La que podría haber sido y no fue, la santita de la Casa Real, la que parecía que nunca había roto un plato; no hace más que dar dolores de cabeza a todos los miembros de la Familia Real. Desde que se descubrió los tejemanejes de su querido y amado esposo, Iñaki Urdangarín, la hermana del rey Felipe VI, Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia, más conocida entre los amiguetes como Cristina de Borbón, no deja de sorprendernos día sí y día también.
Y es que el rey emérito de España, Juan Carlos I, ya no sabe qué hacer para que su hija Cristina renuncie a todos los derechos dinásticos que le pertenecen. Ella, más don Erre que Erre que Paco Martínez Soria, sigue en sus trece de hacer lo que le venga en gana y pasar de todo y de todos. Las escuetas palabras de la hermana del rey Felipe VI fueron: "tomo nota". Y hasta el día de hoy. El amor incondicional que Cristina de Borbón tiene por su querido marido, todo lo que ha hecho ha sido únicamente por amor, no tiene límites.
Para que el nuevo rey no tenga que enfrentarse con un problema de tal magnitud, problema que está dando muchos disgustos a don Juan Carlos I, el anterior monarca ha decidido entrar a la acción. Con la montera puesta, el capote y la espada en mano, el rey emérito, cual Darth Vader torero, por lo de "déjamelo a mí que soy su padre", se enfrenta al Miura de Cristina de Borbón. Quiere lidiar personalmente con este problema que está provocando un descenso importante de falta de confianza hacia la Familia Real. Además, de esta manera Felipe VI se puede concentrar en sus quehaceres diarios, ya que la amistad que tiene con su cuñado no es, digámoslo así, del todo buena.
En resumen, Cristina de Borbón se pasa por el infante arco real los consejos de su padre Juan Carlos I, le da la Nochebuena a toda la familia aunque no haya cenado con ella, y provoca ardor de estómago al resto de los miembros de la Casa Real antes de comer las uvas.