[Ricardo Portmán] @ecosdelviniloNo es solo su juventud, es su temple; no es únicamente la expansión de su talento, es la profundidad: Fortaleza, fondo y garra, lo que tanto se echa de menos en el pop de hoy y que Alice Wonder suma en su álbum debut, Firekid. Tras la publicación de varios singles, las expectativas se generaron como una jauría de lobos esperando para engullir si no se hacía justicia a lo escuchado. Se hizo justicia y se superó lo esperado.Alice Wonder llegó de YouTube para hacerse grande sin perder frescura y nervio juvenil (sí, ese nervio que ha movido a muchos grandes en sus precoces inicios). Firekid contiene once cortes cohesionados y bien hilados para conectar con las masas del click pero también con la generación de la aguja y el plato. Playgame, Strategy, I Don’t Know How, Fire On My Hands, Too Mad y High Tree City despuntan como los picos de Firekid, constantes en sus progresiones y finamente hilvanadas en estructuras de teclados (el piano es el instrumento-rey de Firekid), recatados arpegios de guitarra y una sabia combinación entre baterías orgánicas y programaciones. Mención aparte para Clean Up The Mess y Wash Over, genuinamente clásicas en su registro pop.
Firekid es la confirmación de Alice Wonder como una artista que, con trabajo y buen gusto, ha llevado su potencial a una realidad tangible. Magnífico debut, brillante futuro.
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