Cristina Godoy Navarrete y El país de mi madre de Pablo Navarrete

Publicado el 04 noviembre 2024 por Adriana Goni Godoy @antropomemoria

Menú

Hoy recibí un mensaje en mi WhatsApp de una compañera con quien comparto uno de los tantos grupos que abarrotan mis chats. Un nombre que poco me decía y que me comenta que su hijo ha realizado un documental, compartiéndome el enlace a este para de este modo darlo a conocer y en lo posible lograr que se proyecte en Chile.

Tantos años navegando por el espacio virtual me ha permitido unir nombres con lugares y con pertenencias, asi es que en poco tiempo pude acceder a fragmentos de la historia de Cristina GB y sin mayor asombro descubrí que es una compañera, ex presa política que compartió el horror en la Venda Sexy, y en Villa Grimaldi, que conoció a mis otras compañeras y compañeros en distintos lugares , que dio testimonio acerca de los que desaparecieron y con enorme emoción encontré su relato sobre Reinalda Pereira, a quien conoció, con quien estudio. Reinalda, que despues de 51 años logro verdad y justicia con la sentencia que solo unos dias atrás se dicto.

01-noviembre-2024 En fallo unánime, la Segunda Sala del máximo tribunal a condenó a miembros de la extinta Dirección de Inteligencia Nacional, por su responsabilidad en el delito consumado de secuestro calificado de la tecnóloga médica Reinalda del Carmen Pereira Plaza, quien fue detenida el 15 de diciembre de 1976 y conducida al cuartel de detención clandestino Simón Bolívar, desde donde se pierde su rastro.

Comparto el relato de Cristina, que ahora conozco como Cristina Godoy Hinojosa, o Cristina Godoy Navarrete, madre de Pablo Navarrete que es el creador de El Pais de mi Madre, documental que sin lugar a dudas debemos lograr que se exhiba en Chile.

Memorias de un tecnólogo médico exiliado en Londres

Cristina Godoy Navarra

—— -A nuestra Reinalda del Carmen Pereira

Reinalda del Carmen Pereira

Cuando surgió la oportunidad de escribir algo sobre mi experiencia en Chile y mi exilio en el Reino Unido para el número especial de Voces Desplazadas , inmediatamente pensé en Reinalda del Carmen Pereira y en cómo ella siempre ha estado presente a lo largo de mi carrera. Y, sin pensarlo, hice la conexión entre dos mujeres y su destino final en el mar. Alfonsina Storni –poeta argentina– que por amor decidió caminar hacia el mar hasta el infinito. Y Reinalda, que tenía un bebé en su vientre, que fue arrojada al mar con una baranda atada a su cuerpo para que se hundiera hasta el fondo infinito, no por amor sino como castigo por su amor a su pueblo, a los pobres, a los oprimidos, a un mundo mejor. A diferencia de otras víctimas arrojadas al mar por la brutal decisión de la dictadura cívico-militar de Pinochet, la vida trajo implacablemente a Reinalda de regreso de las profundidades del océano, pues fue encontrada por un pescador. Ella y todas las víctimas de la dictadura de Pinochet viven en mi memoria, desafiando el olvido y para seguir resistiendo en el contexto del 50 aniversario del golpe de Estado.

Comencé a estudiar Tecnología Médica (TM) en 1970 y me gradué en 1974, especializándome en hematología y bancos de sangre. Desde muy pequeña, siempre supe que quería una carrera en el área de la salud y, de las opciones que tenía abiertas en ese momento, no dudé en elegir TM, ya que ofrecía una combinación de ciencias básicas y su aplicación clínica directa. Además, era una carrera relativamente corta (solo cuatro años en ese momento), lo que significaba que podía comenzar a trabajar en un espacio de tiempo relativamente corto y poder ayudar a mis padres.

Pertenezco a una generación que vivió su vida universitaria en un periodo de grandes cambios en nuestra sociedad, cambios que también se reflejaron en la vida universitaria. Esto hizo que los estudiantes comenzaran a participar activamente en muchas actividades, no sólo políticas sino también en diferentes expresiones culturales como grupos de teatro, música, deportes, etc.

