dos de los tres carriles de la autopista, aunque a ratos llegaban a ocuparla por completo, provocando retenciones kilométricas. La policía trataba de poner orden entre vehículos y personas en una escena rocambolesca.
Mientras tanto, a Keleti llegaba más policía y unidades antidisturbios, pues a la compleja situación se añadió ayer un factor muy peligroso: se disputaba en Budapest el partido clasificatorio para la Eurocopa entre Hungría y Rumanía, declarado de alto riesgo por la rivalidad existente entre ambos países (sobre todo por la región de Transilvania). Algunos aficionados de extrema derecha llegaron a enfrentarse con los inmigrantes, aunque la policía evitó rápidamente que se produjese una tragedia. Aún así, unos desalmados tiraron un petardo que hirió levemente a un inmigrante pakistaní.
Al mismo tiempo, en el campamento provisional de refugiados de Röszke, los más de 2000 refugiados que saturan sus precarias instalaciones se amotinaron protestando por su situación, llegando a romper las vallas del perímetro y escapando muchos de ellos. La policía trató de controlar la situación con gas lacrimógeno, y se lanzó a la búsqueda y captura de los fugados, que caminaban cerca de la autopista M5 rumbo a Budapest (a casi 200 kilómetros de distancia). Por unos momentos parecía que Hungría andaba al borde del colapso migratorio (si es que ya no lo estaba).
Por fortuna, a medida que terminaba el día, las cosas fueron mejorando. La situación en Röszke fue controlada, muchos refugiados volvieron al centro por su propio pie o por la policía. Mientras tanto, los miles de inmigrantes de la autopista continuaban caminando incluso bien entrada la noche, rumbo a la frontera austríaca (donde no tenían en absoluto garantizado el acceso). Aunque la práctica totalidad eran varones jóvenes, las mujeres y niños pequeños no podían seguir el intenso ritmo del grupo y quedaron varios pequeños grupos sueltos por detrás. Finalmente decidieron pasar la noche descansando en una zona entre Herceghalom y Biatorbagy, a unos 27 kilómetros de Budapest y 150 de la frontera con Austria (y paradójicamente cercano al campo de refugiados de Bicske), con los ánimos por los suelos.
Y entonces se obró el milagro. Mientras se disputaba el partido Hungría-Rumanía, que presenció el primer ministro húngaro Viktor Orbán (muy aficionado al fútbol), varios dirigentes húngaros se reunieron de emergencia en torno a las 8 de la noche para debatir el asunto de los inmigrantes de la autopista (entre los cuales no estaba el primer ministro, aunque tras dos días de viajes, primero a Bruselas y luego a Praga, donde se reunió el grupo Visegrád, diría extraoficialmente que se iba a ver el partido y que le dejasen un rato tranquilo). Tras unas horas, János Lázár, el portavoz del gobierno húngaro, anunció ante los medios que el gobierno había decidido transportar a todos los inmigrantes de la autopista y Keleti a Hegyeshalom (el último pueblo húngaro fronterizo con Austria), para lo que se iban a emplear unos 100 autobuses. Los medios húngaros publicaron que la única flota de buses públicos de ese tamaño a disposición inmediata del gobierno eran los del BKK, la empresa de transporte público de Budapest. A eso de la medianoche comenzaron a llegar los primeros autobuses a Keleti, con mucha dificultad, pues el centro estaba prácticamente cerrado por la policía para evitar que algunos de los aficionados de extrema derecha se acercasen a Keleti a agredir a los inmigrantes tras el partido, que terminó 0-0. Finalmente se contentaron destrozando las inmediaciones de estadio y enfrentándose a los cañones de agua de la policía.
Al final los autobuses pudieron llegar, y aunque en principio los inmigrantes rechazaron subirse a ellos, temiendo una posible encerrona de las autoridades húngaras, finalmente confiaron en conductores y voluntarios. De la misma forma los inmigrantes de la autopista se subieron a más vehículos, que iban repletos y a velocidad lenta (pues como dije eran autobuses urbanos) hasta Hegyeshalom. Las autoridades austríacas, en mitad de este proceso anunciaron que dejarían pasar a los refugiados por la frontera. Hay que mencionar que una iniciativa en Facebook, a la que se unieron centenares de personas, proponía el fin de semana viajar desde Austria hasta Hungría para recoger a los inmigrantes y trasladarles en vehículos particulares a Viena. Las autoridades austríacas advirtieron que controlarían la frontera y penarían legalmente a todo aquel que entrase al país con inmigrantes indocumentados. Así que tampoco tenían más remedio.
Finalmente, tras varias horas de viaje, los primeros inmigrantes comenzaron a bajar de los autobuses en Hegyeshalom y recorrer a pie los pocos metros que les restaban hasta la frontera de Nickelsdorf. Allí les estaban esperando las autoridades austríacas, que les condujeron en varios trenes a las estaciones de Viena (Westbahnhof) y Salzburgo.
Los gobiernos de Hungría y Austria han aanunciado que todo esta fue una medida excepcional por la gravedad de la situación. Pero son unos ilusos si piensan que no va a repetirse. A día de hoy se calcula que entre 3000 y 4000 inmigrantes cruzan la frontera entre Serbia y Hungría diariamente. Y pese a que Hungría edifica una segunda valla más robusta que la anterior y levanta a toda velocidad nuevos campamentos de refugiados, es seguro que estas escenas vuelvan a repetirse.
Entre tanto, el V4 o grupo Visegrád se reunió en Praga para acordar una postura común entre los países integrantes (Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa, que representan en total unos 60 millones de habitantes de la UE). Y la postura fue que se oponen tajantemente a cualquier cuota impuesta desde Bruselas. Postura muy poco humanitaria, todo hay que decirlo, pero que sumado a las declaraciones de Orbán echando la culpa de todo a Alemania, a mi lo que me parece es que los países del este de la Unión Europea están hasta el gorro de ser el patio trasero de Alemania y de sus políticas neocoloniales, quizás en el peor momento posible desde el punto de vista humano. Continuará.