Crítica: 100 Años de perdón (2016) Dir. Daniel Calparsoro

Publicado el 04 marzo 2016 por Proyectorf @Proyectorfant

Origen: España-Argentina/2016 Dirección: Daniel Calparsoro Guión: Jorge Guerricaechevarría Elenco:Rodrigo de la Serna , Luis Tosar, Joaquín Furriel , Luciano Cáceres, Raúl Arévalo, Marian Álvarez, Patricia Vico, Nani Jiménez y José Coronado Distribuidora: Fox / Duración: 98 minutos Calificación: AM13 Estreno: 03 de marzo de 2016

La doble moral

De esta forma el plan lentamente va complicándose, y los maleantes se ven obligados a plantear una nueva opción, mientras la tensión en el grupo crece, sobre todo entre los líderes de la banda. Además, un giro en la trama deConfeccionada como un producto masivo, y un impresionante despliege de producción, 100 Años de perdón, coproducción argentina-española surgida por la fructífera asociación entre Telefé y KyS nos presenta una historia que a priori, parece bastante simple: el robo a un banco de Valencia. El grupo de asaltantes tiene como líderes al Uruguayo (Rodrigo de la Serna) y El Gallego (Luis Tosar), y completan el elenco los argentinos El Loco (el excepcional Joaquín Furriel) y Varela (Luciano Cáceres). El plan parece sencillo e infalible: vaciar las cajas de seguridad y luego huir por los túneles, pero los protagonistas no cuentan con la lluvia torrencial que azota a la cuidad, y que ha obstruido su vía de escape.
100 Años de perdón nos permite conocer el contenido de una de las cajas y entender que incluso las altas clases políticas españolas están involucradas en el robo. Así, Daniel Calparsoro pareciera querer decirnos algo más, algo que desde el título mismo del film está implícito: los verdaderos villanos no necesariamente son ni se visten como asaltantes, sino que tal vez son bancarios, profesionales o más precisamente, políticos. 100 Años de perdón da como resultado un film entretenido (aunque con resoluciones bastante obvias) , con actuaciones correctas -quien más se destaca es el virtuoso De la Serna-, pero sin demasiadas pretensiones más.

Por Marianela Santillán