Fui el primero de mi extensa familia en ir a la universidad y, sin duda, formo parte de una generación privilegiada porque recibimos una educación gratuita, impartida por profesores de muy alto nivel académico, que trabajaban a jornada completa y estaban totalmente comprometidos con la docencia y la investigación universitaria. Fue gracias a la formación académica que recibí en la Escuela de Tecnología Médica de la Universidad de Chile que, posteriormente, cuando tuve que salir del país, pude continuar mi formación a través de un posgrado y luego trabajar como profesional en Inglaterra, el país que nos acogió.

Cristina y sus padres en la graduación

Una vez titulado, comencé a ejercer como tecnólogo médico en el Banco de Sangre del Hospital Clínico José Joaquín Aguirre de la Universidad de Chile donde trabajé hasta principios de diciembre de 1974. Había realizado mi pasantía de Banco de Sangre en este mismo lugar y me atrajo la diversidad del trabajo que realizaban los MT aquí.

Fue durante mis estudios universitarios cuando surgió mi compromiso con el proyecto político de construir una sociedad más justa y solidaria, compromiso que mantendría tras el golpe militar.

En diciembre de 1974, en mi lugar de trabajo, el Hospital José Joaquín Aguirre, fui citada a la oficina del director del hospital, el Dr. Arnello, y detenida por la DINA (policía secreta). Tras pasar más de un año en varios de los campos de tortura y centros de detención de la dictadura militar que asoló nuestro país, fui liberada sin cargos y posteriormente abandoné el país en enero de 1976 con destino a Inglaterra para reunirme con mi esposo. Mi salida de Chile, obligada por las circunstancias, tuvo un efecto paradójico en mi desarrollo profesional.

Recién llegado a Inglaterra y con ganas de saber cómo sería mi vida en este nuevo país, un amigo en común me presentó a la Dra. Marcela Contreras, una eminente hematóloga chilena, a quien quería pedirle consejo sobre mi futuro profesional. Mientras charlábamos tomando un sándwich en un pub, me preguntó por qué había dejado el país y dónde había trabajado. Le respondí que había trabajado en el Banco de Sangre del Hospital JJ Aguirre, un lugar que ella conocía muy bien porque allí había realizado su tesis doctoral con el profesor Pablo Rubinstein.

Al regresar al Centro de Transfusión, se puso en contacto conmigo para decirme que había hablado con la directora de su centro, ya que estaban buscando un sustituto para alguien en el laboratorio de tipificación de tejidos (ahora conocido como Histocompatibilidad e Inmunogenia). Me aconsejó que presentara mi candidatura y, si me ofrecían el puesto, que lo aceptara. Fue un gesto de inmensa solidaridad y generosidad hacia alguien a quien no conocía. Y así fue como empecé a trabajar como tecnóloga médica en el entonces Centro de Transfusión de Sangre del Norte de Londres (NLBTC), ahora parte del Servicio Nacional de Salud de Sangre y Trasplante (NHSBT).

Durante el tiempo que trabajé en el NLBTC, logré además revalidar mi título y, motivada por el trabajo, tomé la decisión de continuar con estudios de posgrado para desarrollarme profesionalmente. Esto lo pude hacer gracias a una beca del Servicio Universitario Mundial (WUS) otorgada a refugiados chilenos que llegan al país a través de un fondo del gobierno británico.

Con la beca de la WUS, primero me inscribí en un máster en Inmunología en la Universidad de Londres y luego, con el financiamiento de un proyecto de investigación, comencé mis estudios de doctorado en el Departamento de Inmunología del London Hospital Medical College (LHMC), también parte de la Universidad de Londres.

Trabajé como profesor en el LHMC, puesto que dejé en 1993, y pasé a gestionar el laboratorio de Histocompatibilidad e Inmunogenética en el Servicio Nacional de Sangre (NBS), ahora NHSBT, parte del Servicio Nacional de Salud. Posteriormente fui nombrado Director Nacional de Servicios de Histocompatibilidad en Inmunogenética en el NHSBT y obtuve un puesto académico como Profesor Asociado en el Departamento de Inmunología y Enfermedades Infecciosas en el University College London (UCL), puestos que ocupé hasta mi jubilación en 2018.

