Buena parte de los musulmanes africanos y asiáticos sienten la necesidad de matarse mutuamente por rivalidades entre las sectas sunita y chiita, algo que vienen haciendo desde su primera batalla en Kerbala, Irak, hace 1332 años.
Sólo parecen estar de acuerdo ahora en matar cristianos sin que en los países de su tradición religiosa presten mucha atención a las crecientes masacres.
Quizás porque se creen culpables de la violencia islamista, cuando el problema radica en una religión con mandamientos que conducen directamente a la pobreza y a guerra a través de rezos y rituales para lavar y encarcelar el cerebro.
Occidente superó esa esclavitud espiritual con la Ilustración --de base religiosa en el caso inglés y agnóstica en el francés--, que trajo el progreso y se expendió por el mundo con las colonizaciones, aunque muchas veces sangrientas.
A principios del siglo XX en África había unos 300 millones de musulmanes y tres millones de cristianos. Ahora están igualados: los musulmanes no crecieron, y los cristianos ya son 300 millones. Los fanáticos islamistas están masacrando a cristianos en países como Nigeria.
Como temen la expansión del cristianismo van imponiendo la sharia como ley general, mientras se extiende su propia confrontación entre ortodoxias y heterodoxias por todo el orbe musulmán.
Del Irak supuestamente liberado de Saddam por cristianos occidentales huyen aterrorizados cientos de miles de cristianos nativos que mantenían su religión desde hace 2000 años.
En Siria, los cristianos temen ser víctimas de los islamistas parcialmente dirigentes de la actual revolución contra Bashar Al Assad, que no los perseguía.
Mientras, los islamistas egipcios acosan a la población original del país, los cristianos coptos. Occidente no le presta atención a las noticias sobre una situación que podría conducir al asesinato de muchos miles de cristianos.
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SALAS