Autora: Diana Wynne Jones
Género: Fantasía Juvenil
Editorial: Nocturna
Páginas: 333
Precio: 16€
Sinopsis:
Cuando Jocelyn Brandon murió (a una edad muy avanzada, como es lo normal en el caso de los magos), legó su casa a su nieto Andrew. Andrew siempre ha adorado la casa, en especial sus vidrieras mágicas. Pero ahora, al verse como dueño de ella, se da cuenta de que las cosas no son tan fáciles como pensaba: para empezar, están la guardesa, tiránica y vengativa, y el jardinero, maniático y gruñón (pero que, al menos, tiene una hermosa sobrina llamada Stashe). Además, no hay que olvidar a Aidan Cain, un huérfano de doce años que aparecer un día para solicitarle protección de unos seres mágicos (entre oros, Titania, Oberón y Puck) que lo persiguen, ni al señor Brown, un siniestro vecino que trata de invadir la barrera mágica que protege la casa.
Opinión de MJ:
Tras leer otro libro de esta misma autora, Guía completa de Fantasilandia, decidí darle una oportunidad a este título, pero la verdad es que no me ha gustado tanto como el otro libro.
La historia nos presenta a un mago ya mayor que muerey decide dejarle a su nieto, catedrático de la universidad, su casa, todo su territorio, y su "área de responsabilidad". El problema viene porque no logra comunicarse a tiempo con su nieto para explicarle a tiempo todo lo que tendrá que hacer. Así es como el nieto, Andrew, deja su puesto en la universidad para irse a vivir a la casa donde vivía su difunto abuelo.
Andrew se dispone, o eso creía, a escribir el libro que tanto tiempo llevaba queriendo escribir, pero parece que todo se confabula para que no sea así. Primero de todo, la ama de llaves y el jardinero, los cuales se llevan a matar entre ellos, dan mucha guerra y generan muchos problemas al nuevo propietario, tantos que todavía me sigo preguntando cómo narices Andrew no despidió a la cocinera-limpiadora-ama de llaves... Yo no le paso ni la mitad.
Si eso no fuese poco, va descubriendo, y no de la mejor manera, que tiene un "área de responsabilidad" mágica de la cual hacerse cargo para que todo vaya bien, pero ¿cómo hacerlo si dejó de practicar magia y de pensar que sirviese para mucho en el día a día? Eso sin contar que casi no se acordaba de esas enseñanzas que su abuelo le iba dando durante los largos veranos que Andrew pasaba con él.
Así se pasan los primeros capítulos, buscando algo que no sabe cómo es, qué es y de qué le servirá, mientras sortea las malumoradas acciones de su jardinero y ama de llaves para después cargar con varios personajes más por la intromisión de otros personajes en su vida.
Un poquito más adelante, no mucho más, irrumpirá con fuerza un joven llamado Aidan en busca de ayuda. Con él en el libro empezará ha hablarse más de magia, pero no mucho, y eso es el gran escollo de la novela. La fantasía, la magia y esa cristalera de colores que ocupa la portada aparecen en ocasiones contadas y por encima.
Personalmente veo más a este libro como la narración de la vida diaria de un grupo de personas bastante dispares entre ellas, con algún que otro toque fantástico/mágico dispersos, que una novela fantástica.
La primera mitad se me hizo larga y algo tediosa, aunque la segunda mitad ya remonta algo más y se hace más interesante porque encontramos más escenas fantásticas, que al fin y al cabo es lo que un@ espera al coger este libro.
Recomiendo el libro a l@s lectores/as que quieran leer un libro donde la vida diaria y la fantástica "estén de la mano", que sea algo natural y demás, aún sabiendo que la fantasía se verá en contadas ocasiones.
Puntuación: 6/10