Todo esto parece, para los negacionistas chilenos, logros que nos han sido regalados, obtenidos sin esfuerzo de nuestra parte. Algunos incluso piensan descaradamente que debemos estos éxitos a la dictadura cívico-militar de Pinochet. Y si bien sé que no hay nada que podamos decirles a estos negacionistas, ultraderechistas y derechistas, a los pinochetistas que vuelven a alzar la voz, lo que sí puedo decir es que estos logros implicaron derramar «sangre, sudor y lágrimas» lejos de nuestros seres queridos, y de ninguna manera compensaron la brutalidad a la que fuimos sometidos en las mazmorras de la dictadura, mucho menos las pérdidas de todos los «Reinaldas» (y Reinaldos), a quienes la dictadura les robó el futuro. Y así, cualquier logro, grande o pequeño, siempre lleva consigo el dolor de su pérdida, incluso la culpa de haber sobrevivido.

Dedico este relato a la memoria de mi compañera Reinalda del Carmen Pereira, a quien tuve la suerte de conocer mientras realizaba mis prácticas de hematología en el hospital Sótero del Río en 1972/73. Ella formaba parte de un grupo de jóvenes idealistas que pensaban que era posible un mundo mejor y más justo, pero cuyos sueños fueron brutalmente destruidos.

Cristina Godoy-Navarrete es una científica jubilada del Servicio Nacional de Salud y académica de la Universidad de Londres. Es una activa activista política y defensora de los derechos humanos.

Las coincidencias, que nos emocionan y asombran, como lo ha sido la participación en el Seminario en el que compartimos con los Hijas e Hijos del Exilio en Buenos Aires – que el gobierno de Milei suspendió en el Centro Cultural Haroldo Conti – el que reúne a investigadores de todo el continente -más de 600 este año- que trabajan en temas de memoria y derechos humanos, convirtiéndolo en un verdadero referente de intercambio intelectual y académico sobre el tema. Este año lleva por título “Reflexiones, archivos y testimonios. “A cuarenta años del Nunca Más” y que valientemente se llevo a cabo en la Ex ESMA pese a todo, y el encuentro virtual con Cristina, su hijo, exiliados en el Reino Unido, y su recuerdo de Reinalda , que sale al encuentro de la sentencia recien dictada, hacen visible este universo que contiene, mas allá del tiempo y el espacio, todas las voces, todas nuestras historias unidas mágicamente.

El país de mi madre

pablo.navarr@protonmail.com

Sinopsis

Los padres de Pablo Navarrete tuvieron que abandonar Chile después de un golpe militar el 11 de septiembre de 1973. Llegaron al Reino Unido como refugiados políticos después de pasar por los centros de tortura de la dictadura de Pinochet. No lo sabían entonces, pero Gran Bretaña sería el lugar donde se establecerían, tendrían una familia y seguirían viviendo, casi 50 años después. Filmada durante más de tres años, ‘Mother, Country’ (El país de mi madre) es una película profundamente personal que acompaña al director mientras viaja a Chile con sus padres en 2020, para confrontar su doloroso pasado y presenciar el levantamiento de un pueblo.

Teaser

MOTHER, COUNTRY [El país de mi madre] (Teaser/Adelanto #1) from Alborada Films on Vimeo.

Equipo

  • Pablo Navarrete Director y Productor
  • Pablo Navarrete es periodista y documentalista británico-chileno. Funda Alborada Films en 2009 y lanzó su primer documental ese mismo año. Desde entonces, Alborada Films ha creado siete documentales independientes, además de producir video reportajes y documentales para varios medios de comunicación como Al Jazeera English entre otros. Pablo ha dirigido, codirigido o producido todos los documentales de Alborada Films y en ese contexto ‘El país de mi madre’ será el octavo documental de su productora. Pablo es también el editor fundador de Alborada, una voz independiente sobre política, medios y cultura latinoamericana. La labor de Alborada Films se centra en producir material audiovisual sobre temas sociales y políticos de América Latina y otras latitudes.
  • https://alboradafilms.net/